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cuidadokechema

la triste historia del cantante siego 02.05

Después de varias vueltas por Puebla recalo en un restaurante para comer. Se trata de un lugar muy sobrecargado en su decoración, con mas de cincuenta mesas puestísimas con todo lujo de detalles: flores de plastiquet y botana de chicharrones en todas las mesas (léase aperitivo de cortezas de cerdo).Allí no hay nadie y parece que voy a ser el único comensal, tengo que gritar para que salga alguien a atenderme.
Ya he pedido de comer cuando para junto al restaurante un taxi y de el sale un ciego trajeado y encorbatado con pelo teñido de pelirrojo y gafas oscuras de la once.

El taxista la ayuda a bajar los bártulos: guitarra con su funda, amplificador, trípode para el micro, banqueta y muchos, muchos metros de cable mal organizados.

Debe tratarse de un siego tonto o de un nuevo siego porque empieza a tropezar con todo y no tardan en caer algunas sillas y dos platos de chicharrones: los meseros acuden a echarle una mano para que aquello no sea una catástrofe y evitar destrozos irreparables.

Los hilos parecen muy liados y los trozos de que se compone el trípode del micro no encajan a la primera.

Como uno es muy tolerante en cuestiones de dramaturgias empiezo a pensar que podría tratarse de un numerito de improvisación cómica, pero no, se trata de un cantante siego que se prepara para ofrecernos una actuación. yo mientras tanto voy por el segundo plato y nadie, nadie ha venido allí a comer (y eso que se comía muy bien).

Cuando me sirven el café comienza el clásico probando... probando... uno...dos...uno...dos...probando.

Ya estoy pagando la cuenta cuando oigo por el micro del siego: 'bienvenidos señores y señoras a esta su casa en este domingo seis de febrero (editando fechas por si lo graban, supongo), mientras pago la cuenta y me largo.

Ya en la acera escucho que ' mi corazón,  gitano se ha vuelto a sentir, y quiere volar, por siempre muy cerca de ti' o algo así y adivino que también suena una caja de ritmos que yo no había detectado porque seguramente fue el único objeto con el que no tropezó.

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