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Argentina 9 una historia de amor y electrónica

Una pareja heterosexual sentados uno frente al otro en una terraza de un restaurante: Montevideo (o cualquier lugar), exterior, mediodía. El ha dejado,  en la silla de al lado una bolsa de plástico que contiene un artilugio electrónico: lo saca, comprueba varias veces el nivel de felicidad adquirido, las cualidades y compatibilidades del cacharro. Ella, sin embargo tiene cara de palo: muy rigída mirando al mas allá, no entra en la complicidad del objeto como sustituto o ha traído el cabreo al restaurante: le hace reclamos de atención, le alarga la mano buscando contacto pero la mano de el se ha ido de nuevo a la bolsa de plástico: es una ventaja que sin tener que desempaquetar el objeto pueda uno enterarse de sus características, a ella ,sin embargo el cabreo le esta aumentando de volumen: se siente devaluada? comparada con un artilugio y perdedora en el lance?.De pronto, ella,  se pone a llorar, primero gota a gota y después a chorro sobre el asado y la ensalada, pero el no se habáa dado cuenta porque solo tenia ojos para su 'aparato',  cambia totalmente de estrategia, deja la electrónica en la silla de al lado y le regala una mirada tierna, con la izquierda le coge las manos y con la derecha empieza a limpiar lagrimas, acariciar el pelo y la cara: el sabe como resolver estas situaciones, conoce bien a las mujeres, es una lástima que no se haya dado cuenta antes y no haber dejado que las emociones se desparramaran. Ella se esta recomponiendo:  juntos  protagonizan una escena de anuncio de reconciliación de fotonovela que cualquier turista no vacilaría en fotografiar, ella se ha dado cuenta que las mangas de la chaqueta de el están acariciando la ensalada, pero no le importa, no piensa romper la magia del instante, que en su vida de pareja todas las reconciliaciones se resuelven con mucha pasión. El piensa que las mujeres son raras, pero son así, ella piensa en interesarse de cara al futuro más por las cuestiones tecnológicas, para estar a la altura. Así, fundidos los dos en ese despilfarro de ternura con la mesa y la comida de por medio, no han reparado que un transeunte necesitado, un listo que lo ha visto, se ha llevado la bolsa y el aparato, sin violencia, sin prisa, tranquilamente. El no puede contenerse y comienza a gritar maldiciendo llenando el restaurante y la calle con sus gritos, le da una patada a la mesa destartalando copas, restos de comida y postres, que caen como un castillo de naipes, como la armonía recientemente recuperada de la pareja.Ella, esta vez,  no llora. 

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