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cuidadokechema

argentina 4 Política y clases sociales 03.06

Atreverse a hacer un análisis de la realidad es una frivolidad en un país donde hay tantos análisis como argentinos y seguramente casi todos tienen razón. Del mismo modo que algunas loterías dan a conocer el premio después de rascar y rascar el cartonsito, en Argentina,  después de rascar iluminados, dictaduras militares, mundiales de fútbol y corralitos aparece, de arriba  abajo, una clase social alta, que no puede gastar toda la plata aunque se empeñe y que en cuanto la metereología social no le es favorable saca todo el dinero a mejores albergues, abajo del todo un grupo social, cada vez mayor, que escarba en las basuras, un ejercito de cartoneros y mucha gente alojada en parques y jardines, y por el medio una clase social que fue culta y rica y ahora solamente es culta. Unos jóvenes hacen malabares en los semáforos de larga duración buscando la moneda del automovilista para hacerse con un choripan. Las clases medias y los profesionales liberales también hacen funambulismo pero con su futuro.   Un iluminado  inaugura comedores populares y cuya foto (la del iluminado) es mas grande que el comedor, miles de muchachos caminan hacia la cancha del River o del Boca  y las glorias nacionales, Gardel, Maradona y Evita de cartón-piedra saludan a los turistas en un balcón de Caminito.Como siempre,  la culpa es siempre del otro, porque aquí todavía no se ha tocado fondo. Son tantos los recursos de este país que si los poderosos fueran un poco más discretos robando, habría choripan para todos, pero los ricos lo son porque la ambición nunca tiene límites. No sirven las tendencias o ideologías izquierda, derecha, etc. que vemos en Europa. En Argentina los iconos son absolutamente personales, y cada iluminado se inventa de nuevo la realidad y el país: así la gente siempre es algún 'ista' : peronista, menemista, alfonsinista, kirchnerista, maradonista o gardelista. Los cartoneros son generalmente jóvenes y/o adolescentes (a veces familias enteras con niños), que, desde el final de la tarde al comienzo de la mañana, tiran de unos carritos con bolsas y van por las calles abriendo las bolsas de basura de los ciudadanos y clasificándola en sus bolsas: cartón y papel, vidrio, plásticos (lo que nosotros empezamos a hacer en España con los distintos contenedores, lo hacen como puesto de trabajo y forma de vida).  No dudan en esparcir la basura sobrante por la acera, para, al final de la jornada hacerse con unos diez euros. Como naturalmente viven en el extrarradio, que aquí es lejos, cogen un tren sin cristales que alguna vez ví en algún reportaje que deja a los trenes de la india en pañales.Me da verguenza y miedo hacerles una foto. En un bar de 'ricos pero no demasiado' , donde pago por un café lo que en otro lugar me cuesta un plato de pasta, en todas las columnas, forradas de madera, naturalmente, acompañado de los dos logotipos, un escueto mensaje de amor: Ferrari prefiere Shell.  

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