Manta un top de carruseles 11.05
Manta un top de carruseles
Manta es uno de los pocos lugares junto con Guayaquil que mueve un poco de
pasta, calor de 35 grados playas pescado y mariscón guay.
Los he pillado en fiestas y tienen puestos los "carruseles" como nosotros:
norias, trenes del terror, coches de choque, y un millar de paraetas que
venden de todo, de todo, pero con la diferencia: entre una atracción y la
de al lado no hay mas separación que la que han considerado dejar para
no chocarse, así que vas pasando entre ellas rogando que no se te lleve la
cabeza la de la izquierda o la de la derecha.
Todos están enganchados a los cables de la luz que pasan por arriba
configurando una especie de ración gigantesca de spaguettis con todos los
cables bajando y por el suelo y la gente va enganchándose con ellos. En los empalmes de arriba de tu cabeza hay muchas chispas constantemente.
Varios charlatanes vocean rebajas y todo se embarulla con la música
a toda pastilla y todos mudados de domingo y todos con niños: relojes de
pared y además despertador y además da las horas y además cada hora hace un sonido distinto por un dólar, un juego de ocho cacerolas dos dólares.
Parece que soy el único extranjero y de vez en cuando alguna mano tímida u
otras mas experimentadas acarician mi mochila.
Tengo que salir de allí reconociendo que, aunque nos pese, disfrutan mas que
nosotros, se deshiniben mas y mejor y se rien mas. Que le vamos a hacer.
Manta es uno de los pocos lugares junto con Guayaquil que mueve un poco de
pasta, calor de 35 grados playas pescado y mariscón guay.
Los he pillado en fiestas y tienen puestos los "carruseles" como nosotros:
norias, trenes del terror, coches de choque, y un millar de paraetas que
venden de todo, de todo, pero con la diferencia: entre una atracción y la
de al lado no hay mas separación que la que han considerado dejar para
no chocarse, así que vas pasando entre ellas rogando que no se te lleve la
cabeza la de la izquierda o la de la derecha.
Todos están enganchados a los cables de la luz que pasan por arriba
configurando una especie de ración gigantesca de spaguettis con todos los
cables bajando y por el suelo y la gente va enganchándose con ellos. En los empalmes de arriba de tu cabeza hay muchas chispas constantemente.
Varios charlatanes vocean rebajas y todo se embarulla con la música
a toda pastilla y todos mudados de domingo y todos con niños: relojes de
pared y además despertador y además da las horas y además cada hora hace un sonido distinto por un dólar, un juego de ocho cacerolas dos dólares.
Parece que soy el único extranjero y de vez en cuando alguna mano tímida u
otras mas experimentadas acarician mi mochila.
Tengo que salir de allí reconociendo que, aunque nos pese, disfrutan mas que
nosotros, se deshiniben mas y mejor y se rien mas. Que le vamos a hacer.
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