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El viajero solitario 12.06

El viajero solitario, cuando empieza a visitar una ciudad por la mañana, al tomar  un café o comprar un periódico, piensa que todo se puso en funcionamiento para el, y gusta de ver como respira la ciudad porque todos van a la suya y nadie lo mira. Sin embarco, los fines de semana y en especial los sábados noche, no puede permanecer inadvertido entre tanta presión social de parejas stardarizadas con niños o sin ellos, que no dejan de mirar aquel señor que lee mientras le atienden el estómago porque comer es necesario y no se puede eludir.Del mismo modo, en los hoteles, a veces por lástima y a veces por curiosidad le dan conversación, generalmente con objeto de averiguar de donde salió éste y que anda buscando por el mundo, lo que te permite inventar historias que no dejen impasible al interrogador y pueda proyectar sus carencias o asegurarse en sus criterios. Así puedes jugar al separado con hijos, al casado cuya esposa trabaja o al grupo de amigos que te espera. Jamás en Latinoamérica conviene decir que eres soltero (no acaban de entenderlo). Las propuestas de diálogo vienen  generalmente de hombres casados, aburridos de una única compañía,  cuya esposa está ultimando la restauración de la fachada para salir a cenas de matrimonios o, lo que es mas difícil de esquivar, mujeres maduras en grupo: son extremadamente peligrosas ya que, si normalmente los viajes ‘aflojan’ los corsés morales de origen, cuando van en grupos pequeños y han salvado los prejuicios con la distancia de sus hogares, son auténticas kamikazes que se lanzan a muerte cuando detectan un objetivo (madurito, simpático, educado, etc.), así que si las ‘horas de vuelo’ que no la inteligencia, puede servir para futuros navegantes el consejo es: mantente distante o di que esperas de un momento a otro la presencia de tu amante o esposa y, desde luego que estás en crisis existencial y no tienes el horno para ensaimadas, o simplemente que se te pasó el arroz.Naturalmente que la gente joven que viaja sola, y que te alegraría algún rato,  no dice nada porque la edad tiene la facultad de hacerte invisible ante cualquier cuerpo apetecible, así que mejor ni intentarlo.El viajero solitario también tiene otros encuentros, con otros códigos, atendiendo otros menesteres en lugares ocasionales o excepcionalmente normales, donde se pueden juntar el cielo y los infiernos, donde acuden angeles y demonios emplumados a entrar en los volcanes de la noche procurando no quemarse,  y una vez recompuesto en la normalidad vuelve a la rutina: exactamente lo que las agencias de viaje no definen como ‘turismo-aventura’ De todas formas,  el viajar solo a estas edades proporciona muchos ratos nocturnos de lectura, y hay tantas historias que nos dejaron escritas y tuvimos tan poco tiempo de atenderlas cuando el trabajo nos ocupaba el tiempo, que no resulta en absoluto aburrido.

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