Cusco 11.07
Inka y colonial, empedrada y llena de tiendas de souvenirs, es, sin duda, la ciudad mejor conservada.
Los cristianos, como es habitual, construyeron sus iglesias y catedrales sobre los templos inkas, rompiendo todas las piedras infieles y colocándolas de nuevo para gloria del señor.
Los urbanistas españoles pusieron soportales (preciosos) por todas partes en una ciudad soleada todo el año salvo dos meses de lluvias.
Oleadas de turistas de todo el mundo por el reclamo de las piedras y muchos mochileros gringos buscando cocaína barata.
Incipiente pero progresiva prostitución muy juvenil para satisfacer paladares peculiares y mucha vida en la calle.
Están pensando en cambiar de bandera porque se han dado cuenta de que es la misma que el arco iris gay.
Los viernes tarde, la banda de la policía se marca un concierto en la Plaza de Armas para lavar la imagen y grupos de indígenas, venidos de las montañas, pasean asombrados o tal vez asustados por tanto bullicio.
Infinitamente más segura que Lima, invita al sosiego (si te dejan tranquilo) entre piedras inkas y un porcentaje de iglesias muy superior a lo normal.
Los niños siempre a la espalda de la madre, atados con la manta y de vez en cuando alguien viene a ofrecerte postales o láminas del Machu Pichu y se te viene a la cabeza que tu le darías mucho machu por el pichu.
Detrás de la catedral hay una colina ‘bohemia’ donde se est{an comprando casas los forasteros: el barrio de S. Blas, con todo lo que los extranjeros puedan necesitar, en un estilo general entre inka actualizado y hippie desorientado:
Tiendas de diseño o restaurantes raros con espléndidos patios coloniales, coca-shop con productos derivados de la planta de los dioses que no puedes sacar del país y por la calle todos blancos: una mujer inka, vestida para la ocasión, con su hija de la mano, tira de una cuerda en la que está atada una llama por si quieres hacerte una foto.
En Cusco se entiende que la moneda del país se llame ‘sol’.
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victor -