Blogia
cuidadokechema

Final feliz y regreso a Iquitos 11.08

Tal y como era de esperar, el barquero que tenía que venir a recogernos al hotel a las 3,30 de la mañana no apareció.

Tuvimos que buscar un taxi de los que todavía reubican putas a esas horas para acercarnos a la peligrosa Tamatinga a tomar otro barquito.

Ya parecía que todo estaba resuelto cuando fuimos a aterrizar frente al policía peruano encargado del control de aduanas en santa Rosa (cinco casas y fin).

El susodicho pasma, con la cara mas dura que el valle de los caídos, nos exige el sello de la aduana de Colombia que está en el aeropuerto por si alguien sale y que nadie lo tiene de entrada porque las tres ciudades (o las dos ciudades y santa Rosa) tienen una especie de convenio de libre circulación donde nadie se escapa porque la selva les rodea.

Insiste en que el sellito, pero él, que es muy bueno nos va a ’regularizar’ la situación, es decir, nos va a pasar a Colombia y regresar a Perú, para lo cual pondrá un sellito en el pasaporte y lo adornará con una rayita y ya estás regularizado. Naturalmente que estas operaciones son costosas: 50 dólares de los que están subiendo por cada uno (mas que el sueldo de un mes del sujeto).

Una de las noticias que nos dieron anoche (en santa Rosa mataron la semana pasada un policía), lejos de inquietarnos nos complace y nos invita, como en los conciertos a pedir ’otra’.

Cuando le digo que si tendría inconveniente en darnos una factura por el cobro, se va la luz y me dice que para la factura tendré que acompañarle a tres cabañas mas arriba, mientras un par de sujetos detrás de el me contemplan con cara de lástima.

Le contesto que no quiero facturas y que estoy encantado de estar tan bien regularizado y nos subimos al barquito.

Una historia así te pone con ganas de ir a la prensa o montar algún pollo, pero en un país donde acaban de dimitir al gobierno en pleno por corrupción y no encuentran a uno de los ministros que se les ha escapado, no creo que por cien dólares nadie se moleste ni en escuchar.

Ya estamos de nuevo en Iquitos y es como volver a casa, y es que las leyes de la selva tienen sus porqués.

1 comentario

esther -

no sé como lo haces pero hasta con lo más macabro de descojo contigo!
un besazo!