Segundo trayecto fluvial 10.11
No merece llamarse crucero. Una vez averiguado (y comprobado en un viaje anterior), que ninguno de los barcos que hacen el trayecto Iquitos - triple frontera tiene camarotes con baño (aunque fuera de agua negra del río para ducharse), y habiendo comprobado en el viaje anterior que, tras hacer cola en el baño común y tratar de ducharte junto al agujero de cagar y comprobar que los peruanos fallan muchas veces en su puntería a la hora de que las cosas caigan en el agujero correspondiente, decido subirme en una lancha rápida y en poco mas de doce horas llegar a mi destino.
Ni paseos a cubierta, ni alterne con el capitán, ni amistades nuevas: viaje monótono con derecho a ventanilla y dos comidas que incomprensiblemente no terminan sobre mis pantalones desparramadas por las sacudidas de la lancha.
El río ahora mas ancho después de adueñarse del Marañón y del Nanay.
A medida que se hace más grande tiene menos curvas, y, conforme nos vamos acercando a la frontera empiezan los controles de la policía y la presencia de barquitos de la armada.
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