Medellín 11.11
A los habitantes de esta ciudad les debió parecer el nombre demasiado fino y empezaron a llamarla Medallo, que resulta como más varonil.
Cuando tuvieron tiempos muy duros como una de las sedes del narcotráfico, algunos empezaron a llamarla Metrallo.
No se puede hablar de Medellín sin tropezarse con la imagen, los testimonios o las obras de Pablo Escobar: el Robin Hood de los narcos.
Este buen (?) hombre no dudaba en pagar una fiesta para un barrio entero o construir pistas deportivas, escuelas o lo que hiciera falta, cubriendo los déficits sociales a los que el estado no llegaba, y, al mismo tiempo poner unas cuantas bombas indiscriminadamente por la ciudad para hacer saber quien es el que manda.
En un alarde de poder y de generosidad propuso pagar toda la deuda externa del país (negociando, naturalmente).
Se trata, sin duda, de un personaje querido por la mayoría:
trajo mucho dinero a la ciudad y lo repartió para gloria propia y pensando en las necesidades de la gente humilde.
Tal vez por estos antecedentes, los gobernantes que ha habido después de su muerte han desarrollado la ciudad priorizando infraestructuras en los sitios mas carenciados y dándole una importancia prioritaria a la cultura.
De todas maneras, la violencia no ha terminado: existe en la ciudad una asimilación de la violencia donde el asesinato y la muerte violenta forma parte del paisaje.
Para tener una idea aproximada de los últimos tiempos donde esto ha descendido bastante se puede consultar
http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/E/el_precio_de_las_armas/el_precio_de_las_armas.asp
Medellín es un abanico de propuestas culturales de todo tipo: festivales, becas de creación, acercamiento de actos culturales a zonas desfavorecidas, subvenciones a artistas y creadores, etc.
En estos asuntos supera con creces a casi todas las ciudades españolas.
Pero su pasado y su presente hace que cada vez que vas a dirigirte a un lugar o a alguna actividad, los medellinenses te aconsejen que debes ir acompañado y tener siempre mucho cuidado: nunca se sabe qué o donde puede ocurrirte algo.
La gente ve como normal cualquier atraco, secuestro o balacera y suelen insistir en que ahora se está mucho mejor.
Los acontecimientos en este país desde los años ochenta y noventa han tenido como consecuencia la no llegada de extranjeros, y, ahora que empiezan a venir los están tratando bien.
Sus habitantes están pendientes de ti, de ayudarte u orientarte en cualquier duda o situación, lo que convierte la estancia en un placer.
Caso diferente son los colombianos de la costa (Cartagena, Santa Marta, etc.), que siempre han tenido visitantes y viven de ellos, no tienen los detalles de los que se disfrutan con los colombianos del interior.
La ciudad ha crecido de forma muy acelerada, llegando a más de tres millones contando las poblaciones del gran Medellín.
Situada entre dos montañas, la ciudad está en el valle mientras por las montañas van subiendo los poblados, generalmente de gentes que huían de la guerrilla, los paramilitares o los narcotraficantes, muchas veces sin planificación ni infraestructuras, como en la mayoría de las grandes ciudades de Sudamérica.
Drogas y sustancias.
Hay una cadena de droguerías que se llama “Drogas la rebaja”, y realmente es cierto.
Aunque lo típico del lugar es la cocaína, se mueven como el mercado y cultivan lo que el cliente pide. Así pusieron en marcha algunos miles de hectáreas para la marihuana y, cuando vieron el negocio de la heroína no tardaron en plantar amapolas.
Venir aquí y no probar es como llegar desde otro país a Valencia y no comerse una paella.
En la cata me inclino por lo clásico y lo primero que sorprende es la facilidad de adquisición (estoy con grupos de artistas y en el arte ya se sabe) y el precio: cuatro euros la ración, y, desde luego, en ese precio está incluida la comisión del contacto.
Los políticos siguen discutiendo acerca de la legalización o no de las sustancias con los mismos argumentos que se usan en el resto del mundo.
1 comentario
Anónimo -