Blogia
cuidadokechema

Paris 06.08

Volver a París y compartirlo con gente conocida es siempre un regalo, es como volver a casa, a la casa grande, porque en París siempre todo es grande.

El barrio donde nos alojamos está lleno de negros que, durante gran parte del día y la noche le dan a las aceras un ambiente muy especial, pero a primeras horas de la mañana, en las calles o en el metro, cuando todas las caras son anónimas, cuando todas las personas son autómatas a gran velocidad, los negros no aparecen: solamente algunos integrados de buen vestir y ademanes afrancesados se disuelven en estos ríos de personas grises, vestidos casi siempre de oscuro que a toda máquina acuden a sus trabajos.

Pero yo prefiero las aceras llenas de negros de andar lento y pendenciero, de estraperlo y venta ambulante, siempre con bolsas y ropa estrafalaria, sosteniendo las paredes, esperando la caída del maná (ellos), casi siempre con niños, en versión real o en camino, apretadas, taconeadas y provocativas (ellas).

Cambias de barrio y te das una vuelta por lo que fue el barrio latino rebelde, y allí, los pocos negros que transitan, están al servicio de una clase social envidiada por el glamour español, cuyas ropas, restaurantes y tiendas nos han  sido vetados a los currantes y que solo el cine o la casualidad de un viaje nos enseñan.

En París, he comprobado como los extremos conviven en una distancia no demasiado grande, así, unas sandalias pueden oscilar entre 1,5 euros en Tati de Barbés a 650 euros en una boutique de la Rive Gauche. Cajas de bombones a 6,50 e. cada bombón o cafés a 4 euros en el Café Flore,  donde Jean Paul Sastre se los hacía con Simone de Beauvoir.

El alcalde (gay), se ha empeñado en que los parisinos vayan en bici y les ha puesto multitud de bicis gratuitas y carriles-bici por todas las calles importantes. También ha institucionalizado un viernes al año para que en las fincas se haga una ‘fiesta de vecinos’ aportando todos comida, bebida y fraternidad. Las comparaciones con nuestra sufrida Valencia, no pasan del primer apartado (gay), en espera de que alguna vez podamos compartir los otros dos (las bicis gratuitas y las fiestas de escalera): que penita.

 

 

0 comentarios