Iquitos 11.08
Iquitos se comunica con el resto del Perú solamente por el rio (Amazonas o afluentes), y por aire. Solamente hay una carretera que va a Nauta (unos 90 km), y, a lo largo de ella han proliferado talleres y chiringuitos de carretera para beber y oír música caribeña a muchos voltios. El trayecto lo cubren unos microbuses folklóricos y coloristas que alguien debió retirar cuando yo era niño, pero siguen ahí. No pasan de los 20 km por hora, y en su frontis figura con orgullo el nombre de la empresa: FURIA. En todo el centro de la ciudad que está asfaltado y tiene aceras (en los barrios del extrarradio, ni una cosa ni otra), el personal ha robado casi todas las trampillas metálicas del agua potable (que no es potable) y si no caminas mirando el suelo puedes dejarte allí una pierna y finalizar el viaje dios sabe como. La existencia de una procesión importante como la del cristo de los milagros viene anunciada en la prensa desde días antes, y de paso te dice en que cuadra aparecerá el alcalde a cargar con el cristo. Paran la circulación, ponen en algunas esquinas unas pantallas blancas con música, una imagen y unas luces chinas de navidad y a esperar. Antes de la llegada del ‘grueso’ de la procesión, desfilan toda clase de vendedores ambulantes de todo lo que se pueda comer, beber, globos, chuches, y un sin fin de cosas que solo se compran los días de fiesta. La gente que rodea la ceremonia está muy excitada (la procesión coincide con el ‘Día nacional de la canción criolla’, la noche de hallowen y víspera del ‘día de los muertos’, así que la diversión está garantizada. Pero los integrantes de la procesión se lo toman en serio: una pancarta con el lema ‘la Biblia es el mejor libro. Un auto con servicio de megafonía : ‘mismamente vamos avansando’. Unas señoras y unos señores con una especie de uniformes morados con grandes cordones blancos (el equivalente a nuestras clavariesas), pero todos vestidos igual y de forma austera, nada que ver con el desfile de trajes de coctel a que nos tiene acostumbrados la burguesía valenciana. La cosa es lenta porque parece ser que solo sale en contadas ocasiones y este de los milagros es de los más influyentes. A continuación el pueblo soberano sin filas: a mogollón. Cuando pasa junto a uno de los altares (?) un par de chibolos (adolescentes) le hacen un baile regional. Al llegar a una plaza el cura hace un sermón por los altavoces, un receso y vuelta con el cristo de nuevo a la calle. La cosa acaba a las tantas si la lluvia no lo impide. Cuando se ven algunos cuervos revoloteando juntos es que han descubierto algún animal muerto u otra cosa comestible. Si por el contrario son muchos cuervos y vuelan en círculo, y esto coincide con que se oscurece el cielo por el este es que va a llover. Cuando llueve de nada valen los chubasqueros de la Man ni cualquier paraguas, que de hecho no se ven. Cuando cae, lo hace de tal manera que tienes que meterte bajo techo y a veces piensas que el techo se viene abajo. En un cyber al que voy a menudo deben tener problemas con los desagües o con los olores, el caso es que han puesto un cartel en la puerta del aseo con la siguiente inscripción: AQUÍ NO ES PARA CAGARSE. ÚSELO SOLO PARA ORINAR. La afición a comer pollo a la brasa es de tal magnitud que no es fácil discriminar entre tanta oferta. El dueño de un restaurante en la Plaza de Armas, dedicado casi en exclusiva al consumo de dicho animal ha decidido ponerle un nombre, original sin duda, ignorando que en castellano o al menos en España tiene connotaciones distintas a las de aquí: el restaurante se llama ‘ RESTAURANTE EL POLLÓN’. Por lo demás, es una ciudad encantadora de gente simpática, con una humedad superior al 90 por ciento y que no baja de los 30-35 grados: como un día de poniente en Valencia pero con mucha humedad: igualito que el Viet-nam y encima hablan castellano (a su aire, claro).
4 comentarios
paula -
Sergio -
No dejes de comer en el Restaurante El Pollón!!!
Qué aproveche!
Toni -
miguel tarin -
no te urines fuera que te puedes cagar