Benidorm senior 12.09
Benidorm senior
El hotel Poseidón Playa es un mamotreto de casi veinte plantas llenas de habitaciones.
Sirve de morada a centenares de jubilados preferentemente del interior, que siempre soñaron con disfrutar de unas vacaciones aquí.
A la vez, supongo que debe haber una docena de hoteles de las mismas características y con la misma fauna.
Este colectivo lo llena todo y no puedes salir a dar una vuelta o tomar café en una terraza sin disfrutarlo.
Ni siquiera los lugares ‘marginales’ se libran: están llenos de seniors marginales (o casi).
Si no puedes evitarlos durante todo el día n ningún lugar, es, en la hora de las comidas cuando se abren todas las compuertas y comienza el encierro.
La mía es una generación que durante la dictadura no levantó la voz y que ahora habla gritando. Cuando se comunican con la familia por el móvil gritan tanto que si cuelgan seguro que su hija les oye en Ciudad Real.
Como es habitual en las personas mayores y más en los que vivieron épocas de racionamiento, su avidez por la comida es notoria, y, como algunos tampoco han superado lo de ‘todo gratis’, llenan los platos que muchas veces los retiran rebosantes de comida, tal vez para comprobar que por fin en su vida pueden hacerlo.
Tengo el presentimiento de que voy a encontrarme gente de mi pueblo, Godelleta, y los primeros días me sorprendí varias veces al ver al señor-barriga que podría llevarla en un carro de supermercado junto a su esposa-monedero-tamaño-libro bajo la axila caminando con paso firme como si a vendimiar marcharan, comprobando al instante que no se trataba de godelletanos sino de gentes de cualquier otro lugar que son iguales, que visten igual y que, cual clones llenan en estos momentos las playas senior de nuestro país, y por supuesto Benidorm también.
Que le vas a llevar a tus nietas?
- Una pulserica que parece de oro pero es de los chinos.
- Pues yo al principio llevaba cosas pero ahora solo llevo lotería de navidad, pero el año pasado a mi marido le robaron la lotería y la tarjeta, no sé qué haremos ese año.
- Ay, cuanto me vas a echar de menos. . . . .
No se habitúan a circular por espacios con mucha gente: tropiezan con frecuencia con los demás: permanecen quietos ante un plato del buffet son la mirada perdida o señalan con la mano algo que les interesa con riesgo de sacarle el ojo al ciudadano de turno.
- Oiga, me haga el favor, dígame lo que pone ahí que no he traído las gafas.
- Ahí pone ‘cordón blue’, señora.
- Y eso de blu que es pescao?
- No señora, es una carne empanada y lleva a veces una loncha de queso dentro.
- Carne con queso? que modernos son aquí.
Aún reconociendo que toda su vida la pasaron trabajando y que, por fin se les obsequia con el regalito de disfrutar a bajo precio en otoño-invierno de lugares pensados para el verano, hasta que nuestros políticos creen el Ministerio del Buen Gusto, alguien tendría que hacerles un cursillo para ponerlos al día en cuestiones básicas:
- Que no pueden pararse a hablar siempre en las entradas de los recintos.
- Que cuando sacan una paella de marisco vd no puede llevarse todos los langostinos.
- Que no hay que gritar.
- Que, si te ayudas con un bastón para caminar, no debes utilizarlo para señalar lugares cuando paseas por una acera muy transitada.
- Que en un buffet debes calcular la comida que vas a consumir y no retirar los platos llenos.
- Que si has comido suficiente no debes llevarte pan en los bolsillos para seguir masticando en la habitación. Etc. Etc.
¿Cuánto tardarán en incorporarse a estas vacaciones sociales los fans de Beatles o Rollings?
Un hombre-orquesta con piano electrónico ‘ameniza’ las noches en el gran salón donde el formato no va más allá del baile agarrado de los cincuenta, y el colmo de la transgresión se lo lleva una conga o esas coreografías de todos en fila marcando el paso, tan disfrutadas por la derecha godelletana en las verbenas veraniegas.
Muchas mujeres ya bajan a cenar envueltas en chales y/o lentejuelas para destacarse en el baile con unas energías que hacen pensar en los años setenta, cuando para adelgazar a una generación femenina evidentemente obesa, nuestra clase médica no vaciló un segundo en ponerlas a todas con anfetaminas convirtiendo las colas de hornos y carnicerías en verdaderos gallineros.
Unas sesiones matinales de gimnasia de mantenimiento o de concursos de petanca completan la oferta cultural del hotel.
Al salir por la mañana unos jovencitos ofrecen excursiones (que, naturalmente hay que pagar), a una fábrica de chocolates.
Todo incluido por menos de 30 euros diarios: ya somos europa.
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