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Lima de nuevo 10.08

Lima de nuevo  10.08

Lima de nuevo.

Que tendrá lima a la que todos se arriman?

Sigue igual de caótica, igual de destartalada y todos siguen acudiendo aquí.

La Municipalidad asfalta o repara las calles y de pronto se deja un agujero sin tapar donde van pasando autos (si lo consiguen sin romper amortiguadores), a paso lento produciendo atascos de horas.

Este año tampoco han terminado una especie de trolebús que atravesará toda la ciudad para agilizar el transporte público, ya falta menos.

Estas viendo una película subtitulada y minoritaria cuando suenan los móviles y la gente los contesta. Los taxistas te explican la media docena de veces que lo asaltaron en los últimos meses. Ayer, para convencer a un los propietarios de las tiendas de un  multicentro de productos falsificados (cds y compañía), famoso en la ciudad con un nombre peculiar: Polvos azules,

La constructora de turno mandó (para amedrentar a los vendedores),  a unos 60 individuos que de pronto se pusieron a disparar ‘al aire’ y a blandir objetos punzantes ante la mirada aterrorizada de los clientes (yo estuve el año pasado en ese lugar), y la defensa con barras de hierro de los propietarios cooperativistas: 40 detenidos.

 

El gobierno ha sacado una ley para controlar las armas: si entregas las que tienes antes de 180 días, te premian, si te las pillan después de los 180 días, te castigan.

 La ley especifica que se trata de pistolas, armas largas, granadas y explosivos, para que no quede duda.

 

Ayer fuí (acompañado, naturalmente) a visitar el cerro de san Cristóbal, desde el que se ve toda la ciudad (mas o menos). El trayecto lo hace una ‘combi’ (especie de furgoneta pequeña y repleta de personal) con guía incorporada: turismo peruano para peruanos por cinco soles (1,25 euros).

Al pie del cerro esta Cimac, un poblado que desde lejos parecía idílico, con casitas pintadas de colores vivos, pero la guía, al llegar nos advierte que cerremos todas las ventanillas y que guardemos (si tenemos) las cámaras.

Una vez pasado el poblado,  la guía anuló la orden.

 

Desde arriba del cerro,  nos invita a ver el barrio mas grande de Lima (millón y medio de habitantes), donde parece que hay calles que  están asfaltadas y otras que no,  y que un europeo no entra sino de la mano de alguna ong.

La carretera de subida y bajada es muy estrecha y parece imposible que dos vehículos se puedan cruzar. No hay barreras protectoras (solo algunas piedras que cayeron del cerro y las arrimaron para no molestar), lo que hace que cada vez que se cruza nuestra combi con alguien la cosa se ponga dramática, momento que aprovechan los pasajeros para preguntarle al chofer o a la guía cual es la curva donde se cayó la combi y murieron tantos. Entre el pasaje no hay consenso sobre el número de muertos y es que a los limeños, cuando los dejas, todos se van al culebrón.

Las discotecas tienen un señor en la puerta que cachea al personal buscando armas para garantizar en lo posible el orden. A pesar de esto, hay un cartel que te dice que si tienes problemas de violencia que llames a este teléfono.

En el parque Kennedy hay un anfiteatro donde la gente expresa gratuitamente por las tardes sus artes. El jueves tocaba poesía, y el rapsoda, después de darnos a conocer sus últimas inquietudes nos ofrece el libro a 0,50 soles  (un euro= 4 soles) que nadie compra.

En el hotel un señor (peruano) me ve leyendo y quiere regalarme un libro que tiene para que lo lea. Le advierto que yo leo solo los libros que me apetece y no todos los libros del mundo y casi se ofende.

En un restaurante que frecuento y que es de alto copete, todos los días se celebra algún santo (cumpleaños), y el camarero que los atiende se ayuda del resto de camareros y durante unos momentos montan un coro para cantar el cumpleaños feliz con ritmo de palmas al final y aplausos incorporados: la gente esta encantada.

Los periódicos vienen llenos con los padecimientos de una locutora de telebasura que han metido en la cárcel por pasarse media docena de pueblos. Casi nadie habla de que este mismo mes han dimitido a todo el gobierno por corrupción.

Pero la economía peruana sube a un ritmo más deprisa que los países vecinos y hay optimismo generalizado.

 

Hoy he ido (acompañado también) a comer a un barrio del norte. La combi ha tardado hora y tres cuartos y hemos tenido dos visitas: un salvador del mundo que después de ilustrarnos sobre la dignidad humana y la corrupción reinante, ha vendido unos libritos (1 libro, un sol) que parece que versaban sobre la buena crianza de los hijos y sobre las maneras de triunfar: ha vendido un montón.

 

El otro (ciego) nos ha explicado lo duro que es ser ciego y ha pasado después una bolsita de plástico para las propinas: casi nadie le ha dado.

La combi invita a agarrarse bien a las barras porque en frenazos y arranques casi siempre sale alguna niña o niño despedido de su lugar hasta el final (o el principio) del bus, pero casi todos dormían y es que el trayecto era muy largo.

El paisaje, sin desperdicio, como para no bajarse a comprar tabaco, pero que tendrá Lima a la que todos vienen (dicen que pasa de 12 millones), ocupan los cerros que quedan libres.

Entre el paisaje y la crisis llevo dos días sin ver ningún extranjero.

Nos iremos para Iquitos a ver si con el calor y la selva ampliamos horizontes.

 

 

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