Amsterdam 05.09
Si al llegar a Barcelona la semana pasada sacaba la conclusión de que una ciudad es mas civilizada cuantas mas bicicletas se ven por sus calles, y concluía la superior civilización de ésta con respecto a mi sufrida Valencia, al llegar a Ámsterdam, siguiendo esta regla habría que darle un título honorífico porque toda la ciudad está llena de bicis: con suplemento para llevar al niño delante, con caja de plástico para la compra, con alforjas para el portátil de los ejecutivos, aparcadas en lugares pensados para ellas, resistiendo la lluvia o el frío nocturno, con todos sus carriles específicos, convierten a Ámsterdam en la capital bicicletera de Europa.
Si en Barcelona era lamentable ver a altas (y no tan altas) horas de la noche, el deterioro de la parte “baja”de las Ramblas (putillas adolescentes con sus chulos respectivos, borrachos de fin de semana, tironeros de bolsos, carteristas, etc. En Ámsterdam, los grupos de adolescentes o jubilados de entre la semana son sustituidos por manadas de holligans borrachos que mean en cualquier parte y se lo beben todo o se lo fuman todo. Algo así como ‘Valencia en fallas’
Si en los 70 podías dormir junto a cualquier canal y fumar en el Bulldog, ahora, la industria de los porros está instalada de tal manera que no hay una acera del centro que no tenga mas de media docena de cofee-shops con toda la marihuana disponible para relax de la vieja Europa.
La industria del sexo ha ido decayendo en la medida que los países van legalizando la pornografía o los objetos eróticos, y las putas de los escaparates bostezan de aburrimiento porque ahora para follar no hace falta pagar, pero el tema porros está en todo su apogeo.
Es lo que les distingue del resto de ciudades europeas y lo que les da pingues beneficios.
Y cuando estás aceptando ese grado de civilización superior al de tu ciudad y andas por los canales con cierto complejillo de inferioridad algo sorprendente ocurre en Ámsterdam que moviliza a muchísima población y se convierte en una ‘cruzada nacional’. Nada mas y nada menos que la semifinal clasificatoria para Eurovisión: los bares llenos de gente entusiasmada que tararea todas las canciones y se enloquece entre cervezas ante cada nuevo concursante.
Después de toda la energía gastada y el alcohol consumido, la no clasificación de Nederland (ellos insisten en que Holanda es solo una provincia), los envía a la cama con la cara larga y el rabo entre piernas sumidos en una depresión nacional de difícil recuperación.
El viernes noche la cosa de borrachos se pone a tal nivel que decido pasar el sábado en Rótterdam.
Cuando empezó la segunda guerra mundial, los alemanes bombardearon salvajemente Rótterdam y no dejaron ni una pared. (eso fue en mayo de 1940 y estos días lo están recordando).
Esto les sirvió de advertencia ‘de lo que os puede pasar’ y se rindieron esa misma tarde. De esta manera no tocaron Ámsterdam ni otras ciudades.
Rótterdam es una ciudad tranquila y con edificios muy modernos, grandes y acristalados, con precios mas asequibles y sin turistas.
Domingo me acerco a Haarlem (otra joyita y sin turistas), con lo bien que funcionan los trenes en Nederland uno puede escapar de borracheras globales y eurovisiones participativas
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