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Buenos Aires 10.10

Buenos Aires 10.10

Como dice el tango: mi Buenos Aires querido, cuando yo te vuelvo a ver:

Me encuentro las calles llenas de basura amontonada emulando, tal vez, a Nápoles, que no es de extrañar en una ciudad que también tiene su Palermo.

Como siempre la encuentro tan impactante, tan capital de capitales, con sus cafés-librerías, más de un centenar de espectáculos teatrales y su empaque de metrópolis.

Pero los jubilados no podemos sentarnos en un banco del parque con un libro porque sus zonas verdes están ocupadas (por ocupas, naturalmente), a los que el ayuntamiento los va empujando hasta tirarlos y, para asegurarse de la no reincidencia, pone vallas que cierra al llegar la noche: vaya valla.

Tras una de ellas, junto al Congreso se refugió un pollo huyendo de rituales macumbas que pretendían cortarle el cuello para hablar con los espíritus. Y allí está, detrás de la reja burlándose de la secta y convertido en la mascota de la ciudad. La ciudadanía (como diría nuestro presidente) le alimenta y lo quiere.

Todos los días, y en cualquier sitio te encuentras una manifestación, la de hoy, que incluye un muerto, víctima de reyertas sindicales en un país donde los líderes sindicales se convierten en empresarios y algunos militantes van con pistola al

cinto.

 La movida promete ser brava, así que la meteorología aconseja no salir del barrio y no aventurarse por el centro de la ciudad.

 

Los gays ya se pueden casar pero en la calle no se nota.

Los modernos llenaron Palermo de diseño y ahora están invadiendo San Telmo con las mismas intenciones.

Puerto Madero  se administra una indigestión financiera y por todas partes te encuentras centros culturales, visitas guiadas gratuitas, exposiciones y todo lo que el espíritu sea capaz de digerir.

Los asaltos son tantos y tan a la luz del día que casi siempre hay alguien dispuesto a grabarlos con un celular y las televisiones sensacionalistas lo sirven a la hora de los postres.

En una encuesta televisada preguntan a la gente de la calle sus opiniones sobre el asunto de los mineros chilenos sepultados dos meses en la galería. El locutor le pregunta a un viandante que opina sobre la abstinencia sexual de esos hombres durante tanto tiempo. El entrevistado con una naturalidad poco habitual le contesta: ¿Qué abstinencia?, allí no hubo abstinencia.

Y  es que en Buenos Aires la vida siempre, siempre, . . .es un tango.

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