Neuquen 10.10
En medio de la Patagonia, esta ciudad próspera no esconde grandes encantos, pero, por primera vez en mi vida veo una ciudad absolutamente desierta.
Cuando en Argentina se hace un censo cierran todos los establecimientos y es un día forzosamente feriado.
No se entiende porque el censo se hace en un solo día, ni porque no se puede tomar un café ni comer ni sacar boletos para viajar.
Es muy parecido a una ciudad árabe durante el ramadán, pero sin el trasiego de sus calles: nadie sale de casa y solo los servicios de urgencia, la policía y algunos taxis se ven por la calle.
Unos días antes se rumoreaba que bandas de delincuentes iban a hacerse pasar por ‘censistas’ para asaltar a ancianos y menos ancianos en sus casas, así que las autoridades dijeron que los censados podrían rellenarlo y entregarlo por la mirilla de la casa sin visitas inoportunas.
Intento desayunar en un hotel que son los únicos lugares donde esto es posible y me dicen que tienen orden de la gerencia de que solo se alimente a los huéspedes propios y que los viajeros alojados en hoteles sin desayuno (como es mi caso gracias al oportuno Murphy) que se jodan.
Consigo con ruegos y alarde de extranjero simpático en apuros que un hotel me sirva un café con leche y en la tele veo que el ex presidente y esposo de la presidenta se ha muerto esta mañana de una especie de infarto, que parece ser el único freno que ha tenido en su vida amasando dinero y patrimonio. La presidenta y esposa que no se le queda atrás continuará su labor.
Si en Chile me encontré con la muerte de Pinochet y en Argentina con la del Kirschner este (no se si lo escribo bien), me van a tener que invitar a otros lugares a ver si hay suerte (Cuba por ejemplo).
A las ocho de la noche desayuno, almuerzo y ceno en uno de los pocos lugares que han decidido abrir.
El hotel tampoco acompaña, lo regenta una ancianita de noventa (según asegura) a la que auxilian dos hijas, que como siempre se reparten los papeles: la buena y la mala.
La buena va a su aire y no marea. La mala, con cara de insatisfecha me hace un interrogatorio en regla: procedencia, estudios, situación laboral, etc. al cabo de la cual concluye que los españoles somos muy ariscos, buscando, tal vez un rasgo de afectividad del huesped cara de palo.
Le desaconsejo generalizar y me cita a la mañana siguiente para censarme, que parece que hay que contabilizar a los extranjeros (aunque no se les dé de comer), y me hace un interrogatorio en toda regla.
Después, en la calle me entero de que la gente esta disgustada porque cuando ha ido a su casa el o la censista solo les ha preguntado el nombre y si vivían alli. ¿Cuales eran las verdaderas intenciones de la mala metida a censista?.
Como al día siguiente tengo que tomar un bus a las siete de la mañana le pido que me llame un taxi por teléfono y lo hace, pero cuando cuelga me confiesa que esa misma compañía una vez que los llamó no vinieron: una pesadilla.
Me voy de Neuquen con el estómago triste y el deseo intenso de que esta mujer encuentre un novio o un arreglito cuanto antes.
Seguro que en Mendoza, tierra de vinos y de montañas la cosa presenta mejor onda que dicen por acá.
2 comentarios
Sergio -
Chelo -
¿Qué tal si propones una subvención especial para tí? Podría ser algo así como "bolsa de no-viaje". No habría país que no estuviera dispuesto a pagarte lo que fuera, con tal de que no te acerques ni un poquito. Claro, también se podría montar una subasta: ¿cuánto por ir? y ¿cuánto por no ir? y el que más pujará, pos...eso
Otra cosas: lo del censo, muy curioso. El procedimiento parece fotográfico: que no se mueva nadie, que nos va a salir borroso. Tos quietos, paraos...
Lo de sin desayunar, qué rollo, aplican el lema de "jódete haberte apuntado a otro hotel", qué crussss.
Seguiremos tus andanzas desde este lado del charco