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cuidadokechema

Ayacucho 12.10

Durante muchos años, Ayacucho estaba vetado a los viajeros.

Aquí se instaló una banda terrorista, Sendero Luminoso, que tuvo en jaque a distintos gobiernos.

La pobreza y el abandono de siglos, el descontento social y los excesos de las fuerzas del orden que hicieron una masacre en una protesta estudiantil sentaron las bases del afianzamiento del terrorismo generalizado, los militares y sus animaladas hicieron el resto.

Todavía se están descubriendo fosas comunes y mucha gente anda buscando a los suyos.

Fue en los ochenta, mientras nosotros flipábamos con la movida, estos pobres vieron como morían 69000 personas.

Es una ciudad muy andina, como Cusco pero sin turistas, que suelen venir solamente en su famosa semana santa y en los carnavales.

 Los únicos extranjeros son misioneros o cooperantes y el personal se extraña cuando dices que has venido a visitar la ciudad.

Sin embargo a mi me da la sensación de ser la ciudad mas tranquila y menos violenta de cuantas he visitado en este viaje.

No se oye música pachanguera a todo trapo. Ellas con sus trenzas y sus indumentarias y ellos más modernos calladitos como asustados. Extremadamente pacíficos y todo el centro histórico un paraíso de casas bajas. Precios la mitad que en Lima y mas de treinta iglesias de varios siglos de antigüedad.

A unas horas de camino está la VRAE, donde comienza la selva y las zonas cocaleras y, naturalmente el narcotráfico con sus peculiaridades.

Muy aislada, no está en el camino de ninguna otra, rodeada de montañas y comunicada ahora (gracias a Fugimori) con Lima en una carretera asfaltada. Antes de hacerla, venir hasta aquí era cosa de veinte horas de caminos polvorientos.

En sus calles proliferan los negocios familiares: en casa se hace algo de comer o beber, se elaboran más de cien raciones y alguien de la familia se va a venderlos a la calle. Te puedes encontrar desde refrescos de maíz morado, pastelitos de calabaza, rodajas de piña peladita, maíz frito y un sinfín de artículos a menos de veinte céntimos de euro.

Uno de los negocios familiares no comestible es el de los pesos.

Se trae un peso de baño, de los de ponerse encima, se pone en la calle y el que quiera pesarse paga.

Los ‘pesadores’ se suelen poner delante de las iglesias, donde los andinos tal vez van a quitarse algún peso de encima.

En el Banco de la Nación una cola interminable de campesinos esperan para cobrar el subsidio de cien soles (unos treinta euros) mensuales y un policía resuelve a empujones los distintos criterios sobre el orden y las colas.

El último día de campaña electoral de la segunda vuelta de las elecciones regionales, un candidato ha puesto una orquesta y un mitinero en la plaza que entre canción y canción nos ofrece un espléndido catálogo de consignas:

‘los que saben y los que piensan el domingo votaran a la lista A’

‘demos gracias a dios por poder elegir el domingo libremente al fulano de la lista A.

Junto a la orquesta, han puesto una maqueta y una fotoshop mostrando un puente. Debajo la leyenda: ‘si me votáis este puente se hará, os lo prometo’.

La verbena no puede terminarse porque cae un chaparrón y la gente opta por retirarse protegiéndose de la lluvia con las pancartas del candidato.

Durante la lluvia, de pronto hay un corte de luz y la ciudad se queda a oscuras. Marcho como puedo hasta el hotel y todo el mundo supone que ha sido un rayo.

Al día siguiente, que la ciudad sigue sin luz (el hotel nos repartió velas a todos los huéspedes),  la noticia no oficial que todo el mundo conoce es que han sido los terroristas que han volado un centro eléctrico y que la cosa tardará en resolverse.

Ironías del destino: los autores son Sendero Luminoso, que se supone que nacieron para dar luz a estas gentes y, otra vez, los han dejado a oscuras.  Pobrecitos.

Para suavizar crónicas oscuras:

Pegatina de gran tamaño que suelen poner en el cristal trasero de los coches:

Vendo a mi suegra, pago por kilos.

Cartel de un restaurante:

Pollos y parrillas  El pollón.

 

1 comentario

sonia -

Leo esto y me hace pensar como la vida cotidiana nos arrastra a un "ensimismamiento" en los que a veces nos creemos el "ombligo" del mundo y que al viajar entendemos la de "colores" y "sabores" que tiene la vida y eso nos permite abrir la mente a muchas realidades. Gracias por compartir tus experiencias que nos ayudan a todos a "desensimismarnos"