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cuidadokechema

Laos 02.15

Después de tantos viajes, al final logras distinguir a los vietnamitas de los coreanos y a éstos de los tailandeses porque parecen iguales pero no lo son.

Entro en Laos desde Thailandia y el efecto que me produce es que son más pequeños, más reducidos.

Hay una expresión, no carente de mala leche, que suele ser utilizada por las señoras valencianas para referirse a alguien haciendo constar sus carencias. Suelen decir de esta persona que es ‘’poquita cosa’’.

Pues esa es la sensación que te llevas cuando llegas.

Esta característica que puede ser útil en determinadas circunstancias tiene también sus desventajas: muchas veces, los asientos del transporte público se hizo pensando en ellos y cuando te sientas medio culo se te queda fuera.

Además de ser poquita cosa, a estos les ha caído todo encima: tienen el record de ser el país mas bombardeado del mundo, y han recibido hostias de todas partes, pobrecitos, ellos que no se metían con nadie.

Eso explica que no sonrían a la primera como los indonesios o los tailandeses, ni quieran trato con extranjeros, no aceptan que se les fotografíe y, cuando por necesidad se sientan a tu lado en el bus, en cuanto hay un sitio libre te dejan y se van.

Parece que cada vez que ha venido por aquí el hombre blanco ha sido para joderlos y hasta aquí hemos llegado.

Los franceses los quisieron hacer trabajar para sacarle partido a la colonia y la cosa acabó trayendo decenas de miles de vietnamitas porque no había manera de hacerlos apencar.

El opio debe explicar ese carácter introvertido y tranquilo así como el poco interés por ser el trabajador del mes.

Recuerdo en la transición que un político de izquierdas dijo que fumar marihuana no era malo, que lo malo es que si se legalizaba y todos fumaban ¿quién iba a trabajar?, porque a ningún fumeta le da por currar.

La industria turística la han enfocado de forma sencilla y sin complicarse: si viene gente que se dejen la pasta.  Cada cosa que puedan desear los turistas sube enseguida de precio sin tener en cuenta la calidad ni la mejora  ni gaitas.

De esta manera subes a un barco que te cuesta el salario de medio mes de un laosiano, te sientas y cuando te echas hacia atrás te das una hostia porque los asientos no los han clavado en el suelo.

Las sorpresas son constantes y no se alteran por nada, pero el país es tan hermoso que te compensas después.

Cuando les preguntas si puedes hacer una foto directamente te dicen que no.

A los niños los tienen bien amaestrados. En los poblados se te acercan, nunca te piden nada simplemente vienen a observarte y, en cuanto sacas la cámara se van todos corriendo. 

Yo he conseguido hacer algunas fotos de niños sobre todo de los muy pequeños y tengo la sensación de haberlas robado, pero no puede resistir la tentación.

No encuentras a ninguna persona de Laos teniendo una conversación con alguien extranjero. Su relación se limita al ‘’negosi’’ y fin. Todo lo contrario de sus vecinos.

Las carreteras están todas en construcción, así que en los trayectos largos el conductor, antes de salir reparte bolsas de plástico para vomitar dentro de un orden.

Por la carretera, constantemente cruzan niños pequeños y todo tipo de animales (pollos, patos, cerdos siempre negros, vacas, etc.), pero no se ven rastros que aseguren que ninguno de ellos fue atropellado, y los conductores no aminoran el paso, los animales y los pequeñines lo han asimilado en los genes.

En el norte, si se hace una carretera nueva, una presa para conseguir energía o se plantan plátanos o sandías en plan industrial, son los chinos los que se encargan del asunto. Tienen sus pensiones con sus carteles en chino  y forman un grupo bastante cerrado que va penetrando en la economía laosiana como quien no quiere la cosa. Ya les han prometido que el tren de alta velocidad  chino va a llegar hasta aquí.

En muchos hoteles, agencias de viajes o salas de masaje, . . . te obligan  a dejar el calzado a la entrada e ir descalzo por dentro, que es su costumbre.

En el barco y en algunos buses de lujo también. En el barco era especialmente delicado cuando tenias que ir al baño porque el suelo estaba siempre muy mojado, pero las costumbres son las costumbres.

 

 

 

 

 

 

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