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cuidadokechema

Pattaya 03.16

Como se suele decir, si no existiera habría que inventarla.

En la guerra de Vietnam con tantísimos soldados gringos, no bastaba hacer la vista gorda con respecto a todo tipo de drogas, sino que, se necesitaba un lugar donde desnatarse, donde dejar el semen acumulado.

Estados Unidos tenía (y tiene) muy buenas relaciones con Thailandia, así que no había dudas, pero el lugar principal, Bangkok era (y es) una ciudad caótica y superpoblada. De esta forma se eligió una playa cercana para estos menesteres: Pattaya.

De la misma manera que con las drogas, aquí también se hizo la vista gorda con el sexo, y se permitieron todo tipo de variantes que los soldaditos pudieran necesitar.

El gobierno les dijo a los súbditos que la prostitución era una industria nacional buena para el país y lo demás se puede adivinar.

El sexo mueve mucho dinero y, al terminar la guerra,  Pattaya se fue consolidando como un destino sexual mundial.

El escenario se puede imaginar: manadas de putas por todas partes, ladyboys (travestis), chicos, y niños,  lo que ahora se trata de corregir porque la cosa no llegue a mayores y al gobierno le saquen los colores en las reuniones internacionales.

La postura oficial es de que están haciendo lo que pueden para erradicarlo pero que tiene que ser poco a poco porque estas cosas no se arreglan de la noche a la mañana.

La escena habitual en la calle o los restaurantes y centros comerciales es la de un hombre blanco mayor (aunque se ven treintañeros también) entrado en carnes y canas con una muchachita que puede tener 30 pero no aparenta más de 17, la mitad de estatura que él y la cuarta parte de su peso.

 Al principio resulta grotesco pero te acostumbras.

Pero los tiempos cambian, y Pattaya se adapta como nadie.

Con  la industria del sexo como base, se le añadieron todas las falsificaciones propias del lugar y todo el textil que se cuece por aquí.

Esto se traduce en multitud de centros comerciales donde te puedes refrescar con su aire acondicionado potente y su todo-tan-limpito.

Por si el coctel no tuviera bastantes ingredientes, y, para completarlo, han aterrizado miles de rusos tan  ricos y tan horteras ellos (y ellas).

La cosa ha llegado a tal extremo que todos los carteles, los menús de los restaurantes, los avisos de los hoteles o la publicidad de las agencias de viaje están en tres idiomas:

Thai, inglés y ruso.

Y hace unos días que están apareciendo grupos de chinos, guiados por alguien con palo y trapito, paraguas o banderita. Se les ve encantados de formar parte del rebaño y se mueven como lo haría un marciano en los sanfermines, pero muy contentos. Es lo que faltaba.

Los meten en grupos a locales de go-gos femeninos y luego masculinos y flipan. Cuando lo cuenten en su país van a venir el doble.

En uno de estos locales de go-gos masculinos hay un anuncio luminoso en la puerta que se ha transformado en el slogan de Pattaya para camisetas y merchandising:   

‘’good guys go to heaven,

    Bad boys go to Pattaya’’.

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