Nuevas tecnologías, nuevos negocios. 03.10
En una carretera poco transitada, en el sur de Marruecos, de pronto me para la policía y me dice que he cometido un exceso de velocidad, que tienen un radar muy moderno que lo corrobora, que ponía a 80 y yo iba a 86.
Le digo que si lo dice el radar que seguro que es cierto pero que me conozco el país y procuro ser muy prudente y circular a la velocidad permitida o quizás un poco menos (cosa que es cierta).
Me enseña el formulario de la multa (que ya conocía) insistiendo en la cantidad (400 dirhams, unos 37 euros) a la vez que me pide mi permiso de conducir y la documentación del coche. Hasta aquí todo funciona como en el resto del mundo.
Me pregunta dónde voy y le digo que ya estoy de regreso, que si han terminado mis vacaciones y le digo que lo que se me ha terminado es el dinero.
Entonces se compadece de mí y me pregunta si me pone la multa o no. Le digo que él es el profesional y sabrá lo que tiene que hacer, pero vd dice que ya se le ha acabado el dinero, así que me propone pagar la mitad (sin rellenar el formulario, naturalmente), y le digo que sí, pero que todavía sigue siendo mucho dinero. No acepta el regateo insistiendo en que con doscientos la cosa queda resuelta.
Le pago y en ese mismo instante se convierte en mi amigo (acabo de subvencionarle el sueldo de cuatro días), y yo sigo insistiendo en que no me explico cómo me ha podido pasar.
Entonces, como es mi amigo me lo explica: el radar esta puesto en una cuesta abajo, donde el coche siempre aumente ocho o nueve kilómetros su velocidad: si vd iba a 80 tendría que haber frenado porque el coche sin hacerle nada, en esa cuesta aumenta la velocidad, así que con ese sistema nos pillan a todos, y como el radar es moderno y europeo nadie lo discute.
No contento con esa confesión (y es que 200 dirhams es un capital), me pasa a informar de todos los radares que me voy a encontrar en la ruta y donde están situados.
Nuevas tecnologías y nuevos negocios, pero sobre todo haciendo amigos.
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