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cuidadokechema

Pucallpa 10.11

Pucallpa   10.11

 

 

Es, junto a Iquitos una de las dos ciudades importantes del Amazonas, pero en este caso sí que tiene comunicación con el resto del país por carretera.

 

Aunque es el río el que marca la vida de estas ciudades, ellos se hacen llamar ‘gente de la selva’  y etiquetan conceptos como ‘comida de la selva’ ‘costumbres de la selva’, etc  ignorando siempre al río en sus definiciones.

 

Pobre, calurosa y anti-turística no se  podría hacer una idea de ella sin incluir a las moto-taxi: para una población de trescientas mil almas han repartido mas de treinta mil licencias de moto-taxi constituyéndose en el único, inevitable y ruidoso medio de transporte.

 

Los hay por todas partes y aparecen en cualquier instante. La enorme oferta hace que los precios sean realmente bajos y funcionan todo el día y noche con un  zumbido ausente de silenciador al que inevitablemente te acabas acostumbrando. Yo me he dado cuenta de que no oigo mi móvil peruano y cuando espero alguna llamada lo miro de vez en cuando porque solo se oye el ruido de las moto-taxis .

 

Las cosas importantes, como en todas las ciudades sudamericanas, ocurren en la plaza de armas. Allí llevan a las novias o a los hijos para hacerles la foto y en ella pasean vestidos de domingo con la familia.

 

Hay vendedores de todo tipo, pero unos realmente sorprendentes: hombres vestidos de mujeres con ademanes muy mariquitas y el vestido deformado por globos o pelotas muy grandes exagerando culo y pechos (dos delante y dos detrás), lo que les da un aspecto grotesco. Utilizan sus ademanes muy femeninos como marketing para conseguir vender unas chocolatinas que valen un sol (30 céntimos de euro) y de paso sueltan la pluma por la plaza.

Si fueran mas discretos posiblemente el machismo imperante los maltrataría, de esta forma solo arrancan sonrisas y venden más que otros vendedores.

 

Hay también dos monjas vendiendo helados y probablemente se trate de otro disfraz para el marketing porque no tenían pinta de monjas.

 

Si en la plaza de armas ves algún señor con una cámara de fotos colgada del cuello no se trata de un turista, evidentemente es el fotógrafo.

 

En una calle junto a la plaza todavía quedan mecanógrafos escribiendo cartas, instancias, etc a mano.

 

Yarinacocha es un lago que se forma en temporada seca y cuando crece el río por las lluvias desaparece y se funde con el.

Aunque es una mucipalidad separada de Pucallpa, realmente está muy cerca.

 

Según uno de los numerosos contertulios que uno conoce cuando viaja solo, estamos entrando en temporada de lluvias y el río ha subido un poco: ‘dos o tres metros no más’. Porque en estas tierras todo es muy grande, inabarcable.

 

Lo que se llamará Amazonas en Iquitos aquí es el Ucayali aunque es bien grandaso como dicen por estas tierras.

El lago es una especie de paraíso perdido, rodeado de selva  con barquitas que alquilan y otras que comunican con aldeas no mas alejadas que una hora de navegación.

 

El puertito, que todavía no ha conocido el asfalto y cuando llueve es un barrizal de película,  tiene mucho trasiego y en los restaurantes se come pescado de río aunque también anuncian ‘lagarto’ frito o a la parrilla (naturalmente se trata de cocodrilos).

 

Insisto con lo de anti-turística: ya me ha ocurrido dos veces de dejar un poco de propina y venir a devolvérmela. Cuando esto ocurre les repito que eso es para usted y entonces como extrañados me dan las gracias varias veces. (a que eso si que es exótico?).

 

1 comentario

esther -

lo veo todo... es facil verlo con tus palabras... gracias por darme tanto mundo...