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cuidadokechema

Iquitos 10.11

Cuando llegas a esta ciudad tienes la sensación de haberte metido en un horno, y, debido a la enorme humedad, comienzas a sudar empapando toda la ropa a los cinco minutos.

Solo la lluvia refresca el ambiente, pero estos días que no llueve la cosa es francamente infernal.

Los oriundos no suelen sudar (esto se reserva a los visitantes) pero estos días se les ve sudorosos así que la cosa esta brava.

El gobierno central ha sacado una ley obligando a los motoristas a llevar casco y los iquiteños, principalmente los conductores de moto-carros-taxis, se niegan.

Según ellos el gobierno ha hecho esto pensando en Lima y desconociendo el calor de la selva, y son las leyes las que deben adaptarse al entorno, así que se niegan.

Una empresa china se está encargando de construir un nuevo alcantarillado porque el actual vierte tal cual los residuos al Amazonas y es hora de sanear un poco el ambiente.

Si de habitual es una ciudad bastante caótica, ahora, con calles cortadas y máquinas trabajando la cosa tiene un aspecto de ciudad en guerra. Habituarse a estar en Iquitos es suprimir todas aquellas conductas que puedan ‘acalorarte’: andar despacio, no hacer movimientos bruscos o no enfadarse es más que recomendable.

La lejanía de la capital hace que por aquí las leyes se suavicen y las prohibiciones drásticas de fumar en Lima aquí se transforman en una tolerancia que se agradece.

Iquitos se está haciendo muy grande. Ya pasó del medio millón de habitantes y tiene fama de ser muy suelta de bajos: sus gentes son calientes y muy reproductores.

No dejas de ver niños pequeños y mujeres embarazadas y el puterío en todas sus vertientes es muy tolerado formando parte del paisaje.

Al viajero solitario le salen ‘acompañantes’ de todas las aceras.

Durante el día, sus gentes y sus visitantes aguantan como pueden el calor, pero las noches (solo un poco menos cálidas) dan mucho de sí.

Solo está comunicada con el mundo por aire y por río, lo que hace que algunos productos sean un poco más caros, pero los chinos se encargarán de equilibrar ese tema.

El abuso sexual de niños por parte de la familia o vecinos ha hecho que lleguen hasta aquí algunos pederastas, y, aunque se está luchando por erradicar esa lacra, parece que todavía existe.

Además del Amazonas, las excursiones a la selva y los diferentes turismos sexuales, uno de los atractivos de esta ciudad es participar en una ceremonia de ayahuasca.

Se está generando un turismo psicodélico que viene a eso exclusivamente y detrás de cada árbol aparece un chamán que te asegura que es el más indicado para el asunto.

Algunos restaurantes ofrecen un menú de preparación para estos ‘tragos’ porque hay que preparar el cuerpo bien para volar un poco más.

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