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cuidadokechema

Medellín-2 12.11

Nuestras autoridades legislan los temas de tráfico a golpe de estadística, es decir, si más de la mitad de los muertos que no llevaban cinturón, se obliga a ponerlo y así sucesivamente para reducir el número de accidentes.

En Medellín se hace lo mismo: si las últimas muertes por disparo en la calle han estado protagonizadas por jóvenes varones sentados en la parte de atrás de una moto, se prohíbe ir dos chicos en moto.

Que ha entrado alguno de los malos amparando su anonimato dentro de un casco de moto, a partir del anochecer, en ese barrio se entra con el casco fuera de la cabeza. Toda norma es poca para reducir las muertes violentas.

Pero esta filosofía de legislar aplicando la estadística tiene algunos aciertos que podríamos copiar:

Si un político en ejercicio de sus funciones es imputado en un asunto de corrupción, automáticamente deja su lugar y no puede ser ocupado por otro, de esta manera, el partido responsable de ese individuo pierde un escaño.

A esto le llaman ‘la ley de la silla vacía’. A ver si cunde el ejemplo.

Si esta ley se aplicara en la Comunidad Valenciana las Cortes iban a estar bastante cambiadas.

Una de las cosas que más sorprende en Medellín al visitante primerizo es lo acostumbrados que han estado a la violencia. Cosas que nos parecen extraordinarias a ellos les parecen normales, porque han tenido tiempos mucho peores.

 Aunque son extremadamente cuidadosos en advertirte que no debes ir solo por determinados sitios una vez anochecido (en realidad por casi todos los sitios).

La llegada de la noche, al menos por el centro, da salida a  una fauna de ‘ratas de la noche’ que por el día deben estar durmiendo por algún rincón y salen todos a la vez.

Los organizadores del festival de teatro ponen un guía a cada una de las compañías extranjeras que vienen y les acompañan constantemente.

Si son altas horas de la noche y vas a necesitar un taxi, no dejan que te vayas con cualquiera y te facilitan uno de ‘confianza’.

La televisión local dando instrucciones para las navidades, sugiere que no nos fiemos de los taxis y que si hay sospecha le hagamos una foto al taxista y la enviemos por móvil a un familiar para tomar precauciones.

 

La verdad es que no se puede venir solito si no quieres hacer turismo-aventura pero de verdad.

 

Los teleféricos que han puesto en dos cerros de gente pobre ha permitido integrarlos en el transporte de la ciudad y al visitante le permite contemplar por encima de los tejados de uralitas unas zonas por las que no se atrevería nunca a transitar, en una especie de voyeurismo de ver la intimidad de los otros sin ser visto, desde la cabina encristalada pasando sobre todos ellos como en un reportaje de la tele.

Mientras escribo esto, recién traída la cena al hotel antes de que sea peligroso salir a cenar, en las noticias afirman como resumen de las últimas elecciones que los asesinatos a candidatos a alcalde han disminuido desde las anteriores elecciones un veinte por ciento: esto está mejorando.

No es un asunto exclusivo de Colombia, porque se repite en casi todos los países pobres. Se trata de las trampillas metálicas del agua y el alcantarillado cuando lo hay. Es un bien codiciado, es decir, que se las llevan supongo que para venderlas. En las calles principales de las ciudades las reponen pero en el resto se deja tal cual.

Esto te obliga a ir mirando el suelo constantemente por que está lleno de agujeros.

Lo que si parece exclusivo de este lugar es la existencia de candados en las trampillas para evitar su desaparición, lo que te obliga también a mirar al suelo: o metes el pie o tropiezas con el candado.

También hay que llevar cuidado en no pisar a los que duermen en las aceras o simplemente están tumbados o quien sabe.

Cuando se pone a llover (estamos en temporada de lluvias) y te toca correr por las aceras, la cosa se pone más delicada y parece un deporte de riesgo.

La navidad les encanta: el último día de noviembre, Medellín se pone a tirar petardos y cohetes (que están prohibidos) para celebrar que llega diciembre y el día uno, los políticos empiezan a felicitar a todo el mundo las navidades por la televisión.

La prohibición de la pólvora parece que tiene que ver con que los malos aprovechan los festejos para camuflar los disparos entre tanto ruido.

Las autoridades insisten en que no se utilice pólvora y como aviso final dicen que los disparos al aire serán castigados.

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