Destinos exóticos
Cuando los europeos venimos por estas tierras no nos libramos de las etiquetas ni de las comparaciones. De esta manera le colgamos el cartel de ‘’exótico’’ a cualquier lugar donde hay cocoteros, playas guapas y gentes que visten raro.
En esta zona los cocoteros, plataneros o mangos crecen como por maldición y los hay en todas partes.
Me estoy trabajando el oeste y sur de Sri Lanka y el verde te estalla en los ojos.
También los bichos, ese que no se sabe si es familia de las arañas y aparece saliendo del desagüe de la ducha y aunque le enchufas el grifo y se va por el agujero, después vuelve a salir: al final amigos para siempre.
Ayer, en una terracita de las pocas que hay me cayó encima una lluvia discreta de hormigas rojas y gordas, y, hasta que el camarero me dijo que aquellas no picaban se me paró el pulso.
De una extensión aproximada del doble del País Valenciá y con mas de veinte millones de habitantes, como hace calor están todos en la calle o subidos en cualquier tipo de vehículo organizando el caos en carreteras o calles transitadas.
No he visto ningún accidente todavía y no me lo puedo explicar: todo transcurre como una danza donde se adelantan o se cruzan rozándose sin tocarse.
Al viajero solitario que solo le gustan los animales en su estado natural o en el plato, se le aceleran los latidos viendo a una especie de cocodrilo pequeño cruzando la carretera sin que nadie lo despachurre. Debe tratarse de una especie diferente porque, al contrario del cocodrilo tiene la piel fina y todos son del mismo tamaño, como de un metro, porque esta mañana, visitando las murallas de Galle ha salido otro a saludarnos. La gente no se hace ni puto caso o sea que no debe morder. Yo, por si acaso, no pido carne en los restaurantes.
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Miguel Ángel -