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cuidadokechema

Roma 1 11.13

Un madrugón descontrola el cuerpo y si los astros se ponen en fila pero al revés, las cosas se tuercen.

En el aeropuerto, la chica encargada de informar a todos los que llegamos no tiene planos, pero si tiene un bigote que podría prestárselo a Pancho Villa. Tal vez sea de ese sector lésbico que reivindica bigote y barba sin tener que ir al circo.

El hotel, que exigía una tarjeta para garantizar la reserva resultó ser de ‘’pago anticipado’’, y la conexión wify que anunciaba va a 5 euros el día.

Como no tengo el cuerpo para protestas le pido la clave (tras abonar el precio), y resulta que solamente puedo conectar una cosa, que si quiero ordenata y teléfono que entonces son diez euros día, y mi cuerpo se pone reivindicativo y monto el primer ‘’pollo’’ romano.

Casi todos los empleados son chinos o de por allí, y en la habitación me recibe una tele que me pide que le diga en que idioma quiero ver las pelis y a continuación me dirá a como van, y es que cuando se trata de negocios, los chinos no se andan con ‘’chinitas’’.

Me voy al Trastevere buscando criterio y comida, y,  en una terraza adorable, mantelitos a cuadros y olor de pasta,  me la clavan donde las otras primeras veces: en il vino di tábola, y es que cuando el cuerpo se tuerce repercute directamente en la cartera.

Trastevere,  y piazza Navona son una feria de las vanidades de todas las industrias que puedan sacarle dinero a las manadas de turistas que serpentean en grupos uniformes por el centro: la industria de las caricaturas, la de las estatuas o la del instrumentista con música enlatada de acompañamiento se amontonan en busca del euro.

 

La Piazza di Campo di Fiore, mas laica ofrece un mercadillo entre medieval y todo a cien, y la adorable Vía Giulia tiene obras y atasco de coches que pitan: pobres palacios.

Y, a pesar de los pesares, uno sigue babeando por las callejuelas, por las fuentes y las fachadas mitad ocre, mitad rojas, agarrado al monedero y a los criterios para no desfallecer en un día aciago donde los haya.

Que bonita es Roma si no hubiera romanos (ni chinos).

 

 

 

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