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relatos cortos

Tormentas 08.21

En las oficinas de Telégrafos, durante la dictadura y antes de ella, una de las pocas ocasiones en que se podía desconectar una conexión y dejar incomunicada a una población era la existencia de una tormenta importante.

Para esas circunstancias, la expresión adecuada era que esa oficina quedaba ’’aislada por tormenta’’.

Siempre me gustó la frase y, en mis innumerables crisis existenciales la usaba para referirme a mi negativa a salir y hacer vida social para encerrarme en casa con una buena provisión de alcohol y lo que hiciera falta porque mi cabeza estaba ’’aislada por tormenta’’.

Cuando, una vez vuelto más o menos a la normalidad, explicaba a los amigos aquella actitud, inmediatamente se contrastaba con otras opiniones inclinadas a opciones contrarias a la mía: las neuras hay que sacarlas a pasear y airearlas para superarlas antes y mejor, aún a riesgo de pasárselas a alguien cercano, que todos sabemos que las emociones ajenas no lo son tanto y, si el cuerpo y el alma estan en estadio de flojera, las neurosis pasan de unos a otros para al final no saber de donde salieron ni donde irán a parar, devastando a su paso las estructuras más débiles, que a fin de cuentas son las que siempre pagan los platos rotos: así las personas alicaídas, desorientadas o simplemente flojas de defensas, se llevan los trastornos que otras personas habían sacado a pasear con el propósito de equilibrarse, desequilibrando de esta manera a quien solamente quería distraerse del cotidiano aburrimiento: la locura suelta y desbocada por las calles y las plazas, entrando y saliendo de las cabecitas peor amuebladas y destrozando la vajilla de los domingos.

El acúmulo de historias de este tipo en cabecitas limitadas es tal que la ciencia no tardará en inventar un aparato para medir la cantidad de tensión que cabe en una cabeza humana, e, incluso si en determinadas circunstancias sale o no humo de algunas cabezas.

Que en esos momentos aparezcan conductas violentas no debería extrañarnos: en realidad los comportamientos agresivos en esas situaciones ocurren porque algunos sujetos no tienen bastante espacio para tantas ’’ideas’’ que acuden a su cabecita y la mejor manera de hacer sitio, de conseguir espacio, consiste en empujar a alguien, consiguiendo, sin pretenderlo, la tan predicada distancia pandémica.

Pero el sentido común nos advierte de la no conveniencia de pedirles además que se pongan mascarilla.

 

Playa hermosa, Guanacaste  31.08.21

Apuntes para una educación sentimental 2019

Escribe lo que quieras pero después no me pidas explicaciones

 

el que lo rompa que lo arregle

 

estaba enamorado pero en realidad quería un agujero fijo para meter cada vez que la cabeza perdía el equilibrio, lo demás solo eran excusas, y a cuánto estaba dispuesto a renunciar, cuánto dispuesto a pagar

 

hazme un poema sobre los sistemas contables que aporten mas dinero al propietario que a todos sus trabajadores juntos, ponle poesía al monedero

 

muchos se vuelven locos por un agujero aunque digan que es por el conjunto y no por las partes, pero también tienen-tenemos la opción de volvernos locos por nosotros mismos, sin molestar a nadie

 

no tenemos que hacernos descuentos y podemos pagarnos a nosotros mismos al contado, sin tarjeta porque sabemos que no hay mejor discusión que ante un espejo y, hasta entonces, muchas veces, nos engañamos

 

dentro de un instante ya seremos-somos historia, todo lo convertimos en historia, millones de historias que se rozan, o se empujan y se hacen sitio entre las personas y las cosas que se van convirtiendo en historias en el mismo segundo que acaban de pasar

 

pasado presente y futuro como una cañería de un líquido que es la vida sin dejar de pasar y el tiempo se nos pasa buscando o cambiando de grifo

 

un dragón y una princesa y un sapo y un príncipe quedan una tarde para merendarse un cuento que no le gusta a ninguno de los cuatro

 

el fin del mundo está tal vez en el culo pero nunca sabremos si un culo sin pelos es un avance o un retroceso en el desarrollo de las especies

cuando los alemanes invaden y conquistan a los franceses se dice que les han dado por detrás y, a su vez, cuando rusos y aliados conquistan y humillan a los alemanes vuelven a usar la misma expresión

 

la humillación que los rusos habían pagado con millones de muertos necesitaba de una compensación y se da carta blanca para violar a las mujeres alemanas usando siempre la polla como un arma antes y después porque en el fondo el poder se manifiesta en la erección y en la descarga como acto último de todas las guerras desde las mundiales hasta las domésticas y es por eso que la humillación sufrida por los norteamericanos en Viet-Nam es mucho más intensa porque aquellos pequeños amarillos que los sacaron del país a hostias, la tenían mucho más pequeña que los robustos y atléticos soldados gringos que quedaron reducidos a carne de psiquiatras y psicólogos

 

norteamérica termina entonces con la obligatoriedad del servicio militar profesionalizándolo

 

pensar que las diferentes drogas que se administraban a los soldados: anfetaminas en la segunda guerra mundial o marihuana y l.s.d. en Viet-Nam fueron responsables de esas conductas no es cierto: solo lo fueron en la forma pero nunca en el fondo

 

 

 

en los asesinatos domésticos de género no hay que preguntarle al asesino sino a su entrepierna

 

el hombre mata comparando su virilidad con la virilidad del contrario o como respuesta a una virilidad cuestionada por la pareja incapaz de contestar a la pregunta del millón: ¿ por qué no quiere follar conmigo?

 

Con los dictadores, aunque no se tienen datos, todos hacemos suposiciones acerca de sus traumas sexuales

 

cuéntame tu historia que yo pondré cara de grabadora y no lo notarás porque en el fondo me interesa ya que todas las historias son la nuestra propia historia y nada ocurre en el mundo sin que nos afecte

 

en cada historia hay una guerra ya sea manifiesta o latente y en las guerras hay muertos reales o simbólicos y aunque no tuvieramos relaciones sociales seguiríamos teniendo guerras y muertos

 

en la vida doméstica, cuando mueren las razones que unieron las parejas nadie quiere verlo, a veces por miedo a lo que se ignora, a lo nuevo, a veces también por no saber como comerse el duelo, pero la abundancia de parejas muertas hace recordar a los muertos vivientes que es en realidad lo que son

 

de idéntica manera que las parejas ocurre en el matrimonio entre los pueblos y sus gobernantes: el pueblo siempre por delante mientras los gobiernos no quieren ver que la relación está muerta que no saben ni se atreven a poner las leyes al nivel de los ciudadanos.

pero la historia siempre da la razón a los pueblos y, poco a poco, siglo a siglo las costumbres nos llevan a la normalidad a pesar de los gobernantes y sus razones de estado

 

cuántos años y cuánta energía ha costado que conductas criminales como el divorcio, el aborto o las relaciones homosexuales pasen a convertirse en derechos adquiridos, porque, de la misma manera que las parejas que se separan, cuando lo hacen, siempre creen que tardaron demasiado tiempo, al igual que los gobiernos con los pueblos en una infinita pérdida de tiempo y de energías solo porque ya no había amor y no se tenía valor para admitirlo

 

cuánto tiempo ha tardado Europa y el mundo entero en entender y asimilar el mayo del 68 ?

 

se sigue hablando de la familia cuando hay tantas familias como combinaciones posibles de elementos tomados de dos en dos o, porqué no, de tres en cuatro?

 

Es a la entrepierna de los gobiernos donde tendremos que preguntar: Eros y Thanatos, sin duda

 

En los campos de concentración nazis, los carceleros crearon con los músicos presos, orquestas sinfónicas para amenizar las aburridas veladas de carceleros y, aún sin pretenderlo, de presos y uno se pregunta, sin ocultar su lado morboso, cuántas veces interpretaron algún requiem, es igual que fuera de Mozart

 

estos matrimonios entre los ciudadanos y sus gobernantes, que, generalmente son aburridos y repetitivos, tiene, al igual que las parejas momentos de reconciliación orgásmica, para contrarrestar la pésima y eterna convivencia: momentos históricos de placer en las calles que es donde el pueblo mejor se expresa, y me vienen a la memoria algunos de ellos vividos como la caída del muro, la llegada de Allende al poder en Chile, los claveles de abril en Portugal y algunos más donde gobernantes y ciudadanos han estado revolcándose de placer físico, para, poco tiempo después, volver a la dura y repetitiva realidad de incomunicación y hastío: el pueblo vuelve a instalarse en el miedo que es el arma más potente y con la que se siente mas familiarizado y el poder en su repetitivo tedio que le facilita el sistema

 

los poderes de todo tipo y las sólidas estructuras quieren hacernos creer que esos momentos orgásmicos ocurren cuando un país gana un campeonato de cualquier deporte de masas o un kilo de medallas olímpicas, pero vuelven a equivocarse como es habitual, porque esos momentos de triunfos deportivos y raramente culturales son infinitamente mas digestivos

 

las propuestas de sentimiento de grupo que el poder oferta a los ciudadanos solo benefician al que las propone y son anticuadas y sobre todo aburridas

 

 

cuando el poder es abusivo, basta tan solo unos meses de un ejercicio salvaje y desproporcionado del mismo para inculcar en el pueblo miedo para veinte o treinta años y tenemos en nuestro entorno muchos ejemplos de ello

 

el miedo a lo diferente a lo que ignoramos es responsable de casi todos los actos violentos que cometemos, pero se trata de un miedo puntual de respuesta casi automática, el miedo al poder, sin embargo se queda en nuestro interior mucho tiempo, y, cuando lo creemos superado aparecen restos en el subconsciente o en síntomas psicosomáticos que nadie puede explicarse

 

el miedo al poder tiene semejanzas con el miedo a ser infectado por partículas microscópicas que andan por el aire, te deja indefenso esperando lo peor: el miedo colectivo cuando llega al fondo del ser humano se transforma en instinto de supervivencia: si van a agredir, maltratar o violar a alguien que no sea a mi, no me importa que le ocurra a los demás, incluso a algún ser querido, pero no a mi:

lo mismo que en las epidemias: el lado contrario y contrapuesto de las loterías

 

la erótica del poder o la del dinero no son sino las expresiones de las carencias de la erótica sexual: si la gente follara bien y se quedara a gusto habría menos guerras, eso se ha dicho siempre, pero también habría menos gente obsesionada con sucedáneos como el trabajo, el poder, el dinero, la posesión de bienes y tantos otros

 

en mayo del 68 los estudiantes, cuando levantaban los adoquines para arrojárselos a la policía, editaron esa acción por medio de graffitis en los que se aseguraba que debajo de los adoquines estaba la playa; veinte años mas tarde, el propio ayuntamiento de París, llenaba con arena de playa las orillas del Sena invitando a los ciudadanos a tomar el sol y algunas cervezas allí

 

 

no hemos sido arrogantes al bautizar a este edificio como ’’la casa de la felicidad’’ , nosotros nos movemos solo por el interés de conectar a las personas con su destino más deseado: usted encontrará aquí dentro todo lo que pueda necesitar

 

si usted siente una cierta inseguridad y tiene dudas sobre que ocurrirá después de su muerte o necesita, cuando las cosas se ponen feas, un ser superior a quien rogar y de quien esperar ayuda y consuelo solo tiene que subir a la primera planta donde encontrará nuestros departamentos de religiones monoteístas

 

ya se terminaron los tiempos donde el lugar y la familia de nacimiento determinaban la religión de cada cual: desde un ejercicio pleno de libertad usted no tiene que cargar con la tradición familiar o geográfica donde ha nacido: usted debe elegir lo que desee porque usted es una persona única e irrepetible

 

a la derecha de la escalera automática las religiones que tienen que ver con el cristianismo, catolicismo de roma, protestantes, apostólicos, siempre con mesas auxiliares para sus propias desavenencias, podrá encontrar mesas auxiliares con supuestos herejes del Palmar de Troya junto a algunos ancianos de la Teología de la

liberación y los cristianos por el socialismo, estos últimos con una sección de librería artesanal

 

si usted nota que se siente mas intransigente y excluyente y que prefiere tomarse lo de la religión mas en serio, al fondo de la planta encontrará todas las diferentes interpretaciones del Corán: los musulmanes con todas sus secciones, excepto las interpretaciones extremas del islam que han sido excluidas por cuestiones de estética e higiene

 

dentro de la primera planta y no menos excluyentes podrá disfrutar conociendo los pormenores de los judíos con un apartado de marketing para todos sus complementos

 

natualmente en el centro de la planta tiene unos cómodos muebles para reflexionar acerca del dios que le parece más idóneo para sus necesidades y en cada stand personal especializado y documentación para aclarar todas sus dudas e ir profundizando en lo que considere más adecuado

 

la Casa de la felicidad sugiere que usted resuelva en primer lugar sus mas profundas dudas al respecto antes de dejarse llevar por el marketing, los objetos, ropa o accesorios, y dejar todo eso para después de una toma de decisiones trascendental

 

 

debe usted recordar que los contenidos de la primera planta representan las religiones de la inmensa mayoría de los habitantes de este planeta, y que, en el poco probable caso de que vd. no se sienta satisfecho debe ser consciente de que se va a situar en un espacio minoritario y de una evidente marginación con respecto a sus conciudadanos

 

también conviene recordar que en todo momento estamos hablando de felicidad interior, de paz consigo mismo, en absoluto nos estamos refiriendo a lo que la gente entiende por bienestar que parece consistir en poseer objetos que supuestamente nos hacen felices (otro sucedáneo impuesto por el poder al igual que los campeonatos deportivos de que hablamos antes)

 

existe acaso algún objeto o propiedad que explique de donde venimos, a donde vamos o que pasa después de morir?

 

en cualquier momento de la visita a otras plantas debe vd. saber que en el sótano existe un departamento de ateos que cambia de personal constantemente y suele reducirse a un grupo de personas que pasan el día leyendo y discutiendo acaloradamente

 

si por el contrario prefiere seguir investigando otras plantas porque todavía no ha resuelto sus dudas mas profundas: de donde vengo, a donde voy, que pasa después y porque pasó lo que pasó o pasa lo que pasa, debe subir a la planta segunda donde le proponemos diferentes modelos de sectas, mini-religiones, chamanes, milagreros y asociaciones de todo tipo agrupados temáticamente

 

de esta manera si usted piensa que la felicidad está en lo vegano, en la ecología o en el sexo libre encontrará las diferentes opciones que existen actualmente en el mundo

 

no hace falta que se decida, no es urgente, piénselo bien antes de tomar decisiones transcendentales para su futuro

 

siempre se ha dicho que las religiones son seguidas por gentes generalmente inseguras que necesitan puntos fijos donde apoyarse para no caer al vacio, pero en esta casa las posibilidades que le ofrecemos tienen como objetivo que el futuro que vd. elija sea firme, consolidado y a prueba de expertos, que vd. salga realmente convencido para su vida futura de estar en el lado correcto de este mundo, no obstante debe distinguir entre lo que son religiones con una explicacion integral del mundo de lo que nosotros consideramos ’’elementos auxiliares’’ , aunque haya gente que se empeñe en darle la categoria de religión, de esta manera, el chi-kung, el tai-chi o el yoga pueden ser usados como apoyo siendo consciente de sus limitaciones y, aunque haya gente que los eleva a la categoria superior, no son sino prácticas psico-físicas para la armonia corporal que naturalmente ayudan pero no explican globalmente lo que nos rodea

 

siempre se ha dicho que solamente las personas débiles o inseguras necesitan una religión como soporte para no caer al vacio, pero nosotros no hacemos mucho caso de esto: al igual que los matrimonios no siempre tienen hijos para salvar el hastío y el aburrimiento de las parejas y sus circunstancias, existen naturalmente parejas encantadoras que de manera encantadora tienen hijos encantadores, y de la misma manera hay personas llenas interiormente y con una explicación lógica de todo lo que les rodea que desean creer en un mas allá y el porqué de todo (en catalá: el perqué de tot plegat)

 

no somos emprendedores jovencitos que acaban de descubrir la pólvora o la lógica necesidad del Canal de Suez, tampoco somos personas maduras que se creen en la obligación de apostolizar al personal, tampoco hay en nuestra motivación ningún interés económico: la idea de la Casa de la felicidad es que se autofinancie: paneles solares se encargan de la energía y cada religión se ocupa de sus potenciales fieles o clientes

 

no buscamos nada material en esta casa, solo una pequeña parte de felicidad que siempre llega cuando nuestros visitantes se llenan de ella: una comisión de felicidad que no es sino la satisfacción del trabajo bien hecho

 

los nuevos proyectos tienen la costumbre de usar como guarnición un poco de historia, nunca se sabe si es para justificarse (en cuyo caso afirmaría la natural inseguridad sobre el asunto) o para reforzar los cimientos del proyecto en sí lo que haría suponer que dicho proyecto no tiene buenos cimientos; tampoco nosotros sabemos a ciencia cierta el porqué sacar y mostrar a estas horas nuestro curriculum, pero hasta que lo tengamos claro vamos a ofrecerle unas pinceladas de nuestra historia

 

 

fuímos, como todo el mundo, dejados caer en una familia con unas creencias y, en nuestro caso, con unas circunstancias que no merecen matices: nacimos en una dictadura con una religión impuesta por las armas en un país muy difícil de entender

 

pronto aprendímos que la mejor universidad donde aprender la vida es el viaje y cada vez que podemos viajamos para saber de otros lugares y, sobre todo para, estando en otros lugares, saber del nuestro

 

hemos podido distinguir entre rezos o rituales religiosos desde los Andes hasta el rio Mekong , también hemos probado las diferentes sustancias que supuestamente ayudan el hecho religioso o los colores, olores, ropas y músicas que lo acompañan y todos los hemos disfrutado desde el respeto intentando mantener nuestra mente limpia de pre-juicios

 

trajimos a la Casa a aquellos representantes menos radicalizados y mas ecuánimes que hemos encontrado para explicar y no defender lo suyo

 

puede usted estar tranquilo que cuando descubrimos en nuestras constantes auditorías si hay algo en la Casa que pueda ser motivo de dudas, engaños o algún atisbo de corrupción le invitamos amablemente a salir

 

en realidad, en una sociedad avanzada que todavía nos queda bastante lejos, esto que proponemos sería una de las sedes de una posible institución : el ministerio del arte de vivir

 

si algún día somos gobernados por quienes a nosotros nos gustaría les entregaremos estas reflexiones y pondríamos a su disposición nuestras instalaciones, y, después de comprobar que son recibidos ambos como merecen, naturalmente nos iríamos a viajar para seguir en el asunto, porque la vida es búsqueda y estamos vivos mientras dudamos

 

andamos buscando en el corazón de las tinieblas cuando en realidad nos buscamos a nosotros mismos

 

seguramente nos está pasando esto porque toda nuestra vida hemos vivido a destiempo : nuestros gobernantes vinieron a concedernos el divorcio o el aborto cuando llevávamos años viviéndolo y siendo normal en nuestras vidas, y que decir de las relaciones contra-natura, si nos hubiésemos esperado a tenerlas cuando se convirtieron en leyes?

 

es por eso que en medio de esta búsqueda infinita vamos a ir poniendo como estaciones de paso para descansar un tiempo y ofrecer a otros buscadores un lugar de reflexión elegante: la casa de la felicidad

 

nada es transitorio, todo es definitivo y por eso da miedo: es la realidad la que nos asusta

 

acariciar, tocar, sobar, meter, sacar, desinfectarse y vuelta a empezar

 

si al final, cuando llegamos al fondo todos tropezamos con la angustia de la soledad, porqué no superarla antes de salir de casa y estar mas libres de equipaje para el resto del menú que nos espera? y si entonces no salimos de casa ?

 

entre el supuesto suicida que comete la indiscrección de avisar y su supuesto salvador hay un juego de seducción pero en falso: ninguno de los dos se cree su papel: ni el suicida piensa que se va a matar porque podría haberlo hecho en silencio sin marear a nadie, ni el supuesto salvador se cree que tiene derecho a disuadirlo de un acto de libertad: una pareja de baile absolutamente coordinados y llevados por la música que generalmente ponen los espectadores que nunca faltan a una cita de esa categoría

 

al final se reparten los premios: de lástima general y pobrecito para el suicidando y de premio humanitario con aplausos y suspiros de quien tuviera un yerno así para el salvador y buscamos otro marco incomparable y montamos otro happening cuando tengamos un día torcido

 

 

 

 

curriculum 05-20

Estamos en 1956 en Godelleta. El poder que la gente tiene interiorizado es el de la dictadura y de la iglesia. Ambos se complementan para domesticar, atemorizar y esclavizar a la gente.

A pesar de estar a tan solo 29 km. de la capital, Valencia, el autobús sale por la mañana y regresa por la tarde con muy pocos pasajeros.

La gente solamente lo usa cuando es de extrema necesidad.

El cobrador del autobús  es el tío Perico. En el pueblo a todos los hombres mayores  se les nombra con el prefijo tío delante.

El tío Perico se encarga de hacer encargos de todo el mundo, y todo lo anota en su libreta. Todo es todo: telas, zapatos, aparejos agrícolas, etc.

Cuando llega el autobús a la plaza acude toda la gente que tiene pendiente algún encargo y, la espera constituye un encuentro social diario al atardecer.

Después hay recogida de objetos, cobros y pagos por parte de todos que el tío Perico resuelve sin error alguno en un clima paternalista y protector.

Al terminar de resolver los encargos, la gente vuelve a sus casas y la plaza se queda casi vacía a excepción de unos cuántos hombres mayores cuya única manera de hacer vida social consiste en estar en la puerta del casino del pueblo a ver lo que pasa hasta que se hace hora de ir a cenar.

Estos hombres certifican la vida del pueblo, y cual notarios dan fe de lo que pasa en la plaza.

La ocupación por mucho tiempo de la puerta del casino como lugar privilegiado les otorga una seguridad en sus afirmaciones o proclamas o al menos ellos lo creen así.

Falta poco para la navidad y ha descendido del autobús un niño de nueve años con una bolsa de hule que su madre le cosió llena le libros.

Al verle, los hombres de la puerta del casino han elevado la voz por encima de las tareas del tío Perico y de todos sus clientes para gritarle al niño: ‘’gandul’’, ‘’que no quieres trabajar en el campo’’.

El niño se avergüenza de llevar libros, de pasar por la plaza, de venir de estudiar de fuera del pueblo.

Piensa que todos le están mirando y como nadie dice nada cree que todos los que callan piensan lo mismo.

Los primeros gritos han provocado un chorrito de orina en sus pantalones (que también los ha cosido su madre) y se va corriendo a su casa.

Hace dos meses que no ha visto a sus padres y casi no recuerda su cara. Así se lo ha puesto en una carta que les escribió hace tres semanas.

Cuando entra en su casa y los padres lo besan se pone a llorar y les cuenta lo que ha pasado. Entre todos deciden que no baje más en la plaza y que aproveche una parada que el autobús tiene a la entrada del pueblo.

Años después, cuando el niño se hace mayor y aprende a luchar por sus derechos  comprende como entonces toda la familia calló y optó por cambiar de parada, porque en las dictaduras siempre hay que evitar que se note que existes.

Cuando fue a hacer el servicio militar los amigos que regresaban al terminar ese periodo se lo explicaron bien: ‘’en la mili que no se te note que existes, no sobresalgas nunca ni por demasiado listo ni por demasiado tonto, que no se te note que estás allí’’.

La imagen del autobús en la plaza quedó tan grabada que solo en 2019, más de sesenta años después ha sido posible ponerla sobre papel.

Otros acontecimientos  duros, frustrantes o cargados de violencia ha sido posible llevarlos al territorio del humor, hacer un chiste, a veces macabro con ellos, pero el autobús, la bolsa de hule, los libros, los gritos o los pantalones meados no se borra.

Pasar por la plaza siempre lleva consigo echar una mirada a la puerta del casino.

Todavía hay gente allí dispuestos a hacer acta notarial de la vida cotidiana. Genio y figura.

Se trata de una escena que no consigues borrar de tu memoria. Por deformación profesional siempre has creído que son las escenas traumáticas las que permanecen en la memoria a través de los años, pero la edad te ha ido convenciendo que hay episodios de tu vida, nada extraordinarios en ningún aspecto, que se instalan en tu cabeza y no hay forma humana de borrarlos.

El 23 de febrero de 1981, cuando se produjo el golpe de estado, tuviste que salir de casa de unos amigos donde habías ido a festejar el nacimiento de un niño, parto natural y en casa como estaba mandado entre la gente moderna.

Volviste a casa con tu coche en medio de un gran atasco donde todo el mundo tenía puesta la radio: todos salían hacia lugares más seguros según los análisis hechos deprisa mientras los tanques ocupaban las calles de Valencia y el bando prohibía salir a la calle.

Esa noche tenías previsto cenar alcachofas, y, como buen conocedor de las dictadura en la que habías vivido toda tu vida, pensaste en si los militares que estaban ocupando la ciudad con tanques prohibirían las alcachofas y si alguna de tus conductas temerosas podrían ser consideradas como desacato, una palabra que no dejaban de repetir por la radio los sucesivos bandos de los descerebrados militares.

Un buen amigo psiquiatra y novelista salió a la calle con una botella de coñac invitando  a los soldados  a beber a la vez que preguntaba a todo el mundo si estaba cometiendo el renombrado desacato.

Desde entonces, cuando se habla del 23 de febrero como una fecha importante en la vida de las personas, casi tanto como el día de la muerte de Lady Di, me vienen a la memoria las alcachofas.

En Godelleta, que entonces era fundamentalmente de secano, y en el secano  las cosas siempre se vivían con más pasión, al contrario que en las zonas de huerta, donde el regadío parece que confiere un tono menos violento, menos agresivo.

 En la noche del 23  un grupo de adictos al antiguo régimen y profundamente católicos, echaron mano de las escopetas de caza para empezar ‘’la faena pendiente’’.

Fueron a ver a su referente, su líder natural y, afortunadamente, éste los frenó y les invitó a irse a dormir.

Efectivamente, este líder era una buena persona y a mí me costó mucho entender que un fascista pudiera ser buena persona. Todavía tengo mis dudas.

Tal vez un buen análisis de la situación le hizo pensar que no podía progresar lo de los tanques y el retroceso histórico como se comprobó algo más tarde.

La entrada en la plaza del pueblo quedará de por vida como una conducta de riesgo: el riesgo de verse observado, criticado, fotografiado en una prueba infinita de control social.

Pero los recuerdos no guardan un criterio, una secuencia detrás de otra para lograr ser comprendidos por los demás: aparecen mezclados unos con otros, y son las emociones  más veces que la razón  quien se hace responsable de ese desbarajuste: la comida de casa y la de la tienda en eterna lucha, nunca probaste la mantequilla de tres colores de la misma manera que nunca viste ningún capitulo de Dallas: siempre a contracorriente. Los telegrafistas no tenían navidades  y los que estudian mientras trabajan nunca pueden participar de las orgías que surgían después de cada examen importante los viernes. Siempre con el culo apretado para sobrevivir y mantenerse en las primeras líneas  de combate por un mundo mejor, que peor que este es imposible.

Junto al Ateneo Mercantil en la Plaza del caudillo  ‘’fresas de mis fresares’’ y tu madre te llevaba a ver como los ricos se las comían con nata. Un plátano para el primer día de pascua y una o dos veces al año un bocadillo de calamares de los toneles que sabía a gloria, a exotismo o, como diríamos hoy a viaje de aventura.

Tu padre te lleva a la Feria de Muestras y te sorprendes con la cantidad de papeles que te ofrecen ‘’gratis’’. Que maravilla es Valencia, donde dicen que en la víspera del día de Reyes, las carrozas tiran caramelos gratis para los niños, pero ese día no podemos venir a la ciudad porque hemos venido a ver la Feria de Muestras y no se puede tener todo.

 

 

 

 

 

 

 

 


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El néctar de la vida 04.10

 

Comenzó en el sexo como todos: probando con ensayos y errores y repitiendo lo menos penoso.

Pero tuvo  una ventaja: empezó cuando se lo notó por primera vez y así tuvo más tiempo de practicar: no le dijo nada a las amigas durante la adolescencia y lo hacía en los lugares más insólitos con tal de seguir pareciendo normal y no despertar sospechas: mientras las demás iban a probarse unos zapatos ahora volvemos, ella se acercaba donde sabía que sin preámbulos iba a tirar las bragas por cualquier rincón y en menos de tres minutos estaba jadeando sudorosa.

También era consciente de que hubiera perdido puntos de haber compartido aquellos secretos con sus amigas debido al control social que ejercían sus más entrañables compañeras así que los secretitos fueron para ella sola.

 Llevaba los temas sexuales como le habían enseñado en casa y en la escuela: entre el secreto, la diversión y el misterio.

Observaba a los chicos como se subían a la parra y prometían los oros y los moros hasta conseguirla y después les entraba la prisa en cuanto daban salida a aquel fluido que los desinflaba hasta desaparecer de entre sus piernas: nunca pudo entender como al descargarse, los chicos se desvanecían cuando ella empezaba a elevarse hasta el cielo. Casi no se habían saludado y ya tenía que empezar a despedirse.

 

Aquello la llenó de dudas:

¿Qué extraño poder tendría aquel líquido que otorgaba tantas energías para poder salir y machacaba al propietario que lo perdía?

 ¿Cual era su composición?

¿De qué estaba hecho aquello que además podía crear una persona donde antes no existía sino la nada?

¿Estaba ante algún misterio que nadie le podía explicar? 

¿cómo reaccionarían las plantas con aquella sustancia?.

Varias veces se llevó un poco a casa y jugó con ello: los dedos se pegaban y el olor no era nada del otro mundo, pero evidentemente se trataba del néctar de la vida, del brebaje de la eterna juventud.

 

Durante algún tiempo se sintió culpable, causante de esos cambios de humor, como ordeñadora que se queda con la crème de la crème y las ubres y los hombres se desploman.

 En esas edades todas tienen manías: unas cambian el paso para empezar las escaleras con un determinado pie, otras se aprietan el rostro entre los dedos para sacar espinillas donde no quedan y se perforan hasta el hueso, otras, sin embargo, juegan con su pelo para empujarlo hacia atrás abofeteando con él a las personas que comparten el ascensor o el autobús, y ella pensando en aquel líquido si hacérselo a la plancha o sobre una tostada con mantequilla, con azúcar o a pelo, porque si tantos poderes tiene como más puede servir es bebiéndolo directamente.

Comenzó a utilizarlo en el rostro haciéndose mascarillas faciales y terminó eliminando intermediarios y bebiéndolo directamente. No fue de repente sino largamente meditado y cuando lo probó estaba tan preparada que naturalmente le agradó.

Si por debajo a veces le hacía daño y podía tener complicaciones. Si  lo que buscaban los chicos era deshacerse de aquello, nada más fácil que  beberlo directamente del grifo y terminar cuanto antes los trámites previos que después resultaban ser todos mentira.

Ahí todos coincidían: en los preparativos, las promesas, los sentimientos, las sonrisas. Después del desnate: la nada, la prisa, las malas caras y casi nunca  el cuando volvemos a vernos.

Al saberla fácil no querían repetir a no ser que el alcohol o las químicas les pusieran en aprietos y la buscaran solo para quitarse de encima tan preciado elemento.

Esto facilitaba las cosas: no era necesario quitarse ropa o sudar en común: bastaba con sacar de sus casillas el objeto deseado, jugar con él en su boca y beber lo que de él manara.

Los chicos quedaban contentos por la rapidez y la eficacia que con la práctica estaba adquiriendo y no tenía que justificar después olores raros ante la familia o, en el caso de los chicos,  perfumes no habituales ante sus  novias formales.

Como una máquina: cada vez más deprisa: como un trámite sin esperas, sin colas: unas sacudidas bastaban y el hombrecito se sentía viril y dominador: sin riesgo de mancharse porque el propietario nunca veía el fruto de su vientre, los hijos perdidos envueltos hasta entonces en papeles, pañuelos, toallas o directamente en  los pantalones con el escándalo que podía suponer: sin rastros de pecado: sin justificante de la acción: todo como más higiénico, impersonal, sin implicaciones afectivas, promesas o parabienes: como una máquina tragaperras.

 

Desarrolló durante algunos meses esa afición: se entrenaba en casa con objetos de formas parecidas y tuvo que reprimir sus instintos cuando tomaba algún helado con palote porque todo el mundo la miraba extrañado.

A todos los compañeros del instituto les dijo lo mismo: si hablas de esto, antes o después me la comeré entera de un bocado, lo que le garantizó el succionar toda la energía de su curso pasando como estrecha de miras sin que nadie, jamás, se enterara.

Quiso probar y apropiarse de la energía de profesores, salvavidas de piscina, músicos de la banda y amigos de sus padres y lo consiguió.

Se racionó: no más de cinco tomas semanales y notó como la cara se le iluminaba, y se sentía cada vez más hermosa corroborando la hipótesis de que efectivamente se trataba del néctar de la vida, de la fuerza que mueve el mundo ¿qué más podía pedir?.

 

Nunca le dieron arcadas, vómitos o algo parecido y siempre, siempre, al terminar se relamía como los niños ahuyentando las posibles sensaciones de abuso o culpabilidad de los contrarios. Pero algo cambió todos los planteamientos cuando, sobre todo los hombres mayores, comenzaron a darle dinero contentos de las atenciones recibidas y pidiendo citas con posterioridad.

Que ninguna me lo hace como tú que otras me lo escupen en la cara,que parece que no tienes dientes, que tú has nacido para esto, que has de dedicarte a ello  y te harás de oro, y es que los hombres, en cuanto tienen confianza, comienzan a dar consejos y a orientarle a una la vida.

Si no era suficiente con tener la energía vital siempre alimentándola, encima encontraba un trabajo divertido en épocas de paro.

Con la convergencia entre la afición y la rentabilidad económica, pensó que los dioses estaban con ella y no era posible tanta felicidad: podía planificar su futuro: vivir sola: tener casa, coche, objetos deseados, ropita y todo lo demás: ya soy madura, pensó.

Ahora  solo se trata de administrar bien los recursos que no son sino aficiones para ir incrementando la creatividad como valor añadido y buscar clientes con dinero para compartir.

Calcular cuántos centímetros cúbicos diarios, semanales o mensuales eran necesarios para conservarse lozana y sacar de ellos el máximo resultado económico conformaban un nivel de vida próximo a las estrellas del rock que tanto había envidiado: cualquier miembro de cualquier ejecutivo una vez atrapado en su boca resurgía de las cenizas y volvía al cabo de unos minutos a caer en la cuenta  mientras ella, cada vez más consciente de su tarea sacaba sus cuentas.

Nunca se cansó de aquello y cuando tuvo suficiente dinero  regalaba sus servicios premiando a sus compañeros de trasiego  con criterios de calidad o cantidad del producto según los días o el estado de ánimo, lo que le proporcionó muy buenos amigos de pídeme lo que quieras que ninguna lo hace como tú y eres buena.

Cuando los profesionales regalan, los clientes sentimentales pagan mucho más por el producto y es que hay mucho perrito abandonado entre la fauna necesitada de ordeñe, centrifugado o desnate, que la salud es lo primero y más me gasto en farmacias.

 

Dejó casi totalmente la comida tradicional: su alimento principal era suficiente y con alguna pequeña ayuda de frutas o verduras, su cuerpo y su rostro eran perfectos según su propio modelo.

Casi nunca necesitó médicos y cuando hizo uso de ellos, les pagó con su trabajo y a veces hasta cobró por un empaste o una intervención quirúrgica. Desarrolló de forma espectacular las habilidades para hacer saber a sus interlocutores el interés de su producto, el marketing social y nunca fue vulgar en sus modales, aunque tampoco se distinguió por su elegancia: quedaba como  la mujer standard de poder presentar en cualquier parte sin llamar la atención y ese aire de normalidad unido a la creatividad que desarrollaba en su trabajo le confería, en opinión de sus más selectos clientes un aire morboso capaz de satisfacer el estómago más exigente.

 

Aún siendo valenciana y pasar casi toda su vida en Barcelona, la conocí en Lisboa: iba todas las tardes a un cine negro lleno de pornos, donde los muchachos de color, guardando cola educadamente, se van sentando a su lado y se dejan hacer: ella presume ante mí de que hay auténticos especialistas que saben apreciar su trabajo y, a pesar de sus años,  se siente complacida después de un par de asaltos y vuelve a su casa como una señora, porque en Lisboa, en el Bairro Alto, ella es una señora.

La enfermedad innombrable la pilló en la tercera edad y después de leer los pronósticos decidió no hacerse análisis.

 

Me confesó que se estaba despidiendo, que eran sus últimos trabajos.

Nunca dejó de hacerlo y no hizo jamás mal a nadie, más bien al contrario era una bendición para la humanidad.

Nadie quedó  nunca descontento con su trabajo,  ella siempre lo hizo con el corazón, entregándose a la tarea durante toda su vida y agradecía lo recibido como otra bendición de la naturaleza hacia ella,  su dieta fue la causante de tanta bondad.

No le importaba morir y  prefería que la muerte le llegara trabajando, incluso gratis como lo venía haciendo desde algunos años.

En Portugal, por entonces, con sus ahorros le sobraba, y cuando le llegara la muerte deseaba que alguien  le tomara el relevo y pudiera disfrutar de ese trabajo como ella lo había hecho: con la felicidad esparcida por todo su cuerpo en todos sus matices durante toda su vida, y es que la gente no se orienta hacia los  trabajos en los que es feliz y después tienen que curarse de sus trabajos, de sus parejas, de sus cosas y por eso, lo mío, me dijo, es la naturaleza y el arte, la luz y la vida.

No deseaba la muerte. Tampoco la esperaba. Sabía que llegaría en cualquier momento, pero no le sorprendería porque le era conocida: a lo largo de los años vio morir un poco a cada uno de sus clientes cada vez que terminaba su tarea, porque no hay nada más cercano a la muerte que el amor.

 

 

Plural 04.10

Como otros, sale a la calle a comerse el mundo y siempre es devorado por las circunstancias.

Como otros, a base de repetir aspectos de su única y excelente personalidad, termina siendo un estereotipo de sí mismo.

Decora la ciudad desde las primeras horas de la mañana en el mismo formato que tantos otros: alejados del espejo, comprobando las macabras señas de identidad de los demás, sin verse a sí mismo sino como excelente: incisivo y culto de mirarse el ombligo, ideólogo centrista en posesión de la verdad, sordo al mundo exterior, reina de la noche.

Frases de rebajas para ocultar sus propias limitaciones a los cuatro vientos sin más norte que el mundo visto a través de sí mismo.

Como otros, completa, complementa y concreta el decorado urbano y únicamente su aparente seguridad le hace pertenecer al lote de los habituales.

Desde bien temprano, con la prisa de un horario o la paciencia de un perro obligado a orinar en fecha y hora previstas, tropezando con su sombra con la mirada perdida.

Ya de noche  vomita sus miserias en alguna barra de hígados destrozados con o sin la ocasión de tropezar  con otra mirada similar o por lo menos perderse.

No hay reflexión mas cruda que volver a tu madriguera con las mismas miserias que sacaste a pasear sin haber vaciado el alma ni los testículos: la excelencia del ahorro que no aparece en las estadísticas.

Llenan la calle, los bares, las ventanillas de los servidores públicos o privados, los autobuses y los lugares de cultura: el mundo no ha evolucionado lo suficiente como para obligarles a quedarse en casa o racionarles las salidas  en nombre del bien general: avisar a la población para estar preparados y tenerles en cuenta: cobrar, tal vez, un plus de bienestar en dinero o especies por aguantarles si, por algún casual te salpica una dosis excesiva de su infinita estupidez y te trastoca el rumbo o dejarlos ocupar calles, plazas y aparcamientos con la resignación conformista de que el mundo es y continuará siendo así.

Que crús.

 

 

 

 

Acné 10.02

 

Fue en este mismo banco, yo estaba leyendo y tú me preguntaste la hora: llevabas reloj y te lo hice saber, dijiste que te gustaba conocer desconocidos mayores, que no importaba que te doblara o triplicara la edad, que había que romper moldes burgueses y la hora era una buena excusa; yo te hice un guiño de aprobación encantado de conocer gente que rompe costumbres ancestrales que incomunican, aíslan, separan, aplazan encuentros en esta existencia mía mediocre, repetitiva, aburrida, solitaria donde el acercamiento a nuevas generaciones (que mal suena esto) se limita a la evolución académica, estado de salud, aficiones poco entendidas de los hijos/as de amigos, limitado en si mismo, estrecho horizonte, embudo comunicativo repetido desde el nacimiento y vuelto a asomar en fechas o acontecimientos extraordinarios: finales de cursos escolares o académicos, cambios de pandilla, aficiones musicales de alto voltaje, ansiedad en fines de semana de espera impaciente, primeras vacaciones separadas. . . Me hiciste ver que era posible otra relación con los adultos diferente, clandestina y por tanto transgresora, subversiva y morbosa, como las que se vienen dando en internet donde nunca se ven las caras y el anonimato da paso a la excitación y al desahogo instantáneo. Me hiciste participar de la atracción que dijiste tener hacia las personas mayores de carnes flácidas y experiencia de vida, te excitaba la madurez y el saber estar de profesores, amigos de tus padres y hasta el hombre del tiempo, que eran sus imágenes tus fantasías masturbatorias; me contaste que te constaba la actividad que algunos mayores habían llevado a cabo en los setenta en los laberintos de las drogas o el sexo libre, que encontrabas en los mayores la experiencia, la ciencia, la paciencia, la conciencia tan contrarias a las personas de tu edad ofuscados en videojuegos, marcas comerciales y mensajes de móviles, que eras consciente de que la única moneda de cambio que tenías era tu cuerpo y lo brindabas sin recato para intercambiar por la madurez añorada, deseada, esperada, aplazada.

Yo fui dándote la razón en todo y tú, entonces propusiste una nueva cita, exenta de prólogos innecesarios, directa al corazón y a las ingles que nos pusiera en disposición de entrar en otra dimensión, otras coordenadas, donde en una tarde  si sale mal lo dejamos y si sale bien repetimos, pudiéramos ir subiendo los peldaños de la vida sin compromisos, ataduras, convenios, reglamentos, promesas, esperanzas; una nueva cita donde prevaleciese el deseo, el instinto, los sentidos, el olor, el tacto, frente a las inhibiciones burguesas transmitidas por generaciones, inventadas en el vaticano y metidas con calzador hasta lo más profundo de nuestras cabecitas; un nuevo encuentro fuera de las leyes de los gobiernos, siempre detrás de las personas y con que arrogancia los gobiernos deciden lo que tenemos que hacer con nuestro cuerpo, sin temor policial por tu minoría de edad, sin nombres ni signos zodiacales, sin estudias o trabajas, libre como los animales (que mal suena), como los pájaros (poético y trillado), pero con todo lo que los humanos hemos aprendido gracias a la escritura , la evolución de las especies y el pulgar en oposición, y yo no sabía qué contestar porque pesaba sobre mi cabeza el agobio gubernamental  de la corrupción de menores corrompidos ni las campañas anti porno infantil hasta los dieciocho y cerré los ojos, respiré profundo  y te respondí sin pensar si nos oía alguien o si me estabas grabando para un programa sensacionalista de televisión:

Si vienes a la cita te llevaré a una pensión , cubriré la cama con pétalos de rosas rojas, pondré velas e incienso, te adornaré con un collar de condones y follaré contigo, después extenderemos mermelada de higos en nuestras ingles y merendaremos juntos; sorprendido de mi mismo, de haber usado mi libertad noté de pronto unos temblores como de parkinson y un sudor intenso que mojó toda mi espalda; cuando nos despedimos yo casi no tenía voz:  no faltes, dijiste, no faltaré, contesté; y sacaste un poco la lengua, te humedeciste los labios, me mandaste un beso lleno de promesas y te fuiste con la tarde y tu mochila mientras una descarga como eléctrica me recorrió de arriba abajo y lloré un poco por dentro.

Al marcharte pensé que necesitaba un espejo para ver si la intensidad de las emociones vividas había dejado huella en mi cara, si se me notaba, si había que restaurar la fachada para volver a integrarme en el  mundo de los vivos, busqué un bar, pedí un coñac, otro, lavabo, espejo, lavarme la cara, pulsar el botón interno de puesta a punto, volver a mi casa, enchufar todo lo que hiciera ruido, cantara o vomitara imágenes, bañera, otro coñac y un ‘dios mío’ que sonaba  en mi interior como un disco rayado.

Los días que siguieron fueron casi normales en el horario laboral y de preparativos por las tardes: quién me mandaría a mí, la educación cristiana, el inconsciente, el control social y a la vez preparando compras para la cita,  poniéndolas todas en una bolsa comercial como si se tratara de un picnic para una excursión al más allá.

Esperé, esperaste el día con la impaciencia que no había, habías sentido desde la adolescencia, atropellando objetos, inquieto en cualquier rincón, obedeciendo, tal vez, a subidones hormonales ya olvidados: paseé, paseaste por la salida del instituto próximo a casa para terminar de entenderlo, para ver los empujones o los mensajes electrónicos que intercambiabais, para creértelo y otra vez el quién me mandaría a mí y el dios mío y los temblores; recordé, recordaste un debate en la radio sobre la edad de consentimiento sexual y el interés de los gobiernos por regular los impulsos del personal: aquel oyente que llamó por teléfono y para proponer el criterio de peso: si el o la joven sobrepasaba los cincuenta kilos ya podía hacerlo: le cortaron por pervertido echando mano de las últimas noticias que alertaban del sobrepeso de nuestros niños con respecto al resto de Europa.

Preparé, preparaste la cita con meticulosidad religiosa: cuidando los detalles: saboreando cada objeto o momento relacionado con la cita: reservé, reservaste habitación en un hotelito de confianza: utilizaríais un taxi evitando el inevitable encuentro con alguien conocido que siempre asoma en los momentos inoportunos estropeándolo todo, forzándome, forzándote a buscar explicaciones inexplicables: sin poder dormir por las noches en un torbellino de sueños, realidades, deseos, temores sociales, excitación sexual casi adolescente y una gama de pensamientos diversos  y contradictorios en una actividad mental excesiva ya olvidada por años de rutina.

Llegué, llegaste a la cita con los ingredientes en la mochila, unas décimas de fiebre y ese temblor de manos que cambiaba la intensidad pero no desaparecía del todo: esperé, esperaste en este mismo banco inventando excusas para los posibles encuentros no deseados y no vino nadie: no acudió  a la cita: esperé, esperaste hasta el anochecer, cuando ya  se habían ido los temblores, el sudor inoportuno y la fiebre: encendí, encendiste un cigarrillo y sin saber cómo, tiré, tiraste la mochila a un contenedor mientras volví, volvías a casa como un sonámbulo.

Una vez en soledad y con la seguridad que dan el entorno conocido, pensé, pensaste  en lo que pudo haber sido y no fue, que tal vez era lo mejor, que, a pesar del fracaso se trataba de una experiencia enriquecedora tal y como habías aprendido en cursos de autoestima, adornando la bajada con que soy, era un ser despreciable y afortunado,  mezquino y fantástico.

Busqué, buscaste un spray negro de repintar el coche y una pared sin cuadros: sin saber porqué, como en las coplas escribí, escribiste con grandes letras: La perla es una enfermedad de la ostra, la espina una necesidad de la rosa.

Dormí, dormiste profundamente un rato y al despertar se te ocurrió llamar a unos amigos muy cercanos y preguntarles por sus hijos adolescentes: cosas intrascendentes: los avances escolares, los amigos que frecuentan, los estados de salud.

 

Chema: 10.02

Mirando al mar 08.02

 

 

Desde que dejaron de renovarle el contrato, las mañanas eran vacías: sin ánimos para volver a hacer tumbing en el sofá como pocos años antes en una adolescencia de mando a distancia y pocas duchas. Sin ganas de colaborar en asuntos domésticos pese a las llamadas de socorro de su madre.

Sin intimidad en su habitación donde las incursiones con cualquier excusa eran frecuentes: ni la radio, la tele,  los videojuegos,  comics, mensajes de móviles ni todos los artilugios que la clase media pone al alcance de sus retoños podían distraerle: hacer pasar tiempo más deprisa para acercar el encuentro con los colegas a su salida del trabajo o de la facultad, con la relación estable haciéndose añicos porque yo no sé que te pasa pero estás muy raro y no me haces cariños ni me abrazas como antes que ya me estoy pensando que debemos tomarnos unas vacaciones, pero comprende que no me han renovado el contrato y estoy como triste y si no quieres compartir mis momentos de tristeza y solo me quieres para la fiesta tal vez tengas razón y debamos tomarnos unas vacaciones de cariño pero yo continuaría con el sexo porque si no me voy a poner peor, lo que me faltaba, nunca hubiera pensado que en situaciones difíciles solo era un agujero para ti, mejor que nos tomemos las vacaciones pero larguitas, chaval.

Todas las mañanas sale a la calle con las manos en los bolsillos y la mirada en el suelo, tropezando a menudo con jubilados o amas de casa a su regreso de la compra con infinitas bolsas de plástico, pero hoy, escarbando en los bolsillos ha localizado un bonobús y decide acercarse al puerto, porque está el mar que siempre ayuda y porque siempre ha pensado que es una bonita postal la de un joven triste sentado en la escollera escupiendo a las olas.

Toma el bus y se sienta con la mirada perdida en el cristal sin reparar que una señora de edad se sienta a su lado y empieza a hacer comentarios sobre el cambio climático y la inflación. Debía estar hablando dos o tres paradas y no había reparado que se estaba dirigiendo a él: se vuelve, la mira y asiente con la cabeza en el convencimiento de que su interlocutora percibiría su dejadez, su apatía ante el mundo y sus problemas y dejaría de hablarle, pero entonces ella, mirándole a los ojos le pregunta tú crees que se puede ser santo sin creer y a continuación te parece que las putas son inteligentes o al menos felices y nuestro héroe se queda seco al instante, la mira de arriba abajo, debe tener como cuarenta o más pero arregladita y las tetas grandes (siempre la costumbre de comenzar a mirar hembras por el pectoral), cierra los ojos un instante  y piensa en hacer sexo salvaje con ella que algún amigo ha tenido experiencias parecidas y después son insaciables y la pareja estable se desestabilizó y aquí no hay quien meta, pero recupera el aliento y le contesta no sé señora yo tengo bastante con lo mío, ella cogiéndose a lo más ardiente del clavo le pregunta si no es molestia qué es lo suyo y F que así se llama prefiere quedarse en su pozo negro y echando mano de salidas frecuentes en la adolescencia le pide que le deje en paz que no nos conocemos de nada cerrando el capítulo, pero hay por parte de la señora un nuevo intento en su afán comunicativo y le ruega una última pregunta usted cree que los gobernantes lo saben todo de nosotros y F decide directamente bajarse en la próxima que es la cuarta antes del puerto aceptando la obligación de caminar un largo trecho y despejarse de tanto agobio mañanero.

De nuevo caminar, de nuevo manos en bolsillos y mirada baja, pero ahora su cabeza se ha vaciado del vacío y se ha llenado de señora y sus pensamientos van desde los santos a las putas y desde estas al gobierno en un triángulo existencial de tres puntos cardinales entre los que ubicarse la vida o el pensamiento, debe ser bruja, piensa F o adivina porque me ha dado donde más duele, me nombra los santos el mismo día en que mi madre dice que hago vida de santo, habla de putas cuando llevo sin meter dos semanas y me remite al gobierno, responsable seguramente de la no renovación de mi contrato, qué sabe esta mujer de mí, se tratará de una mafia que va captando gente para convertirla en correo de coca viaja que te viaja en avión y venga de dinerito fácil hasta pudrirte en el talego o tiroteado, eran estrategias para ligar como mi amigo con la casada que apareció como discreta y sencilla y terminó secándole los depósitos de semen en un furor uterino que ni en las películas, o tal vez simplemente una persona solitaria con ganas de comunicarse con alguien, teléfono de la esperanza se me nota que estoy echo polvo triste como un  lord Byron  sin contrato que lo único que deseaba esta mañana era crear una postal de joven triste mirando al mar soñé.

Conforme va acercándose al puerto comienza a cambiarle el aspecto, está preocupado por alguien que no conoce de nada, ventajas de la ciudad sobre el pueblo donde todos se conocen y un caso así viene precedido de una amable ficha consensuada, no le hagas caso que es una colgada o ya te daré detalles, pero no le des cuartel que marea mucho,  porque me ha elegido a mí, tiene el asiento reservado o habrá tomado aquellas pastillas que los médicos recetaban a las señoras metidas en kilos para adelgazar y les daba por hablar convirtiendo las tiendas en gallineros con sus incontinencias verbales desde el principio de las mañanas porque íbamos a entrar en Europa  y no estábamos presentables, o a lo mejor iba de ácido que estas de cuarenta vivieron lo suyo en los finales de la dictadura y quedaron colgados de la parra un porcentaje nada despreciable, como mis amigos que se hacen los canutos con papá aquí no pasa nada, en realidad no debe de tener hijos o no le hacen caso y me ha querido tomar como hijo para desarrollar instintos maternales y darme consejos para después echarse a llorar en mi hombro y pedirme un polvo de consolación, siempre pensando en lo mismo y es que la castidad no es lo mío y sin dinero para pagarse un arreglito de estrene porque siempre me he definido contrario al comercio sexual que el amor es el amor y el dinero es el dinero.

El trayecto se ha hecho corto y F está mirando al mar en una de las piedras, lejos de la ciudad con barcos que entran salen cargan o descargan, ruidos de máquinas ahogados por el de las olas acostumbradas a ahogar y rebusca entre los rincones de los bolsillos para buscar una china cuando recuerda que se la terminó anoche y le propina una patada a la piedra de la derecha entre la impotencia y el conformismo haciéndose daño y comprobando una vez más que en los estados de ánimo negros o al menos oscuros, el dolor te devuelve a la realidad y, sin querer le viene a la boca su canción de los días grises del alma, cuya verdad es, tal vez, el único consejo entre miles de ellos que ha aceptado de su padre: tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor.

F no sabe cuanto tiempo lleva mirando las olas, tampoco sabe si tiene hambre, sed o ganas de orinar, está como ido o venido en aquel ir y venir del mar a sus zapatillas,  no lleva reloj, para que, tampoco ha tomado como referencia los barcos y sus desplazamientos o cargas  y descargas para tener una noción del tiempo transcurrido desde su llegada a la escollera, algún amigo le había hablado de que a veces la gente se coloca sin fumar y entra con solo el poder de su mente en estados parecidos de soñar despierto, de trance pret a porter yo me lo guiso yo me lo como, igual que en aquella acampada en que hicieron fumar a los pequeños un porro de poleo haciéndoles creer que iba en serio y los chavales se colocaron y empezaron a ver colorines por la cara, pues no está mal, colocado gratis como rebajas institucionales para los contratos no renovados, tendrá razón la señora que el gobierno lo sabe todo y han decidido darme un premio de consolación o será cosa de dios, o acaso el gobierno y dios son la misma cosa.

Cierra los ojos un instante para disfrutar el asunto y cuando decide abrirlos se encuentra sentada tres piedras más arriba a la misma, si, la misma señora del autobús que de la misma manera que F mira las olas con la mirada perdida.

Tras dos escalofríos (uno para asegurarse de que se trata de la misma mujer y el segundo para comprobar que está sentada allí), la mira de nuevo, no recuerda si lleva puesta la misma ropa porque no se había fijado en la ropa, pero parece la misma y a F le invade un sentimiento de culpa, de haberla tratado mal, de no intentar ponerse en el lugar del otro, de pensar en algo que no sea en sí mismo, de ser insociable y vuelve a mirarla escrutando todo su cuerpo y a la vez incómodo porque su presencia acaba de romper su postal construyendo otra nueva o dos postales en una, se hace un silencio de ruidos de olas y máquinas que ella rompe en un tono de voz que F identifica como el del autobús y cuyo contenido vuelve a ser el disloque del clima que deja a F perplejo y mudo, pero ahora no asiente con la cabeza, sino que sube y baja dos veces los hombros dejando aparecer una leve sonrisa de las de no dar confianza absoluta sino insinuar posibilidades, vuelve ella a insistir sobre las subidas de precios descontroladas por la llegada de la nueva moneda y el abuso de intermediarios y comerciantes en general y F repite lo de los hombros dejando que la sonrisa sea un poco más abierta que en este caso suele confundirse con vamos a darle la razón no sea peor el remedio, y entonces ella le pregunta si las putas son inteligentes o por lo menos felices lo que provoca en F un cambio radical en su sonrisa que desaparece dando paso a una expresión neutra que en realidad es de curiosidad con dosis de pánico porque acaba de comprobar que, al contrario de lo que suponía, ella no lo ha identificado como el mismo joven del autobús y por tanto está comenzando la historia como si no hubiera antecedentes y se tratara de otro joven, otra persona y F se siente con ventaja en la transacción verbal porque él si  la ha identificado y sabe que se está repitiendo, que es lo mismo que ocurrió hace no sabe cuántas horas antes en el trayecto hacia el puerto, o todo ha sido un sueño y está sucediendo por primera vez, habrá que llevar cuidado con los colocones caseros que parece que pueden tener efectos imprevisibles.

La mujer, al igual que la primera vez, no espera respuestas y vuelve a insistir con  que posiblemente el gobierno que ya para entonces es dios, lo sabe todo sobre nosotros añadiendo que no se puede engañar y que el ministerio central de inteligencia es el de hacienda y por eso hace declaraciones paralelas de las que solo se libran los amigos, familiares y allegados de los que mandan a lo que F responde por primera vez si probablemente y la mujer se emociona al oír su voz añadiendo una cuestión más al repertorio que no estaba en el guión de la primera vez, se acerca una piedra  a F y mirándole directamente a los ojos por primera vez le pregunta de qué están hechos los sueños, F se queda con cara de guardia real británico, piensa que desde la mas profunda incomunicación, aquella mujer le está tocando fibras muy sensibles, le mueve los cimientos que F creía seguros, la mira fijamente, se acerca hacia ella inclinándose y le contesta: de nubes, los sueños están hechos de nubes, hace una pausa, endurece el tono de voz y concluye:

 bájate las bragas.

 

Palomas (cuento para no creyentes) 02.10

 

Las palomas son la representación de la paz y también, para los creyentes el Espíritu Santo.

Es por eso que suelen vivir sobre las iglesias o algunos monumentos antiguos que, sin duda, ellas confunden con catedrales.

A simple vista no parecen inteligentes, pero como todos los torpes son fieles al refrán ‘dame pan y llámame tonto’.

En la religión cristiana, la virgen María se mareó unos meses, tras la anunciación con el tema de la colombicultura: el marido carpintero parece que no tuvo nada que ver con el embarazo, que fue cosa del espíritu santo, o sea de la paloma, por lo que María anduvo dudando entre si iba a parir un niño o simplemente iba a poner un huevo.

Por fin salio  niño, envuelto en un misterio (el de la Santísima Trinidad), y, pasando los años, armó tal cristo que la cosa se fue extendiendo hasta convertirse en la multinacional con mas sucursales (iglesias) del mundo, donde siguen acudiendo las palomas seguramente a buscar sus orígenes o simplemente a apoyar el negocio.

Pero por su condición animal, las palomas, al igual que el resto de los animales, cagan, y la mierda de paloma es especialmente corrosiva, va muy cargada de ácidos y destroza todo cuanto toca.

Esta circunstancia ha hecho que algunos gobiernos alejados de la fe como en Francia, proponga ir exterminándolas.

Los creyentes seguidores del mayor negocio multinacional con mas sucursales, como expresión de su fe, acuden los domingos a las iglesias a realizar tareas de mantenimiento y hacen en ellas sus celebraciones mas importantes que son las bodas, los bautizos y las comuniones.

Muchos y sobre todo muchas creyentes, antes de estas celebraciones, y seguramente para reforzar su fe, se compran ropas bonitas, se ponen cremas y van a la peluquería para estar mas guapos. Convocan a los familiares y amigos y cuando terminan las ceremonias, al salir de las iglesias, en la misma puerta, se hacen fotos para pasar a la posteridad antes de marchar para el banquete, exhibiendo sonrisas forzadas y enseñando ropita y peinados.

Es entonces cuando las palomas se cagan sobre sus cabezas o sus vestidos, lo que provoca no pocas veces pérdidas de fe llegando incluso a blasfemar.

Es que no llegan a comprender que aquello no es sino un regalo del señor, otro regalo mas de los que se reciben en estas celebraciones, pero nada menos que del Espíritu Santo.

Agradecidos deberían estar.