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Paraná 11.10

Cuando los argentinos, que se consideran buenos cocineros de la pasta, vuelven de Europa, aseguran que allí nos comemos la pasta cruda. Así que ya sabes: si pides pasta, todo pastoso y bien cocidito.

Con clima  casi tropical, y 36 grados empezando la primavera, es una ciudad con un fantástico río del mismo nombre y muchos árboles que hay agua de sobra.

La costanera consiste en que la municipalidad ha arreglado las orillas del río aunque por allí no vayan más que algunos deportistas.

En algunos sitios dan un pescado magnífico

Que tendrán los vinos argentinos que me sientan tan bien?

Me vengo a vivir aquí o me los hago importar?

Leído en un bus: ‘’ La puerta delantera es para ascender, y la trasera para bajar, si cumplimos las normas evitamos complicaciones’’.

Los argentinos tienden al mito: la le hicieron iglesias a Eva Perón, Gardel y Maradona, pues bien, ahora le toca a Kirchner: las ciudades aparecen con pintadas (que acá no son grafittis, sino pintadas al mas puro estilo: pared pintada de blanco y letras grandes pintadas encima), con lemas de ‘Kirchner vive’  o ‘Cristina aguanta’, y es que como los buenos pintores o nuestro Cid, gana batallas después de muerto.

Estamos perdiendo las buenas costumbres. En las ciudades medianas argentinas mucha gente cuando pasa frente a una iglesia se santigua. La de cosas que hay que agradecerle a la iglesia.

Roma 05.16

Los directores de cine neorrealista no tuvieron que esforzarse mucho para encontrar argumentos. En Roma, con solo mirar a la gente ya se te ocurren mil historias.

Sigo sin saber por donde pasa la línea que divide a los italianos del norte (laboriosos, elitistas. . .) y los del sur (mafiosos, semidelincuentes. . .), pero lo que sí está claro es que esa raya pasa por Roma, y no es como en Berlín que era física. Aquí cambia de posición a cada rato, seguramente porque la raya va contigo.

Se nos va endureciendo la piel con las cosas que pasan y empezamos a ver como normal que en una ciudad europea hayan soldados del ejército con fusiles de asalto en cada estación de metro, en cada museo o iglesia de visitar.

Una vez lo tengamos interiorizado ya no necesitarán la excusa del terrorismo para vigilarnos. Que miedo!

Tienen un buen transporte y parece bien planificado, pero siempre es caótico: tanto si se trata de bus como de metro, las aglomeraciones son excesivas, con muchísimo roce, donde los romanos y los llegados de fuera, cuidan antes el bolso que sus partes nobles, dejadas al azar entre otras similares, expuestas a la bondad o  maldad de los extraños.

En los vuelos baratos, sobre todo en el transporte en bus entre los aeropuertos y la ciudad, se ha dejado en manos del mercado, que, como dicen los políticos, es sabio.

Parece que el mercado ha elegido el formato ‘’refugiados’’, con el que últimamente está familiarizado y aquello tiene momentos realmente dramáticos, donde las ambiciones de las compañías y la picaresca italiana dejan su huella.

En el viaje de regreso coincido con una pareja española con evidente sobrepeso y que sobrepasaron la línea de los cincuenta que me dan un ejemplo de solidaridad, amor y apoyo mutuo.

Al despegar, la mujer se pone nerviosa (parece que es habitual), entonces el marido mete su mano directamente en los genitales de su esposa apretando con fuerza (los supongo casados porque se trata de una conducta habitual y rutinaria, ausente del factor sorpresa), y ella se agarra con igual fuerza al brazo solidario como para que no  abandone su tarea.

Ponen un suéter encima para que no quede muy descarado, y cuando observan que yo pongo cara de no extrañarme de nada, continúan.

Una vez el avión normaliza su  vuelo, las manos vuelven a su lugar de origen hasta el aterrizaje donde vuelve a ocurrir, aunque con menos intensidad.

Toda una lección de comprensión, comunicación y apoyo mutuo.

En mi interior les doy las gracias por haberlo visto.

 

 

Pattaya 03.16

Como se suele decir, si no existiera habría que inventarla.

En la guerra de Vietnam con tantísimos soldados gringos, no bastaba hacer la vista gorda con respecto a todo tipo de drogas, sino que, se necesitaba un lugar donde desnatarse, donde dejar el semen acumulado.

Estados Unidos tenía (y tiene) muy buenas relaciones con Thailandia, así que no había dudas, pero el lugar principal, Bangkok era (y es) una ciudad caótica y superpoblada. De esta forma se eligió una playa cercana para estos menesteres: Pattaya.

De la misma manera que con las drogas, aquí también se hizo la vista gorda con el sexo, y se permitieron todo tipo de variantes que los soldaditos pudieran necesitar.

El gobierno les dijo a los súbditos que la prostitución era una industria nacional buena para el país y lo demás se puede adivinar.

El sexo mueve mucho dinero y, al terminar la guerra,  Pattaya se fue consolidando como un destino sexual mundial.

El escenario se puede imaginar: manadas de putas por todas partes, ladyboys (travestis), chicos, y niños,  lo que ahora se trata de corregir porque la cosa no llegue a mayores y al gobierno le saquen los colores en las reuniones internacionales.

La postura oficial es de que están haciendo lo que pueden para erradicarlo pero que tiene que ser poco a poco porque estas cosas no se arreglan de la noche a la mañana.

La escena habitual en la calle o los restaurantes y centros comerciales es la de un hombre blanco mayor (aunque se ven treintañeros también) entrado en carnes y canas con una muchachita que puede tener 30 pero no aparenta más de 17, la mitad de estatura que él y la cuarta parte de su peso.

 Al principio resulta grotesco pero te acostumbras.

Pero los tiempos cambian, y Pattaya se adapta como nadie.

Con  la industria del sexo como base, se le añadieron todas las falsificaciones propias del lugar y todo el textil que se cuece por aquí.

Esto se traduce en multitud de centros comerciales donde te puedes refrescar con su aire acondicionado potente y su todo-tan-limpito.

Por si el coctel no tuviera bastantes ingredientes, y, para completarlo, han aterrizado miles de rusos tan  ricos y tan horteras ellos (y ellas).

La cosa ha llegado a tal extremo que todos los carteles, los menús de los restaurantes, los avisos de los hoteles o la publicidad de las agencias de viaje están en tres idiomas:

Thai, inglés y ruso.

Y hace unos días que están apareciendo grupos de chinos, guiados por alguien con palo y trapito, paraguas o banderita. Se les ve encantados de formar parte del rebaño y se mueven como lo haría un marciano en los sanfermines, pero muy contentos. Es lo que faltaba.

Los meten en grupos a locales de go-gos femeninos y luego masculinos y flipan. Cuando lo cuenten en su país van a venir el doble.

En uno de estos locales de go-gos masculinos hay un anuncio luminoso en la puerta que se ha transformado en el slogan de Pattaya para camisetas y merchandising:   

‘’good guys go to heaven,

    Bad boys go to Pattaya’’.

Camboya 03.16

Los camboyanos son una talla menos que los thai. Parece que el grado de desarrollo los hace un poco más grandes y esos pobres no han podido desarrollarse mucho porque siempre estuvieron en guerra.

Ser los más pequeños de una zona donde todos son pequeños tiene sus ventajas: en una mesa familiar donde nosotros cenaríamos cinco o seis personas ellos pueden ser una docena.

En general aparecen en grupo, como en las películas de kárate que cuando atacan al bueno son más de veinte, y en los días de fiesta se bañan en el mar vestidos, sin quitarse nada. Alquilan o se traen de casa cámaras de coche hinchadas y suelen usar trozos de playa en exclusiva, o tal vez los turistas no les debe parecer buena compañía, el caso es que se bañan aparte.

Las playas adorables y el pescado exquisito. Y cuando estás flotando aparece el inevitable hombre al que le falta algún miembro, víctima seguramente de las minas personales, tema este en el que los camboyanos son campeones.

Si lo que falta es una o las dos piernas se ponen un plástico grueso atado con una cuerda y van arrastrando el casi-miembro produciendo un sonido que acaba por resultarte familiar. Se pone ante ti y espera que le des algo.

Supongo que no debe haber ong’s suficientes para tanta prótesis, o que hacen como un cojo en México d.f. que llevaba la prótesis en la mano y a la pata coja se acercaba a los coches a pedir limosna. Nunca se sabe, pero hemos visto tantos reportajes de organizaciones que hacen prótesis que uno no sabe que pensar.

Junto con Laos, Camboya recibió todas las bombas que sobraban de bombardear Vietnam del Norte así como numerosas incursiones tanto de los buenos como de los malos y todavía quedan extensiones considerables sembradas de minas antipersonales: un regalito de la historia reciente.

Siempre tuvieron turismo en los templos de Ankhor, pero ahora lo están desarrollando por las playas del sur, donde algunos, bastantes jubilados europeos y australianos se están instalando para recibir la paga y administrarla en otra moneda más conveniente.

La capital no acaba de adaptarse a la cosa turística y es un poco caos. Las aceras son usadas para aparcar y no tienen semáforos, así que te toca hacer turismo-aventura cada vez que sales a dar una vuelta.

Los salarios son tan bajos que siempre tienen más gente de la que se necesita. Así ceno en un restaurante donde somos cinco clientes y como los empleados se ponen también a cenar (salvo los que nos sirven), los cuento: catorce.

 

 

 

 

 

 

 

Costa Rica, rica 11.15

Nos venden la imagen de un país moderno (no hay ejército y su democracia está bastante consolidada), y sin embargo es conservador en sus raíces, con una influencia enorme de la iglesia católica en costumbres y leyes.

 

Como goza de una paz duradera y, realmente sus paisajes son casi siempre de postal, los gringos han descubierto un lugar para vivir y/o hacer negocios. Y donde éstos llegan todo sube de precio y todos se ponen a hablar inglés.

 

Así visitas lugares que te dan la impresión de estar en California, porque además, las casas, los coches y muchas veces los restaurantes el precio está expresado en dólares.

 

Los Estados Unidos en este país lavan la mala conciencia de haber tenido siempre a Centroamérica como el patio trasero de su casa: un lugar donde tirar la basura. Además son los tutores del único país sin ejército por si las cosas se ponen mal con tanto vecino peleón.

 

Los precios son bastante más altos (igual o superiores que en España) que en el resto de Sudamérica, pero la preocupación del estado por la conservación de la naturaleza hacen que este ‘’turismo de postal’’ quede instalado para un buen rato.

 

No obstante, tienen una legislación muy orientada a conservar el medio ambiente y en eso son modélicos.

 

La mayoría de los visitantes son gringos y ellos saben cómo tratarlos, que necesitan para dejarles los dólares.

 

Estás sentadito en la playa intentando digerir tanta belleza y de pronto, se te acerca un tico y amablemente te dice: ‘’ solo recordarle que tenemos el bote preparado para el tour, con los aparejos de buceo, el kayak a punto y un marisco fresquísimo para usted, no tiene más que llamarme’’. Eso después de habértelo dicho en inglés y haberle dicho que por favor en español.

 

La arquitectura colonial tan apreciada por los españoles en Sudamérica es prácticamente inexistente. Cartago, la primera ciudad que fue capital parece que tiene algo.

 

 

Unas cordilleras, casi todas con volcanes, les protegen de los huracanes que cuando llegan aquí se desvían.

Una apreciable seguridad en la calle que no es poco tratándose de América y un clima tropical hacen el resto.

Si no fuera tan caro es un bonito lugar para quedarse.

 

Los escolares de primaria tienen tres comidas diarias a costa del estado, los bachilleres solo una. Además becas para todos los niños. El que no estudia es porque no quiere.

 

Las sanciones de tráfico son elevadas y en las carreteras hay una prudencia no comparable a los países del entorno.

 

En los lugares de obligada visita como parques naturales o museos, no se cortan en pedir al extranjero siete veces la tarifa del visitante nacional.

 

Desde hace algunas semanas  están llegando pateras de cubanos a Panamá que intentan seguir hacia el norte. Ellos dicen que van a Nicaragua (que los acoge pero no paga gastos), pero parece ser que se dirigen a USA por la ruta punkie, es decir la del trenecito y todas las mafias  carroñeras de México.

Cambian la ruta habitual de patera a Miami por esta, más complicada y desde luego más peligrosa.

 

En Puerto Canoas, frontera entre Panamá y C. Rica ya pasan de mil y la situación empieza a ser delicada.

Pero lo que de verdad le preocupa a este país es la entrada ilegal de nicas, mucho más pobres que los ticos y que vienen a por todas.

Hay una constante de detección y reenvío de nicas a Nicaragua y un goteo en sentido contrario: toda la industria hippie de pulseritas y abalorios la controlan los nicas, además de intentar beneficiarse de la buena sanidad que hay aquí o de la gratuidad de las medicinas. Los nicas acaparan más de la mitad de la actuación policial.

Los gringos están en su salsa y no se molestan en intentar hablar castellano, pero se dejan la plata.

El formato de cuidar la naturaleza y el medio ambiente les está dando resultado y, aunque caro, tienen industria turística para rato.

 

 

 

 

 

Nicaragua: agua!

La proximidad de Costa Rica, todo el romanticismo de los sandinistas luchando contra el dictador Somoza, los comentarios de amigos y amigas cooperantes que nos contaban de la bondad y la generosidad de los nicaragüenses, pueblo pobre en recursos pero rico en dignidad, me invitan a meterme en ese país y dedicarle unos días, con la idea de hacerle más tarde  un viaje más extenso.

 

Todos los mitos y las expectativas se han venido abajo. He salido corriendo y prometiendo no volver jamás, y esto es la primera vez que me ocurre.

 

Si una característica de los países ‘’socialistas’’ de Sudamérica es que muchos puestos de trabajo están ocupados por ‘’luchadores’’ o simplemente por familiares y/o amigos de los que gobiernan en detrimento de los buenos profesionales, en Nicaragua es todavía más evidente.

 

Celosos de sus casi vecinos panameños, han decidido hacer otro canal con apoyo chino. La zona donde se pretende hacer es altamente sísmica y semana si y semana no los técnicos hablan de la viabilidad o la no viabilidad de la obra.

Los chinos, naturalmente, se quedarían con los beneficios la friolera de cien años y la gente y la prensa de la región andan divididas con el asunto.

 

Pero lo más curioso y lo más cutre del país se refleja en la calle, en lo cotidiano: gente ociosa en todas las plazas a la vez que hay ofertas de puestos de trabajo por todas partes; una gestión nefasta del fenómeno turístico (hay que reconocer que España es modélica en esa industria y nos sirve para ver como se lo montan por ahí fuera); una búsqueda del dinero fácil, ya sea en el narco o en la prostitución para los extranjeros.

 

Con la llegada de la noche, en la única zona de Granada donde acuden los turistas, por lo general de USA, se me acerca una niña que debe haber estrenado su primera regla este mes, a venderme anacardos. Le pregunto si va al colegio y me dice que sí, pero que tiene que recoger dinero para pagar los muebles del colegio. Le digo que eso lo paga el gobierno y la niña se marcha a seguir vendiendo. Al cabo de un rato se sienta con un gringo casi de mi edad, hablan un rato y la niña, menú en mano, pide la cena y cena con el gringo.

Al cabo de un rato vuelvo a encontrármela y le comento que la he visto cenar con un señor y me dice que sí. Le pregunto directamente si el señor solo quería invitarla a cenar o más cosas y me contesta que más cosas y se va corriendo.

Como se llama esta industria?

 

En las relaciones que necesariamente se establecen con ellos (alquilar coche, posibles excursiones, etc.), se aprecia una tendencia a lo delictivo, a estar fuera de la ley que me inquieta.

Alquilo una barquita  para ver algunas de las cuatrocientas islas que hay en el lago y observo que el señor con el que he hecho el trato designa a un ‘’capitán’’ para que me lleve.

Le pregunto a mi capitán si se trata de una cooperativa y si han puesto a ese señor a organizar y me contesta que lo han puesto entre todos los ‘’barqueros’’ para evitar las peleas cada vez que llegaba un turista, y que éstas empezaban a ser muy violentas.

 

Buscando la costa en coche alquilado nos encontramos una ‘’zona turística’’ (tres o cuatro restaurantes y un par de alojamientos, vacios) con un arco de cemento a la entrada anunciando el lugar.

Bajo el arco hay unas veinte personas (prácticamente todos los habitantes del complejo) que rodean el coche y empiezan a ofrecernos alojamiento y comidas sin dejar de hablar y moverse a la vez que el vehículo.

La impronta es salir corriendo, pero preferimos aparcar y ver que pasa.

Uno de ellos se ofrece como vigilante del coche. Le digo que no hace falta que allí parece que todos son amigos y que sus amigos no nos van a hacer nada en el coche.

Se produce una disputa entre dos para ver a que restaurante tenemos que ir, nos decidimos por una mujer dando al asunto un barniz de galanteo a la dama.

Cuando nos sentamos a tomar un café horroroso todas las personas desaparecen.

Después tenemos que decir que vamos a ver los alrededores y que volveremos a comer y la cosa se normaliza.

En el siguiente ‘’complejo turístico’’ que nos tropezamos, damos la vuelta antes de entrar.

Las personas que nos rodeaban no eran empresarios de la industria turística, eran una gente a la que le habían regalado aquello para ver lo que sacaban.

Los precios estaban muy por encima de los restaurantes para turistas de la ciudad.

 

 

El encontrarte en los lugares de trabajo a gente no idónea se repite hasta que sales.

 

Es posible que habiendo tenido tantas guerras no se aclaren en tiempo de paz y necesiten guerras para seguir viviendo, pero la sensación que da Nicaragua es de violencia a veces contenida y a veces asomando, y, te sientes como cuando en los barrios desvaforecidos, ante la llegada de la policía alguien da el aviso para salir corriendo: ¡ agua !

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Panamá, abierto en canal 10.15

Siempre se habían buscado la vida sin mirar demasiado las líneas que separan la delincuencia.

 

 Así matriculaban barcos que después se dedicaban a cosas raras, tenían algunos bancos dedicados a deportes delicados, escondían o daban asilo a todos los gobernantes que salían por piernas de los países vecinos o surtían de contrabando a quien se lo pedía, especialmente de noche y principalmente por mar como pude comprobar en Puerto Lópes de Ecuador hace unos años cuando casualmente toda una comarca se quedó sin luz para facilitar el desembarco.

 

Pero de pronto se cumple la fecha en la que el canal deja de ser gringo, y, salvo alguna tarea puntual de mantenimiento (detienen y encarcelan en los Estados Unidos a un presidente de Panamá políticamente incorrecto), los gringos se van dejando la gallina y los huevos de oro para los panameños.

 

El bienestar de este país ha nacido con el siglo y ahora son adolescentes con pasta y ese y no otro es el perfil colectivo.

 

Aquí están acudiendo de todas partes gentes para hacer dinero. Especialmente de Venezuela donde las cosas se están ‘’madurando’’ deprisa.

 

Si pueden vienen con divisas y se montan negocios o compran pisos y se distinguen de los otros inmigrantes, generalmente nicas o colombianos que vienen con lo puesto.

 

Los gringos dejaron el canal en 1999 y firmaron todos con sangre que pasara lo que pasara en este país el canal no se pararía. Y así les va. En lo que llevamos de siglo les está entrando dinero por maldición.

Fueron tantos años con los gringos de inquilinos que asumieron sus costumbres. Así no encuentras lugares para comer gastronomía panameña, solo fast food de multinacionales.

Hasta asumieron lo de celebrar el día de acción de gracias y comer pavo (con el calor que da a 35º).

 

Agradecidos y emocionados les dan las gracias por venir y por dejarles el canal después de ordeñarlo casi cien años.

 

Pero no hay que copiar demasiado para no resultar fotocopia del otro, y en lo referido a las ganas de trabajar de los gringos y su actitud ante el trabajo, esa parte se la saltaron. Y es que como dicen los andaluces, ‘’con estas calores no apetece más que refrescarsen’’

 

 La ciudad de  Colón me dio una impresión de suciedad y peligro que hacía tiempo que no sentía. Constantemente venían a decirme que cogiera un taxi para moverme y que estuviera cerca de la policía.

 

El ambiente punkie se acompañaba de una duradera -al parecer- huelga de recogida de basuras con las ratitas paseándose por los montones de desperdicios y las zonas verdes llenas de plásticos.

 

No están acostumbrados a ver turistas o visitantes. La industria turística es prácticamente inexistente. Cuando descubres que eres extranjero te preguntan en que empresa trabajas o si has venido a invertir.

 

Cuando salgo de mi alojamiento en ciudad de Panamá con maleta todo el mundo me pregunta si voy de viaje y a donde voy.

En Bocas del Toro, unas islas turísticas casi en la frontera con Costa Rica, las infraestructuras que hay para recibir a los visitantes son muy básicas y agradezco que sea temporada baja porque si viene un golpe de gente no podrían gestionarlo.

 

La  moneda oficial es el balboa, que equivale al dólar que es con la que funcionan. Ellos solo han acuñado algunas de las monedas de centavos aunque las monedas de USA también funcionan.

 

La moda tan sudamericana que consiste en meter todos los kilos de tocino que se poseen dentro de unos pantalones ajustadísimos y apretar mucho el pecho para que en todo momento parezca que van a salirse del sitio, en Panamá es más acentuada. Hay mucha gente con sobrepeso pero casi todo el mundo lo quiere embutido en siluetas inverosímiles por detrás. Por delante el formato de mulata pechugona.

Uno se pregunta si esos pantalones tienen una tela especial o reventarán alguna vez cuando se baile o se muevan con más soltura.

 

Ya hacía tiempo que no veía niñas de cinco o siete años con la boca y los ojos pintados y la carita con crema. También a veces con tacones.

 

Y es que el Caribe es provocación y dar rienda suelta a los instintos. No así a las carnes todas embutidas en esos pantalones mágicos formando siluetas extravagantes, sin dejar ni un gramo a la imaginación.

 

 

 

 

 

Hamburg 06.15

Aquí no llegan los turistas, así que no es necesario tener el menú ni siquiera en inglés: si no lo entiendes que te den.

Visto el panorama, y, seguramente por hacerme de notar, cada vez que necesito algo pregunto si hablan español. A la mayoría les da risa.

Aquí, durante la guerra les echaron unas bombas que entonces se llamaban de  fósforo y luego, mejoradas las llamaron napalm  que se impregnaban en el  cuerpo de los habitantes y éstos se metían en el río Elba para aliviarse, pero cuando salían del agua volvían a arder.

La ciudad quedó totalmente destruida y en una primera visión da la impresión de ser todo moderna.

Ahora disfrutan de una renta per cápita más alta que la mayoría del país, un sistema de transporte de los mejores del mundo y un ambiente donde prima la confianza: las mesas y sillas de las terrazas se dejan en la calle por la noche y la gente no toma precauciones anti-robo en las aglomeraciones.

Al igual que el resto de Alemania, el único control en metro, bus o tren es un cartel que advierte que no entres sin billete: no se ficha ni a la entrada ni a la salida. Supongo que debe haber unos revisores y que la multa debe ser elevada, pero yo no los he visto todavía.

Las calles absolutamente limpias, creo que le sacan brillo hasta los semáforos, y bicis y perros por todas partes: en el metro es frecuente tropezarte con alguna bici.

El excelente transporte público hace que en el centro de la ciudad no se produzcan atascos de coches, y  cuando uno pita parece que ha ocurrido algo especial: igualito que nosotros.

Inmigrantes pocos, un par de calles de turcos y algún negro que otro.

El puerto es el alma de la ciudad. Se trata del segundo de Europa lo que, tratándose de un río aún es más mérito: el mar queda como a cien kilómetros.

El único turismo que reciben es el alemán, y, en los días que he estado casi todo lo que se ve son excursiones escolares, y alguna de ancianos.

En Hamburgo, a cualquier hora puedes ver a alguien bebiendo una cerveza.

Da la impresión de que nunca pasa nada.

 

Borneo 03.15

Parece ser que toda la isla es una selva. Lo mejor que le puede pasar a una selva es que sea montañosa porque así se ve. En el Amazonas, donde todo es llano tienen que construir miradores elevados para poder verla. En Laos o en Borneo basta ir por una carretera para que se te caiga la baba.

Hay lugares donde las plantas han trepado por los postes de la luz y ha habido que podarlos.

Hay parques nacionales por todas partes. El que he visitado en la parte de Malaysia es un sendero de unos cinco o seis km.  que han construido para llegar a una cueva bonita, pero en cualquier lugar de la isla que pongan un sendero y se metan para adentro te encuentras lo mismo.

Cada pocos km atraviesas un río enorme. De vez en cuando se ven zonas agrícolas, generalmente palma para aceite, bananas o piñas, pero muy poco. Lo demás selva.

Como en todas las selvas, cuando te metes un poco dentro empiezas a oír muchos  sonidos mezclados,  procedentes de animales desconocidos que, al menos a mi, me animan a salir corriendo.

Malaysia 03.15

La primera impresión y las siguientes es que son kinkis. Mas oscuros que sus vecinos thais e indonesios y con un aspecto (ellos y ellas) de Kindi.

Diminutos como los laosianos y atrevid@s en el vestir: pelos modernos y, parece que, aunque todas las religiones son toleradas, los musulmanes ganan por goleada y muchas mujeres llevan velo aunque siguen pareciendo kinkis.

La vida en Malaysia es mucho más barata que en Brunei y el ambiente un poco más tolerante. Ellos sobretodo hacen lo posible para que se note que son modernos.

En la parte este es muy fácil encontrar playas paradisíacas, lo difícil es encontrar un hotel donde quedarte o un lugar donde comer.

No se plantean el negocio turístico porque no les llegan turistas, y los de Brunei no están en esa  onda.

Brunei 3.15

Estos no lo ponen fácil. Ya en el aeropuerto de Bangkok, desde donde tengo que ir a ese país me preguntan cosas habituales como cuando dinero llevo encima y otras menos habituales como cuánto dinero hay detrás de mi tarjeta de crédito.

Me piden mi billete de regreso a España que está en mi maleta y lo ponen tan complicado que les pido que me devuelvan el dinerito que paso de ir.

Parece que decide bajar la presión y me dejan subir al avión, y allí ocurre el primer flipe: antes de dar las instrucciones de seguridad, la pantallita se pone a rezar y todo el mundo se pone en posición (sin dejar de estar sentados, faltaría más que se arrodillaran). La inmediata es un ataque de risa que tengo que controlar porque siento verdaderamente miedo de ponerme a reír en esa situación.

Nos sirven cena en el avión y cuando me pregunta que quiero para beber le digo que vino y la azafata que lleva gorrito y velo pone cara de alucinada. O sea que no, cerveza tampoco, porque en ese país no hay alcohol. Tampoco hay parlamento, ni partidos políticos, ni elecciones, ni sindicatos, ni prensa libre, ni gente gay. La cosa funciona como le sale del zirivingingui al sultán, que es el que manda.

Tienen petróleo por maldición y todo son autopistas iluminadas, señalizadas cada cien metros y poderío muchas veces hortera para cuatro gatos: cuatrocientos mil.

La mano de obra barata la pone Bangla Desh a precios de saldo, sin atención médica gratuita como los ciudadanos de allí, ni casi ningún derecho, y a la mínima te vuelves a tu tierra que no queremos problemas.

En fin, una ganga.

 A los ciudadanos de Brunei no se les ve, o están conduciendo super-coches sin impuestos a 30 céntimos de euro el litro de gasoil o en los centros comerciales. Calles desiertas donde solo ves a la mano de obra barata que no tiene para un coche. Así que no me puedo pronunciar sobre si son guapos o altos porque no se les ve.

Los viernes a las doce se cierra todo y acuden a la mezquita a rezar hasta las dos. Cerrar todo quiere decir todo.

Pero no se puede tener a la gente tan reprimida y justo nada mas cruzar la frontera con Malaysia está Miri que es como Perpignan para el franquismo: allí los Brunei people encuentran alcohol y lo que necesitan.

La frontera  es la más amable que he pasado por esta área, claro que voy con alguien de Brunei, pero para mayor consuelo, Malaysia es más barata.

Por aquí también están desarrollándose los chinos que tienen casi todos los hoteles, muchos restaurantes y muchísimos negocios. A ver quien para a estos.

De  pronto, todos los coches  de la carretera se apartan y pasa a toda máquina un desfile de cochazos de cristales negros con dos motoristas delante y otros dos detrás. Pregunto si es el sultán y me explican que solamente es un familiar.  Y es que no hay nada como la familia.

Laos 02.15

Después de tantos viajes, al final logras distinguir a los vietnamitas de los coreanos y a éstos de los tailandeses porque parecen iguales pero no lo son.

Entro en Laos desde Thailandia y el efecto que me produce es que son más pequeños, más reducidos.

Hay una expresión, no carente de mala leche, que suele ser utilizada por las señoras valencianas para referirse a alguien haciendo constar sus carencias. Suelen decir de esta persona que es ‘’poquita cosa’’.

Pues esa es la sensación que te llevas cuando llegas.

Esta característica que puede ser útil en determinadas circunstancias tiene también sus desventajas: muchas veces, los asientos del transporte público se hizo pensando en ellos y cuando te sientas medio culo se te queda fuera.

Además de ser poquita cosa, a estos les ha caído todo encima: tienen el record de ser el país mas bombardeado del mundo, y han recibido hostias de todas partes, pobrecitos, ellos que no se metían con nadie.

Eso explica que no sonrían a la primera como los indonesios o los tailandeses, ni quieran trato con extranjeros, no aceptan que se les fotografíe y, cuando por necesidad se sientan a tu lado en el bus, en cuanto hay un sitio libre te dejan y se van.

Parece que cada vez que ha venido por aquí el hombre blanco ha sido para joderlos y hasta aquí hemos llegado.

Los franceses los quisieron hacer trabajar para sacarle partido a la colonia y la cosa acabó trayendo decenas de miles de vietnamitas porque no había manera de hacerlos apencar.

El opio debe explicar ese carácter introvertido y tranquilo así como el poco interés por ser el trabajador del mes.

Recuerdo en la transición que un político de izquierdas dijo que fumar marihuana no era malo, que lo malo es que si se legalizaba y todos fumaban ¿quién iba a trabajar?, porque a ningún fumeta le da por currar.

La industria turística la han enfocado de forma sencilla y sin complicarse: si viene gente que se dejen la pasta.  Cada cosa que puedan desear los turistas sube enseguida de precio sin tener en cuenta la calidad ni la mejora  ni gaitas.

De esta manera subes a un barco que te cuesta el salario de medio mes de un laosiano, te sientas y cuando te echas hacia atrás te das una hostia porque los asientos no los han clavado en el suelo.

Las sorpresas son constantes y no se alteran por nada, pero el país es tan hermoso que te compensas después.

Cuando les preguntas si puedes hacer una foto directamente te dicen que no.

A los niños los tienen bien amaestrados. En los poblados se te acercan, nunca te piden nada simplemente vienen a observarte y, en cuanto sacas la cámara se van todos corriendo. 

Yo he conseguido hacer algunas fotos de niños sobre todo de los muy pequeños y tengo la sensación de haberlas robado, pero no puede resistir la tentación.

No encuentras a ninguna persona de Laos teniendo una conversación con alguien extranjero. Su relación se limita al ‘’negosi’’ y fin. Todo lo contrario de sus vecinos.

Las carreteras están todas en construcción, así que en los trayectos largos el conductor, antes de salir reparte bolsas de plástico para vomitar dentro de un orden.

Por la carretera, constantemente cruzan niños pequeños y todo tipo de animales (pollos, patos, cerdos siempre negros, vacas, etc.), pero no se ven rastros que aseguren que ninguno de ellos fue atropellado, y los conductores no aminoran el paso, los animales y los pequeñines lo han asimilado en los genes.

En el norte, si se hace una carretera nueva, una presa para conseguir energía o se plantan plátanos o sandías en plan industrial, son los chinos los que se encargan del asunto. Tienen sus pensiones con sus carteles en chino  y forman un grupo bastante cerrado que va penetrando en la economía laosiana como quien no quiere la cosa. Ya les han prometido que el tren de alta velocidad  chino va a llegar hasta aquí.

En muchos hoteles, agencias de viajes o salas de masaje, . . . te obligan  a dejar el calzado a la entrada e ir descalzo por dentro, que es su costumbre.

En el barco y en algunos buses de lujo también. En el barco era especialmente delicado cuando tenias que ir al baño porque el suelo estaba siempre muy mojado, pero las costumbres son las costumbres.

 

 

 

 

 

 

Bangkok. . una foto imposible 02.15

Las ocho de la mañana, un mendigo durmiendo en la acera y sobre él, sobre su pecho, una rata.

No puedo apreciar si el animalito está jugando o le ha hincado el diente, lo bien cierto es que el mendigo, muy tranquilo y muy zen ha cogido a la ratita y la ha apartado de su persona.

Aquella, se ha ido tranquilamente a buscar otras cosas en otros lugares y el mendigo vuelve a acomodarse para echar la última cabezadita que ya empieza a pasar mucha gente.

No me apetece ser trágico y suponer que acabo de asistir a un duelo de quien se come a quien, porque el mendigo sabe que si se duerme o pierde el conocimiento, la rata se lo come y ella también sabe que si el hambre aprieta puede ser comida, pero nadie ha querido dramatizar ni asustar al contrincante, porque todo ha sido como de ceder el paso ante un atasco,que esta es la ciudad de los atascos. Pero hay quién, por menos de esto escribe Moby Dick.

Antioquia 11.14

Tal vez sea el morbo de saber que hace muy poco tiempo la violencia se llevó a tanta gente repartida entre los cuatro palos de la baraja de este país:  guerrilla, ejército, narcotráfico y paramilitares.

 

O tal vez sean los paisajes mas hermosos que pueda imaginarse, donde el verde es siempre nuevo porque en noviembre, casi cada día de pronto el cielo se pone negro, se rompe y llueve en un rato lo que mi pueblo necesita para todo un año.

 

El caso es que el lugar me está resultando muy atrayente y sus gentes encantadoras.  No tienen porque fingir ser amables con los turistas porque no hay ninguno, pero si lo son y mucho con los visitantes, eso si, después de preguntar el pedigrí.

 

Un lugar al que nunca me hubiera atrevido a venir a no ser porque conozco a alguien que me acompaña y me orienta, aunque ahora supongo que no tendría problema alguno en volver solo.

 

En Antioquia muchas mujeres tienen sobrepeso, pero no se reprimen de ponerse prendas estrechas marcando nalgas, pechuga y muslos que ocupan toda la acera y tiemblan como flanes.

Cuando comento estas exhibiciones me comentan que . . .’’lo que no se enseña no se vende’’.

 

La realidad es que las raciones siempre son excesivas, y, en las celebraciones, como nosotros en los años sesenta, ir de fiesta equivale a comer hasta reventar.

 

En Antioquia cuando llamas a un camarero o vas a preguntar algo en una tienda siempre te dicen: ‘’a la orden’’ y eso debe ser otro de los regalitos que hemos desparramado por América, desde la conquista o lo que coño fuera aquello. Cuando das las gracias contestan ‘’ con mucho gusto’’. Al principio lo ves como servil, pero después observas que lo hacen con todo el mundo y resulta muy delicado.

 

Llenan las iglesias católicas de gente todos los días y muchos de ellos varias veces. Puedo dar fe de ello porque estoy viviendo junto a una de ellas.

Tienen todo tipo de oferta de productos: novenas, rosarios, las consabidas misas, sesiones pre-comuniones o pre-confirmaciones y otros que no recuerdo.

 

En el pueblo que estoy ubicado de unos siete u ocho mil habitantes, me dice el párroco (hombre aficionado a las técnicas de gestión) que gastan entre tres mil y tres mil quinientas hostias cada fin de semana, lo que da una idea de cómo anda el tema religioso.

 

Es una zona donde existen muchas minas. De oro, naturalmente, que aquí no se ponen por menos. Más al norte las hay de esmeraldas.

Minas legales o clandestinas, con alguna maquinaria rudimentaria o básicamente manual.

 

Hay minas y mineros, pero los mineros todos saben que no gestionan bien, que no son de ahorrar ni de pensar en el futuro, así que en cuanto cobran el oro no paran de gastarlo hasta que se acaba. Naturalmente en las dos aficiones mayoritarias: alcohol y mujeres.

 

En Antioquia se sabe donde hay oro por medio de unas barritas de metal rellenas de no se sabe qué (solo los que se ocupan de eso), con algunas oraciones y normas generales (no pueden ser tocadas por mujeres embarazadas o menstruando, etc.).

 

El proceso es parecido al de buscar agua. Las barritas metálicas se mueven hacia la dirección donde se encuentra el metal y allí mismo comienza a excavarse una mina.

 

También  se sabe porque, según dicen, el oro emite unos gases que se encienden en algún momento.

 

Siempre  se santiguan cuando pasan por delante de una iglesia, aunque vayan conduciendo o sobando a la pareja.

Cuando  se despiden, lo hacen  con un ‘’que esté bien’’ y cuando conversan dicen frecuentemente ‘’y que más’’, que te deja con la necesidad de tener que decir algo aunque no llevaras esa idea.

 

En Antioquia todavía hay muchos caballos porque hay que subir a las montañas donde no hay caminos.

Cuando los ‘’caballeros’’ bajan a los pueblos a tomar algo en los bares dejan al caballo en la puerta del bar, pero no lo atan a la reja como en las películas, sino que sostienen con una mano la brida, mientras con la otra van tomando, y el animalito ni se mueve.

 

Así se aparcan caballos, motos, coches y si toca, el bus del pueblo, que hay sitio para todos.

 

He podido comprobar como un campesino estuvo más de tres horas sin soltar ni la brida ni la bebida: es de suponer que el caballo conocía el camino de vuelta.

 

La Navidad es una cosa muy importante y comienza oficialmente en los últimos días de noviembre. Esto parece ser así en toda la América latina, porque es un dato que siempre me ha llamado la atención en anteriores viajes, pero en Antioquia los adornos los han comenzado a poner en la primera decena de noviembre, y en muchas tiendas ya tienen expuestas las lucecitas y las tiras de papel de aluminio cortaditas y peinaditas.

 

 

En el bar, cuando eres nuevo, y a modo de cumplido, te sugieren que elijas la música, aunque tu tal vez preferirías poder elegir el volumen que siempre es atronador. La elección se hace sobre estilos, así cuando llego la cosa iba de rancheras. Al declinar mi elección, mi vecino de mesa usa mi voto y pide boleros y ya sabes lo que vas a escuchar la próxima hora.

 

En Providencia, domingo mañana una furgoneta con altavoces anuncia las ventajas de una funeraria, que según publicitan, tiene certificado de calidad.

 

Espero que no se trate de encuestas a los usuarios una vez enterrados, pero hay que reconocerle todo un estilo en los slogans que suenan a mucho volumen rompiendo la paz de un pueblito que la noche anterior, sábado, debió acostarse con algún trago de más. ‘’ ¿está usted preparado para la pérdida de un ser querido?’’  ‘’¿Sabe como manejarse en los momentos difíciles?’’

 

Definitivamente, me pongo a leer a Gabo como ellos dicen, porque, aunque dicen que los pueblos de sus novelas son un poco más al norte, creo que estoy en el lugar adecuado.

Los fines de semana, la vida ciudadana se trastoca, la música de los bares suena mucho más fuerte, las mujeres se ponen mas provocativas y los campesinos de la sierra bajan a ponerse al día de sus adicciones: alcohol y mujeres.

 

Los domingos todo el mundo está en la calle. El que tiene algo para vender lo expone, los paseantes parecen más relajados y la presencia del ejército se incrementa, sobre todo en zonas de paseo y en las paradas de los buses.

 

Y por qué patrulla el ejército con armas y munición? pués muy fácil: están reclutando jóvenes para llevárselos a servir a la patria.

 

Los ricos se libran pagando un soborno a algún militar conocido, pero los pobres no tienen más remedio que ir. Con la guerrilla, los paramilitares y los narcotraficantes sueltos, los muchachos saben que,  muchas veces, es ir a una carnicería.

 

Algunos optan por buscar a alguien extranjero (da igual, mujer u hombre) que los pueda librar de esa pesadilla pagando lo que pida el corrupto de turno. Y esa estrategia, en la prensa y tv. europeas la llaman turismo sexual.

 

Naturalmente, del paseo dominical falta toda una generación de muchachos que, ante la presencia del ejército (hoy mucho mas numerosa que el domingo anterior) deben andar escondidos.

 

He estado un buen rato en la parada del bus para ver si se producía alguna detención, pero la gente no es tonta y no asoma.

 

Los campesinos llegados de las aldeas de la montaña, con menos picardía serán presa fácil.

 

El país se está desarrollando, de modo que cada vez son mayores los camiones para transportar productos. Sin embargo, el tamaño de los transportes se ha adelantado al de las carreteras. Esto hace que camiones grandísimos generalmente norteamericanos tienen que pasar por poblaciones muy estrechas.

Cuando esto ocurre, como no se contempla en los presupuestos municipales, algunas personas del pueblo se encargan de ordenar los atascos con carteles de pare y pase.

Cuando han resuelto el problema pasan la gorra y todo el mundo les da unas monedas.

 

En las estrechas carreteras de la montaña muchas veces tienen que parar en las curvas y maniobrar hasta poder pasar cada uno a su destino.

 

No es difícil pasar un par de semanas en Antioquia y que se te quede en el corazón para siempre: un regalo para los sentidos.

 

 

Y otra más 11.14

En la avda. Wilson de Lima, hay una esquina donde se detienen los automovilistas más tiempo del normal. A veces suelen acudir allí vendedores de cualquier cosa aprovechando la espera.

 

Hay un señor que lo único que hace es pedir dinero, pero la vida no parece haberse portado bien con el y le ha privado de sus piernas, por lo que nuestro amigo se maneja en silla de ruedas, o tal vez pide dinero porque está en ese estado.

 

El caso es que debía ser peligroso acercarse a los coches con la silla de ruedas desde la acera con el peligro de caer y ser atropellado, y el buen hombre se ha inventado algo muy útil para su trabajo (porque lo he visto varias veces mañana y tarde, es decir, que nuestro amigo tiene horario).

 

El artefacto en cuestión es un tubo de unos dos metros de largo al final del cual hay un cazo para recoger las monedas.

 

Nuestro amigo se toma el trabajo en serio y todos los coches que paran  delante suyo, les pone el cazo directamente en la cara, y si, prevenidos porque pasan a menudo y no quieren esa intimidad, cierran el cristal, nuestro hombre les da golpes con el cazo-lanza en los cristales, visiblemente cabreado.

He intentado hacerle la foto pero se ha dado cuenta, y me he librado porque desde donde estaba no llegaba la lanza con cazo pero se le veían sus intenciones.

 

Siempre se ha dicho de la mala leche de los cojos y los unicejos y conviene acordarse de los refranes de nuestros progenitores.

 

 

 

 

Otra foto imposible 11.14

Bus de Lima a Paracas, en las afueras de la capital hay un lugar donde los expertos han debido aconsejar poner vallas publicitarias sobre las casas para anunciar sus productos.

Suponemos que los que prestan su tejado para estos menesteres perciben unos ingresos extra y son muchos los que lo hacen.

Pero hay una casa donde la valla era mas pesada de lo normal o el tejado tiene menos resistencia y la valla se ha hundido clavando sus soportes dentro de la casa y quedando la valla inclinada con difícil lectura de su mensaje.

O los responsables no han ido a arreglar aquello o el dueño de la casita no puede quitar la supervalla pero el caso es que sigue inclinada con las matas metidas posiblemente en el dormitorio y, por lo que parece, sin fecha de caducidad.

Y a uno le da por pensar sobre el contenido y el continente y rogar a los dioses que la cosa no pase de ahí y que no continúe cayendo y llevándose consigo a algún miembro familiar.

Las ''combis'' de Arequipa.

No se puede entender el transporte en Perú sin ver la importancia de las combis. Aunque en Lima han perdido importancia por la presencia de esa especie de metro-bus de superficie, en lugares como Arequipa son el alma de la ciudad.

Aunque a veces lo he hecho, no suelo viajar solo en ellas, pero me encanta hacerlo cuando me acompaña alguna persona de la ciudad.

Se trata de un híbrido de tamaño medio (algo mas grande que la furgoneta y bastante más pequeño que un bus), que se encarga de llevar y  traer gente de los barrios mas alejados.

Todas tienen el mismo formato: conductor y cobrador o cobradora. Este último va con un pie dentro de la combi y el resto del cuerpo fuera, recitando constantemente y en su tonadilla personal el trayecto que sigue. De vez en cuando se mete dentro y recita con la misma tonadilla las próximas paradas.

Tienen muy pocos asientos, que son ocupados con verdadera velocidad cuando alguno queda libre: la ley de la selva en estado puro. Pero la cantidad de gente que cabe en una combi no lo sabe nadie.

El cobrador, siguiendo fielmente la premisa de ‘’antes de entrar dejen salir’’, cuando la combi para, recita: bajando, bajando, bajando, …. Y, cuando han dejado de bajar: subiendo, subiendo….

Si te toca ir de pie que es lo más habitual, tienes que agarrarte, a poder ser, con las dos manos y aún así descubres la falta de costumbre y como ‘’canta’’ tu presencia de inexperto en combis entre la gente acostumbrada a cogerlas todos los días.

Si por casualidades del destino, hace que viajes cerca del conductor y puedes ver la palanca del cambio de marchas,  el cuadro de mando, etc.  no te explicas como aquello sigue funcionando.

Las sacudidas en cada cambio de marchas dan el diagnóstico de la vejez centenaria del embrague rascando en cada cambio.

Pero son económicas y sobre todo llegan a los sitios. No he visto todavía ninguna averiada. Sobre el cristal delantero, además de algunas estampas religiosas figura la ruta, pero no hace falta, porque mucho antes de que llegue ya la has oído de la voz del cobrador/a.

Una delicia y un lujo bien barato. En Europa podrían tomar ideas para un buen aparato de feria.

 

Una foto imposible 10.14

Bus Puco-Arequipa, una casa solitaria junto a la carretera. Clavada en la pared una cruz tamaño habitual en procesiones, pero en lugar de haber un cristo completo solo esta la cabeza.

 

Se habrán llevado el cuerpo para otra cruz u otra carretera o no tenían dinero mara mas?, el caso es que solo hay cabeza.

El estilo es sincrético y algo naif o sea colorines.

 

Como en todo el Perú se está celebrando la semana del Señor de los milagros y es costumbre durante esta semana adornar las fachadas de las iglesias de cintas de colores y, sobre todo las mujeres, se visten con unas túnicas moradas con un cordón blanco atado de modo informal, y se van de procesión todos los días.

En un viaje tuve la suerte (?) de ver la madre de todas las procesiones en Lima: un evento que dura creo que 24 horas y todo el centro de la ciudad colapsado por la fe y por las señoras de túnicas moradas con cordón blanco originando un caos de circulación impresionante, pero lo dan por  normal porque ocurre todos los años.

 

Pues bien, nuestro cristo, o mas bien, a la cabeza de nuestro cristo clavada en la cruz, en la carretera de Puno a Arequipa, le han puesto también las cintas de colores de la semana del de los milagros, y con el viento las cintas se vuelan como el foulard de Isadora Duncan antes de palmarla.

 

Pero como tantas otras veces no hay tiempo de hacer la foto y queda grabada en el consciente porque la realidad siempre supera al arte.

 

 

Bolivia 10.14

En Santa Cruz, las cosas son al revés que en el resto del país. Siempre han votado en contra del gobierno, es 20º mas caliente que La Paz, hay más gente rica que en el resto y se consideran totalmente ‘’diferentes’’ a la gente de la capital.

 

Hoy miércoles, termina la campaña electoral (aquí lo llaman el tiempo del proselitismo), a lo que siguen tres días de reflexión (a ver lo que pasa con el alcohol, que ya me he encontrado alguna vez los bares cerrados por temas electorales) y no hay ni un panfleto ni cierres de campaña ni pasión política alguna: unas pocas pancartas en la plaza principal y fin.

 

Esta tarde me acercaré a ver si se anima el asunto, pero los periódicos independientes afirman que el gobierno ha llegado a algún acuerdo con las fuerzas vivas de por aquí y que la cosa transcurrirá tal y como se espera. Esto es una tranquilidad porque en esta zona varias veces las cosas no se han resuelto a pesar de los disparos.

Si en Sudamérica tuviéramos que hablar de países que mantienen sus esencias pensaríamos siempre en los más pobres: Perú que parece despegar económicamente, Bolivia que continúa de pobre y el pobre Paraguay. Y cuáles son esas esencias?. casi todo lo malo se lo trajimos nosotros: el extraordinario poder de la iglesia católica, la poca o nula valoración de las mujeres y especialmente desde mi punto de vista esa actitud de trato vertical de arriba abajo para con los más jodidos.

Esta mañana en la plaza un rico hacendado ha puesto sus zapatos a disposición del limpiabotas de turno, y no hacía falta que hablara porque con sus gestos lo decía todo. El pobrecito limpiabotas seguro que ha dado las gracias a su dios por no haber recibido una patada en la cara.

En Ecuador, cuando vas a pedir algo siempre contestan ‘’mande’’, o, en muchos casos ‘’a la orden’’. La interiorización de esas conductas no se consigue sino con mucho tiempo y mucho interés. Pero últimamente hay gente que está poniendo un poco de orden en este caos.

El aeropuerto de Sucre (patrimonio de la humanidad, ciudad colonial de postal), tiene fama de ser de los más peligrosos del mundo. Esto de los Andes son muchísimas montañas y de pronto allá arriba ves la ciudad, rodeada de montañas y sobre ella el avión empieza a hacer una espiral descendiente en la que tu no ves el aeropuerto que supones que debe estar por algún lado.

En esas ocasiones tengo que recordarme que no tengo religión ni fe y que no puedo echar mano de unas oraciones. Que suerte tienen algunos. Ahora unos días de bus que también será de rezar. Anda con los Andes.

Las elecciones son el 12 de octubre, que curiosidad y que casualidad. Pero las normas en Bolivia son especiales: no se puede servir ni vender alcohol desde viernes hasta las 12 de la noche del domingo.

Nadie puede cambiar de ciudad durante el domingo (debe ser interesante ver todas las carreteras desiertas), por lo que el sábado se convierte en un día de regresos y se empiezan a suprimir buses a partir del mediodía.

Como esto afecta a todo el mundo mundial, los extranjeros ni podemos tomarnos una cervecita ni podemos ir al lugar que queramos. A estas normas se las llama ‘’La ley del buen gobierno’’.

En realidad lo que hace el ejecutivo es pulsar la tecla de ‘’pause’’ y se para todo. El ejército queda en estado de alerta.

En el hotel me advierten que me busque la vida para comer y cenar durante el domingo que todo estará cerrado, pero un taxista simpático que conoce bien su país me asegura que donde se vota siempre aparece comida ambulante, que las urnas dan mucha hambre.

Después de comprarme toda la comida de Sucre, compruebo que algunos locales estuvieron abiertos y daban de comer.

 

El ‘’proselitismo’’ está prohibido, pero la tv. Estatal comunica a la población las carreteras y teleféricos que hay hecho últimamente, y en el spot aparecen camioneros saltando de alegría en una carretera ancha y asfaltada.

 

Ayer aparecieron pequeños carteles firmados por organizaciones de mujeres (sábado 11 de octubre es el día de la mujer), recordando que pasan de 130 las muertes por violencia de género, que, sobre una población de diez millones no es baladí.

 

Potosí es un caso curioso: famosa y rica por toda la plata que sacaron para gloria de España y para pagar sus guerras y conquistas, ahora está prácticamente en la miseria.

La altura (ya cerca de los 4.000 metros), hace que no puedas subir escaleras ni cuestas, cuando uno se creía aclimatado por los casi 3.000 de Sucre, comprueba que está para repetir curso, así que decido comer algo y salir para Uyuni a ver el salar.

Potosí es tan pobre que ni en la estación de buses ni en los alrededores hay ningún sitio para comer, así que hay que tomar un taxi e ir al centro de la ciudad que, ironías del destino, está bastante más alta.

Las seis horas de viaje hasta Uyuni y todo el trayecto a partir de ahora es un paisaje alucinante. Los cielos a esas alturas son nítidos, las plantas absolutamente diferentes a lo que estamos viendo habitualmente y en las noches se pueden contar las estrellas.

Pero vivir en un lugar donde por el día puedes llegar en este tiempo a los 25 o 30º y por la noche se te pone a diez o más negativos no puede ser bueno para la salud física ni mental, pero como decía la muchacha burguesa recién casada refiriéndose al hambre de los niños de los lugares que visitó: ‘’los niños no comen, pero están acostumbrados’’. Aquí se mueren de frío por la noche y de calor al mediodía, pero están acostumbrados.

Nueva York 06.14

Hablar de Nueva York cuando todo el mundo lo ha hecho no es para tenerle respeto sino para perdérselo.

En continua transformación, los barrios van ajándose para darle entrada a los especuladores que le darán la vuelta como un calcetín y venderán loofts de lujo donde, hace poco tiempo,  solo había miseria.

Estuve hace veinte años, en 1994 y ya casi no quedan ya sitios feos o peligrosos en Manhattan: deben estar enviando a estas gentes a otros lugares de alquileres más asequibles y están dejando la isla prácticamente llena de glamour por los cuatro costados.

De las decenas de alcohólicos y sin techo que se amontonaban cerca de la estación de autobuses de la 8ª avenida, solo quedan cuatro o cinco.

El miedo que entonces daba Bovery ahora se cambia por la contemplación de tiendas de diseño.

Es el disco duro del capitalismo: el hardware del sistema, y, aunque al principio impresiona y tu cuerpo reacciona al verse rodeado de fincas inmensas, de infinitas gentes de infinitos colores o ropas, aunque eso si, todos hablando o escribiendo con su teléfono moderno,  con el tiempo compruebas, como dice Antonio, que ‘’Nueva York es andar y gastar’’.

No es difícil entenderse porque los empleados inferiores siempre son hispanos y cuando les preguntan si hablan español (lo de castellano, no se lleva por aquí), muchos te contestan ‘’si, cuando me conviene’’.

Me ha pillado el mundial de fútbol de Brasil, que hoy jugaba contra México y el West Side casi estaba paralizado porque casi todos los camareros (que se llaman meseros) son mexicanos, y los pocos que todavía estaban trabajando se comunicaban las novedades como si se tratara de una consigna de lucha clandestina. Al preguntarle a uno de ellos (de Veracruz), por el partido me ha respondido ‘’están de ceros’’, que es como parece que ha terminado, y me ha dado como el pésame por el resultado de España en su primer partido.

El día siguiente siguen dándomelo por lo de Chile y tengo que explicar que soy de España pero no futbolero.

Aunque tenemos miles de referencias musicales de esta ciudad, este blog recomienda una bien valenciana, de nuestra Piquer, metida con el narcotráfico en plena ley seca para sacar adelante una nochebuena:

https://www.youtube.com/watch?v=U50Z-qkT_JY

Los que no quieran sensaciones fuertes, pueden oír a Mecano con su versión chicle de la ciudad:

https://www.youtube.com/watch?v=f6Q5HeabGfU

Pero en realidad, la mejor referencia, aparte de las decenas de buenas pelis, siempre la encontraremos en Lorca y su ‘’Poeta en Nueva York’’.

Y ya que estamos con ganas de tutelar, unas pelis:

- Manhattan de W. Allen

- Una historia del Bronx dirigida por Robert de Niro.

- Smoke 

Por reparaciones en el metro tengo que transbordarme en una estación lejana de mi destino : Roosevelt avenue y decido salir a echar un vistazo antes de cambiar de línea.

Me encuentro un barrio nada parecido a Manhattan, donde indios, nepalíes y tibetanos conviven con ecuatorianos y colombianos con las fronteras bien trazadas de tiendas y restaurantes para cada etnia. Las calles ya no están tan limpias y no hay turistas, pero si una actividad inusitada: la energía de la supervivencia. La gente se mueve a la misma velocidad que en el distrito financiero pero para sobrevivir, peleando por céntimos y tratando de vender lo invendible: es como si la ciudad se estuviera formando aquí.

Numerosas oficinas ofrecen en todos los idiomas asesoramiento para hacer documentos que se necesitan para legalizarse, y las rumbitas colombianas se mezclan sin dañarse con altares del Dalai Lama y gurús indios o nepalíes repartiendo estampitas.

Como siempre las cosas interesantes ocurren al final. Siempre se liga al final de las vacaciones. Como esa mirada que estaba perdida y de pronto es encontrada justo cuando se cierra la puerta y el metro se va, dejándote reflexionando sobre lo que pudo haber sido y no fue.