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Bolonia 01.05.14

La llaman ‘’la roja por el color de sus edificios (casi todos de ladrillo de ese color) y porque desde la última guerra mundial siempre estuvo gobernada por la izquierda.

Es muy civilizada en todos los aspectos y la oferta cultural es muy potente.

Con estos antecedentes sería lógico pensar que el primero de mayo las calles se llenarían de rojos reclamando las cuestiones pendientes, pero la gran manifestación de los sindicatos resulta ser una pequeña procesión de poco mas de un centenar de personas, cada una con su bandera representando a cuatro o cinco sindicatos y algún partido de izquierda.

Lo que era modelo y motivo de envidia de los izquierdistas europeos en los 70, hoy, Bolonia es una apacible y elegante ciudad donde todo el mundo ha salido a tomar el sol con la familia, lejos de algaradas callejeras.

¿Habrán llegado ya al paraíso socialista?

Por la tarde hay convocada una que promete ser mas calentita: ‘’ni un inquilino sin casa ni una casa sin inquilino’’.

Aunque los italianos gritan tanto como los españoles (afirmar que gritan más exigiría una profunda investigación), y, sobre todo cuando hablan por teléfono donde una mano sostiene el aparato y con la otra gesticulan mientras, por lo general se acaloran; por las tardes, en la Piazza Verdi, los jóvenes se montan un botellón tranquilo y sin gritos, sentados en el suelo con sus litronas y su conversación que habría que filmarlo y presentarlo en los institutos españoles para que vean otras formas. Por supuesto que al final del mismo la piazza queda limpísima y es que Bolonia es diferente.

Por la tarde (salvo la mani mencionada) todo el mundo sale a hacer la passegiatta bajo los soportales (la ciudad cuenta con mas de cuarenta kilómetros de ellos), y, a pesar de lo civilizada no deja de tener ese regusto provinciano que consiste en endomingarse los días de fiesta y dejarse ver en el aperitivo.

Florencia 04.14

Hace seiscientos años, en una crisis como la nuestra, los banqueros de aquí, los Médici, decidieron invertir sus caudales en investigación y desarrollo, potenciando los artistas que rompían con todo lo establecido y proponían nuevas alternativas.

Aquello generó una industria que, seiscientos años después, da de comer a toda una ciudad.  

El futuro de esa industria está más que garantizado: puede durar otros seiscientos años mas: ahora la única inversión que hay que hacer consiste en tenerlo presentable y cobrar.

Cuando uno observa, en nuestro país, que los banqueros y grandes capitales hacen justo lo contrario (recortar en investigación), además de llorar desconsoladamente, no tenemos mas remedio que pensar que los caudales en España  conocen la historia, es decir, que como ya sabíamos, no son leídos.

Que penita y que dolor: el dinero y el saber siempre tan lejanos: que crusss.

 

un gelato in Siena 04.14

Una señora muy gorda, de boca enorme y lengua todavía más, se ha comprado un helado que se eleva por encima del vaso de plástico que lo sostiene (el más grande que había), hasta el triple del volumen de éste.

El helado se está derritiendo por el calor y la buena señora ha decidido atacarlo de abajo arriba chupando con su gran lengua los churritones que van cayendo.

Va con una amiga, no tan gorda pero mas competente en la faena, y haciendo un alarde de rapidez y eficacia casi se lo ha terminado y le da conversación.

Nuestra gorda amiga ha olvidado (porque parece que tampoco tiene muchas luces), que en esa actividad, las distracciones no mejoran el rendimiento y el helado comienza, como un bicho de película de terror a extenderse por la mano y por el brazo, que ella no duda en chupar con esa lengua que los dioses tan generosamente le han adjudicado.

Del mismo modo que, cuando un trabajador está en una tarea, el empezar una segunda le hace perder el norte de lo que estaba haciendo, nuestra amiga, al chupar el brazo no se ha percatado de que el helado empieza a desparramarse como los pantanos cuando llueve demasiado.

Siempre se aconseja a los nuevos emprendedores que desarrollen aquello que mejor controlan, que hagan lo que realmente saben hacer bien, y nuestra amiga decide que puesto que se trata de chupar, debe hacerlo mas y mejor, con lo que, sin cambiar de estrategia, se pone a chupar a toda velocidad y por allá donde se va desparramando.

Yo la estoy observando desde una terraza donde estoy luchando contra un rissotto de setas y un vino blanco fresquito, pero no puedo dejar de reír: evidentemente se han dado cuenta (la amiga antes) y se van hacia la primera esquina para no ser vistas.

En mi defensa debo hacer constar que no era yo solo, que empezaban a tener bastante público, que la gente se fija en todo.

Esta es otra de tantas historias que sabes como empiezan pero no como terminan. Como la vida misma.

 

 

 

 

 

 

Siena 04.14

En Siena, las manadas de turistas son tantas y tan pobladas que muchas de ellas han distribuido unos pañuelitos del mismo color para no perderse.

Suelen ser colores fuertes, a veces fosforescentes, y en los lugares más concurridos, las manadas se atraviesan entre si haciendo colorines sin perder su identidad, como si se tratara de un concurso de habaneras.

Aprovechan las nuevas tecnologías y en algunos grupos les han puesto una especie de walky talky colgando del cuello. El o la guía, con un micro inalámbrico los va conduciendo para que no se despisten, para que cunda el tiempo, para que disfruten del viaje.

Los chistes facilones con que los guías amenizan los recorridos, seguidos de risas a coro,  a veces salpican al jubilado que hasta entonces gozaba de cierta tranquilidad con un café en una terraza.

Siempre que un día parece perfecto aparece alguien que nos lo jode. No se puede tener todo y no quejarse.

 

Pisa 04.14

En Pisa hay tantos negros como en Valencia: igual de delgados, igual de desnutridos, igual de sucios, igual de cargados con gafas de sol imposibles que nadie compra, como en Valencia.

En las plazas sin turistas y sin embargo hermosas, presencia masiva del lumpen de colgados que te quitan las ganas de sacar tu cámara por lo que pueda pasar. Hacen cigarritos de las colillas que pillan: como en Valencia.

Los jóvenes por la noche víspera de fiesta beben y gritan mucho, como en Valencia.

Europa se está homologando, pero desde abajo, como se hacen las cosas.

bilbao 04.14

Siempre fue una ciudad fea, oscura y algo sombría, y han sido sus gestores los que la han puesto guapísima y de dar envidia a otras, como Valencia, que, habiendo nacido guapa, por una mala gestión, está que da pena.

Al poco de inaugurar el Gugenheim, me acerqué a verlo y me sorprendió encontrar varios avisos en el museo rogando a la gente que no tocara las obras de arte.

Quedé sorprendido porque no sabía que los bilbaínos eran de tanto tocar, que los estereotipos nos dicen que los sitios húmedos y fríos, la gente es mas distante que en los lugares calurosos.

Esta vez, la sorpresa ha sido mayor al ver que la mayoría de las exposiciones de dicho museo eran para tocarlas, pisarlas y experimentarlas.

Me pregunto si están adaptando el arte a la costumbre de tocar o si es otro matiz más de los muchos que se han hecho en esta ciudad para acercarla a los ciudadanos. Sana envidia que se cura con unos pinchos y un txacolí fresquito.

 

Roma-2 11.13

 

 

Todo el mundo coincide con reconocer que existen dos italias, la del norte, trabajadora, moderna y progresista y la del sur, mas relajada, mafiosa y canalla.

Cuando se habla de ello siempre se toma a Roma como el lugar donde se traza la línea divisoria, así todo el mundo dice que de Roma para abajo, tal y tal  o de Roma para arriba lo contrario.

Debe ser algo como el muro de Berlín, que nadie se acuerda ya por donde iba. En esta ciudad, en Roma, lo mismo te sorprendes del nivel cultural o de civilización que te encuentras como de lo barriobajeros y mafiosos que son.

 Vas visitando la ciudad y no sabes en que parte te encuentras: es el encuentro o la necesidad de relacionarte con los romanos los que te dicen de donde procede el sujeto en cuestión, y que es lo que te espera.

Así hay días o momentos en que estás en el norte y otros que no sales del sur.

El transporte, y especialmente los autobuses son del sur: nadie pica ningún billete, llenos como en Valencia en los años sesenta.

Si del roce nace el cariño, los buses son especialmente cariñosos.

El metro casi igual.

Algunas mujeres, parece que albanesas o rumanas del sector gitano, acuden cuando la avalancha de los que quieren subir llega al límite y si te descuidas te dejan limpio, pero los romanos se lo saben y las van descubriendo. Estas incidencias, unidas a las clásicas del roce-metiendo-mano, amenizan los viajes urbanos además de los lugares únicos por los que pasas: imposible aburrirse.

Las manadas de turistas orientales (chinos o japoneses), se alternan con otras europeas, españolas o sudamericanas, estas  se distinguen porque suelen llevar la camiseta del mismo color en el que se pueden ver las intenciones y a veces el itinerario: católicas generalmente y el destino es Vaticano y sus sucursales.

Los lugares ‘’de culto’’ son imposibles de visitar sin una horita de cola previa, o, como en el caso de la Fontana de Trevi, al igual que los buses, no puedes entrar ni a la plaza.

La Piazza di Espagna tiene tanta gente en las escalinatas que no dejan sitio para los gigolós que todavía aguantan la tradición, todos maqueados: acabarán posando para que los turistas se fotografíen con ellos para un recuerdo casquivano.

Los cafés de Vía Véneto que fueron lugar de artistas famosos, ahora en decadencia, han doblado los precios y por una ensalada te dejas el jornal.

El tráfico es infernal y todo el mundo juega a saltarse las normas: se cruza en verde pero mirando, y en los pasos cebra encomendándose a los dioses.

Pese a todo, Roma es única y todo es cuestión de aceptarla como es: igual que las personas.

 

 

 

 

Roma 1 11.13

Un madrugón descontrola el cuerpo y si los astros se ponen en fila pero al revés, las cosas se tuercen.

En el aeropuerto, la chica encargada de informar a todos los que llegamos no tiene planos, pero si tiene un bigote que podría prestárselo a Pancho Villa. Tal vez sea de ese sector lésbico que reivindica bigote y barba sin tener que ir al circo.

El hotel, que exigía una tarjeta para garantizar la reserva resultó ser de ‘’pago anticipado’’, y la conexión wify que anunciaba va a 5 euros el día.

Como no tengo el cuerpo para protestas le pido la clave (tras abonar el precio), y resulta que solamente puedo conectar una cosa, que si quiero ordenata y teléfono que entonces son diez euros día, y mi cuerpo se pone reivindicativo y monto el primer ‘’pollo’’ romano.

Casi todos los empleados son chinos o de por allí, y en la habitación me recibe una tele que me pide que le diga en que idioma quiero ver las pelis y a continuación me dirá a como van, y es que cuando se trata de negocios, los chinos no se andan con ‘’chinitas’’.

Me voy al Trastevere buscando criterio y comida, y,  en una terraza adorable, mantelitos a cuadros y olor de pasta,  me la clavan donde las otras primeras veces: en il vino di tábola, y es que cuando el cuerpo se tuerce repercute directamente en la cartera.

Trastevere,  y piazza Navona son una feria de las vanidades de todas las industrias que puedan sacarle dinero a las manadas de turistas que serpentean en grupos uniformes por el centro: la industria de las caricaturas, la de las estatuas o la del instrumentista con música enlatada de acompañamiento se amontonan en busca del euro.

 

La Piazza di Campo di Fiore, mas laica ofrece un mercadillo entre medieval y todo a cien, y la adorable Vía Giulia tiene obras y atasco de coches que pitan: pobres palacios.

Y, a pesar de los pesares, uno sigue babeando por las callejuelas, por las fuentes y las fachadas mitad ocre, mitad rojas, agarrado al monedero y a los criterios para no desfallecer en un día aciago donde los haya.

Que bonita es Roma si no hubiera romanos (ni chinos).

 

 

 

marrakech again 09-10/13

 

 

No acabo de saber la razón de venir otra vez.

El 35 aniversario de mi primera visita ?

Una despedida de la ciudad ?

Ver si todavía el viejo sabio estaba viejo y era sabio ?

O tal vez razones de índole económico: si la mayoría de las veces he tardado dos días en llegar, no se puede despreciar la posibilidad que nos ofrece Ryanair de llegar en menos de dos horas por 67 euros.

Aquí casi todo sigue igual, aunque las delicadas situaciones de otros países árabes mediterráneos hacen que, a pesar de la bomba del café Argana en la plaza de Jemaa el fna, los turistas hayan decidido venir todos a esta ciudad.

En la plaza o en la medina, hay momentos en que los visitantes superan en número a los nativos, siendo éstos cada vez más en un lugar donde parece no existir control alguno de natalidad.

Esta vez me alojo junto a la plaza, en la calle Elkennaria y, el permanente bullicio no me molesta como otras veces. Será la edad o que me estoy confundiendo con el entorno.

Manadas de turistas que no se alejan del grupo se desplazan como un ciempiés serpenteando por entre la multitud mientras algunas jovencitas de cabellos rubios ponen cara de estar ante un ‘’viaje exótico’’.

Parecen todos mas adaptados a los tiempos que corren, aunque los posibles cursillos de hostelería no impiden que el cocinero atienda sus mocos y las albóndigas con la misma mano, ni que las inevitables moscas lo invadan todo o que los gatos que ocasionalmente te encontrabas antes, estén por todos los lugares donde vas a comer y no se alejen de ti ni a puntapiés.

En los países pobres, las moscas no están acostumbradas a marcharse al primer aviso como ocurre en los lugares civilizados, así cuando les haces abandonar un lugar de tu cuerpo o tu comida, se trasladan tranquilamente al lugar de al lado, sin otra alternativa que matarlas y tener que recoger el cadáver o dejarlas a su aire y respetarles su territorio.

Una vez entras en África por arriba, parece que cuanto mas bajas en el mapa, más quietas se quedan las moscas sobre las personas que, en zonas subsaharianas  no se molestan en invitarlas a marcharse.

Aunque tengo todo el día la música gnawa en directo sonando, solo me vienen a la cabeza canciones de Georges Brassens  (… en mi pueblo, sin pretensión, tengo mala reputación…) y, en lugar de ilustrarme con lecturas locales (el viejo sabio ya lo dejó escrito todo), me estoy leyendo a Murakami. El Japón de los años setenta en Marrakech. Parece que mi sino es moverme contracorriente, o, como me dijo el sabio anciano anoche, mientras la cabeza funcione, lo demás no tiene importancia. Y es que ochenta y dos años deben pesar lo suyo. Casi tanto como escribir a mano los últimos sesenta que le están dejando los dedos asarmentados.

Desprovisto de todos los accesorios, posturas, miradas o actitudes que definen a los turistas, paso, como es mi intención, casi totalmente desapercibido: solo unos pocos (los mas torpes), se molestan en molestar.

Una terraza, un té o un café y una lectura y a ver pasar las gentes y las horas. Al fondo, de fondo, la música gnawa (a que parece un anuncio del Imserso?).

Callejeo un rato todos los días y voy repasando los lugares donde me he alojado: la intrigante Residence de la Place, con sus chicos-para-todo en la terraza esperando ofertas para regatear lo necesario; el enigmático Hotel Galia donde conocí parte de la nobleza andaluza buceando en las alcantarillas; el decadente Hotel La Menara, añorando tiempos pasados de lo que pudo haber sido y no fue; la casa de Pepe con más nobleza andaluza, diplomáticos, periodistas y algún que otro magistrado intercambiando fluídos con la población local; el Hotel Foulcauld, que creí que algo tenía que ver con el famoso escritor y resultó una especie de cuartel militar, y una lista interminable de hoteluchos baratos de los tiempos de hippie sin dinero.

Todos los coches que he tenido han pasado por aquí. He bajado en bus desde Valencia en 27 horas con casi todos los pasajeros borrachos vomitando hasta llegar a Algeciras, donde se recomponían, se lavaban la cara y cruzaban el estrecho ya metidos en su religión de origen; en tren desde Tánger (una noche entera y siempre con sorpresas), en avión desde Madrid, y ahora directo desde Valencia: no se puede decir que no a esta propuesta

 

Y es que la edad siempre invita a hacer balance, o, tal vez, a seguir balanceándose.

 

La estructura social y la energía productiva, reviste, como siempre infinitas modalidades, desde las más sencillas a las más complicadas, pero, como siempre en Marrakech, obedecen a un objetivo común: conseguir que te dejes aquí el máximo de dinero posible. En este quehacer todos están diplomados porque lo llevan en los genes.

 

Estrenamos octubre y al mediodía los termómetros se van a los cuarenta, en un clima seco donde todo se seca, hasta los pensamientos.

Brassens me vuelve otra vez: ''...yo no pienso pués hacer ningún daño, queriendo vivir fuera del rebaño...''


 

berlín 06.13

 

 

Berlín era irreverente y muy sexy en los años veinte del siglo pasado. Sus cabarets, famosos en el mundo entero por sus ‘’atrevimientos’’ en directo invitaban a viciosillos, pervertidos y liberales en general.

Al terminar la guerra mundial, como todo el mundo conoce, quedó dividida en dos partes por un muro y rodeada de zona comunista, con lo que empezó a deshabitarse.

Para poblarla, en los 60, el gobierno decidió librar de la mili a los jóvenes que se instalaban allí a la vez que se les eximía de impuestos o se daban alegremente subvenciones.

Con ofertas así, se fueron a vivir a Berlín lo mejor de cada casa: pacifistas, ecologistas y gente de mal vivir.

Daba un poco de claustrofobia –me dijo un hippie que conocí en Ibiza en el 71- porque solo podías entrar y salir por un puente aéreo, pero si te acostumbrabas a la ciudad te lo pasabas pipa y trabajabas poco.

Una vez que el muro se viene abajo, en el 89, los habitantes del régimen comunista del este se quieren ir al oeste y los avispados modernos del oeste se van al este con sus formatos.

Las ocupaciones de casas, consentidas por el gobierno eran a diario, las subvenciones continuaban y se pusieron a montar cafés, restaurantes o salas de exposiciones en los lugares más increíbles.

¿Por qué hacemos un poco de historia?

Porque no se puede entender el ambiente que hoy se respira sin repasar un poco el pasado reciente.

Bien es cierto que los chollos de subvenciones se están acabando pero como dice el refrán ‘’donde hubo siempre queda’’.

En Alemania está prohibido fumar en los locales cerrados, pero en todos los clubs de Berlín se permite.

Tampoco se puede beber en el metro, pero aquí la gente, muchas veces se compra una cerveza ‘’para el trayecto’’

Tienen mal clima durante el invierno, llegando a veces a los 30º negativos, pero a comienzos de junio  empieza a haber días soleados y todo el mundo sale a la calle, se despelota en los innumerables parques para tomar sol y cerveza y todos los bares sacan mesas a la calle tengan o no licencia. (a veces la mesa para poner la cerveza es una caja de madera: el caso es airearse).

No tiene barrio histórico porque los bombardeos lo dejaron hecho unos zorros, pero si tiene barrios, cada uno con unas características diferenciadas, en constante evolución. Así los barrios van pasando de ser referente cutre a ponerse de moda. De ser un barrio de diseño a verse poco a poco marginado, en una dinámica abierta y constante.

No es tan epatante como París, pero el futuro de Europa en cuanto a formas de vivir y propuestas a las crisis de valores, se están cociendo aquí.

Ochocientos kilómetros de carril bici e innumerables parques hacen el resto para componer el cuadro: casi no hay coches y las bicis están en todas partes,  suben al metro y lo invaden todo en cualquiera de los formatos: con remolque para el niño, de pedalear tumbado, con mochila delantera o lateral, etc.

El alcalde encargado de gestionar este caos perfectamente organizado es un hombre, abiertamente gay que le gusta frecuentar ‘’ambientes especialmente fuertes’’ y no le molesta alternar con sus administrados en cualquier formato.

Un transporte público casi perfecto donde el usuario se compra su billete en la máquina y no ficha ni a la entrada ni a la salida. Solo se arriesga si se tropieza con los inspectores, más bien escasos.

En los últimos tiempos han subido la tarifa del metro, pero todo el mundo entiende que es para mantenerlo funcionando toda la noche. No sospechan que sus gobernantes destinen ese dinero a otro fin.

Los locales viciosillos de los años treinta han sido superados en cantidad y calidad. Algunos de ellos te invitan a visitar su web para no encontrarte con ‘’sorpresas’’, y estas cosas se agradecen, sobre todo si eres un valenciano paleto, aunque paleto de mundo, pero paleto, en un entorno así.

Un contacto de un contacto nos consigue una habitación de un apartamento donde vive una pareja (heterosexual).

El componente masculino de la pareja es un investigador biólogo molecular que anda con el tema del cáncer y el ADN. Como tiene horario flexible, cada día sale a una hora. El primer día laboral se va a currar con chanclas de plástico, pantalón corto y camiseta rota montado en su moto (la bici la usa para trayectos más cortos). El paleto valenciano hace esfuerzos para poner cara de normalidad.

Dicen las estadísticas que en Berlín el número de personas que viven solas es aproximadamente igual que el de los que viven en alguna forma de familia. Es muy extraño ver niños con papa y mama: generalmente van con un adulto y generalmente en bici.

Es muy frecuente ver hombres cambiando pañales.

Nos cuenta un amigo que en los colegios están suprimiendo las referencias a hogares con niños que viven con los dos padres para no discriminar a la mayoría de los pequeños.

La droga se vende discretamente en los parques y últimamente esa industria ha pasado de los turcos (que son muchos) a los negros que son más fuertes. Debe ser la aplicación de la teoría de la evolución de Darwin en el narcotráfico.

En cualquier grupo que se forme, se encuentra enseguida el idioma con el que comunicarse, y, dado que el alemán es difícil, se echa mano de otra lengua. Así, unas cervezas en grupo se convierten en una mezcla de idiomas que van usando unos interlocutores con otros hasta lograr entenderse.

Además de todo esto, es una ciudad barata para vivir.

¿Que mas se puede pedir?


 

 

 

 

 

 

Sri Lanka y fin 02.13

La venta de alcohol está restringida, pero a todos les gusta, así que se montan colas donde quiera que lo vendan.

El tabaco también es caro para su economía y no fuma casi nadie.

Comen con las manos (con la mano derecha, naturalmente) y al comenzar la jornada esparcen incienso por toda la casa, la tienda o el restaurante, y es de agradecer.

Cuando pasas pueblos donde no van los turistas se ve a muchos de ellos descalzos, salvo los niños y adolescentes que van uniformados y calzados al colegio, bien limpitos y relucientes.

Hay monos por todas partes.

En las ciudades suelen acudir a las casas que lindan con la selva, van por los tejados o escarban entre las basuras.

Cuando se acercan demasiado, les gritan o les tiran una piedra, o, como dicen en mi pueblo: los ‘’esturrean’’. Nunca oí esa expresión en ningún otro lugar.

Cuando los monos están en su ambiente, en la selva, ya puede resultar algo peligroso, no conviene dejar nada a la vista porque lo roban todo y pueden ser muy molestos.

Se desplazan siguiendo todos juntos, donde va uno van todos detrás, como los asistentes a una procesión, como los turistas que viajan organizados, como los ciclistas, como los votantes del PP, como los monos.

En resumen, la isla es muy bella, en todos los itinerarios que he hecho es una explosión de verde por todas partes.

Donde se puede se cultiva arroz u hortalizas, donde no selva tropical y bosques enteros de cocoteros, ríos caudalosos y playas de anuncio de limones salvajes del Caribe.

Los transportes es otro tema. Trabajarse Sri Lanka en transporte público es para Indiana Jones. Mejor, si la economía lo permite comprarse por unos días un coche con chofer y todo.

Resumiendo, cuando me pregunten como es esto, sobre todo comparando con los lugares de esta zona (Indonesia, Thailandia o Viet-Nam), habría que responder lo que dijo un casado después de probar por primera vez los placeres prohibidos de la otra acera (la de enfrente), se quedó un momento pensativo y respondió : es . . . . diferente.

Postdata:

Esto podría haber ocurrido en cualquier otro lugar del mundo perro ha ocurrido en Sri Lanka:

 

http://www.radiosantafe.com/2013/02/08/preso-en-sri-lanka-escondio-celular-en-el-ano-para-que-no-se-lo-decomisaran/

industrias turísticas 02.13

‘’Hijo de mi vida….’’ Le grité al conductor del bus en un adelantamiento suicida, y a continuación: ‘’y jodes mi vida’’.

Salió así, sin darme cuenta, y me dio la risa. El bus repleto como con los refugiados, yo el único extranjero.

Ellos están preparados de serie, desde el nacimiento, para estos viajes, pero yo caí y  fui a parar sobre el motor, todo tirado y como me reía pues los más cercanos se reían también. Si hay que morir que sea riendo.Una i.t.v.rápida me dice que no se ha roto nada y que me agarre mejor donde pueda.

Esto viene a cuenta de un orfanato de elefantes que hay a cincuenta km de donde vivo y como los taxis se me habían encabronado me fui en el bus. Bueno, en realidad dos buses para ir y dos para volver.

Los elefantes –unos setenta- encantados y el orfanato, además que te clavan en la entrada, encima si quieres puedes dar donaciones porque la cosa se presenta como de solidaridad con los elefantitos.

Los bichos están como en un parque y cada dos o tres horas los llevan a la otra parte del pueblo y los meten en el río para que se refresquen.

El formato es como de procesión, pero con elefantes, y, en este caso con turistas chinos (que cada vez veo mas) y rusos como en un concurso a ver quien es mas hortera.

Los animalitos se refrescan pero tu no, porque no puedes entrar en el río, y como decía el Auserón ‘’esto es una escuela de calor’’.

También decía en la misma canción: ‘’no des un mal paso’’, pero ya era tarde.

Todo el mundo que viene por aquí coincide en evitar la capital, Colombo, de mas de dos millones de habitantes, cara y caótica, y todos recalan en Negombo, una playita a cuarenta km y muy cerca del aeropuerto.

Negombo es el único lugar en toda Sri Lanka que tiene infraestructuras turísticas: restaurantes, agencias de viajes y mucha oferta hotelera.

Vienen muchos grupos desde hace años. Cuando medio país estaba en guerra, esto estaba tranquilo.

Si se podía visitar otras zonas se hacía de ir y volver y si no, de aquí al avión.

La playa no es espectacular pero encuentras de todo lo que puedas necesitar a todo tipo de precios, algo imposible en el resto de la isla.

Misterios sin resolver:

¿Como consigue un bicho, cuando estás en pleno sueño, entrar directamente por uno de los orificios de tu nariz?

Un bicho que no conoces, que no sabes si viene en son de paz o de guerra, y a oscuras.

¿De que extraño rádar estará dotado?

¿Fue por casualidad o lo tenía programado?

 

 

 

 

costumbres locales

Hasta ahora solo una vez me he bañado en una playa donde van a bañarse los nativos.

Ellos con cualquier uniforme (boxers, slips o trajes de baño holgaditos), marcando paquete o paquetillo que de todo hay;  ellas con todos los saris y los pañuelos, pareos, etc, tapaditas de la cabeza a los pies.

Ellos en una parte de la playa todos juntitos jugando con neumáticos hinchados, donde me bañé yo; ellas en la orillita todas juntitas dando grititos, y una tierra de nadie –en este caso, agua de nadie- entre los dos grupos.

Los niños pequeños con papá generalmente, porque mamá entra en el agua y sale enseguida porque siempre tiene algo que hacer.

Cuando llega la luna llena hacen fiesta y salen, durante el día con la familia, como en aquella playa, pero por la noche, las esposas se deben quedar con los niños porque en los restaurantes solo iban ellos.

Traen consigo botellas de licor se ponen ciegos antes de empezar a pedir.

Yo, en esa ocasión iba con dos mujeres de mi edad y no se si sentí miedo o una intensa inquietud porque el camino a casa era carreterita oscura: luna llena + alcohol + hombres solos no es la combinación mas romántica.

Todos sonríen y saludan o solamente los que tienen algo que ver con el turismo y buscan sacarte la pasta?

Porque después de saludar y preguntarte de donde eres, presentarse con su nombre, pedirte el tuyo, etc, siempre, siempre, te ofrecen algo que puedas conseguir con dinerito, y es que aquí escasea.

No existen las demostraciones afectivas en la calle, ni siquiera se ven parejas cogidas de la mano: se pela la pava a distancia como en nuestro país en los cincuenta.

Sin embargo, cuando visito el magnífico jardín botánico de Kandy, veo algunas parejitas jóvenes rompiendo con las costumbres locales en lo mas apartado del jardín: en todas partes se busca la felicidad aunque no pueda ser en la legalidad-

Son absolutamente estrictos en temas eróticos, con una represión elevada, parece que al igual que en India que está ahí al lado a la izquierda.

Pero  a ellos se les van los ojos con las rubias turistas y comentan entre chicos el asunto: el deseo si que está globalizado.

Un poco mas a la derecha, en Indonesia y sobre todo en Thailandia son mucho más sueltos a todos los niveles.

Pero esto es una isla y las islas pobres y encima con una guerra de más de treinta años naturalmente tienen que estar un poco  ‘’aislados’’, sin referencias.

Hoy he hecho un viaje en bus pequeño (tamaño furgoneta), que, como es tan rápido lo llaman ‘’intercity Express” y ha sido la primera vez en mi vida que, yendo sentado, tenía que estar agarrado a donde se podía con las dos manos, porque con una mano sola se corría peligro.

Que envidia de los creyentes que en estos asuntos cierran los ojos y rezan esperando que su dios se haga cargo.

Voy a intentar tomar el tren cuando se pueda porque quisiera durar unos añitos más.

 

 

 

El turismo en Sri Lanka

Terminaron de matarse en una guerra civil en el 2009, y la consigna general es de que aquí no pasa nada.

Nuestro ministerio de exteriores avisa de que hay zonas minadas y atentados de bomba de vez en cuando en el norte, pero han visto el chollo del turismo y ellos no hablan del asunto.

Las infraestructuras están muy atrasadas y no es posible pasar de 30 km hora ni en carretera que son muy peligrosas si en un tren encantador y viejo que tienen.

El nivel de vida es muy bajo, y esto se refleja en los billetes de bus o tren que es cuando viajas con ellos: un trayecto de unos sesenta km de dos horas te cuesta como treinta céntimos de euro.

Pero cuando entras en zonas turísticas todo el mundo quiere hacerse rico rápidamente y se les va la olla.

Te pueden pedir por un alojamiento decente veinte o treinta euros y entonces comienza el regateo y el tira y afloja hasta que rebajas algo.

Si a esto añadimos que la cosa turística está bajando por la crisis (casi no se ven europeos del sur), todavía se desesperan mas.

La industria turística está como empezando y todas estas circunstancias hacen que te metas en una lucha titánica por acomodarte o por alquilar un vehículo.

Tendrían que venir los tailandeses a hacerles algún cursillo para que aprendieran.

Hace dos semanas que llegué y hoy he visto el primer bus normal, no desvencijado, naturalmente ocupado por extranjeros. Estoy entrando en zona turística y supongo que veré más.

Hoy pretendía hacer tres trayectos en tren y solamente hice dos. Había oído hablar del tren slow (lento), y hoy he podido disfrutarlo.

Los nativos cuando viajan en tren sobre todo las mujeres y los niños, se visten como de domingo, y la mujer mas responsable lleva siempre comida.

Los extranjeros llevan galletitas inglesas y juegan de vez en cuando con el móvil.

Yo suelo llevar agua y si procede compro fruta a algún vendedor ambulante, pero el de hoy a un mango pelado y cortadito de buen aspecto le ponía por encima chile picante en polvo, para animarlo, probablemente.

El tren normal es encantador, mas viejo que yo y con alguna sacudida pero pita y todo como en las pelis, su velocidad es aproximadamente de entre veinte y treinta km por hora, y siempre tiene muchas menos posibilidades de infarto que los buses,   pero el slow, con asientos de madera se para todo el rato para dejar pasar al rápido, y, además lleva mercancías que hay que cargar y descargar.

Algunos extranjeros que viajaban conmigo al principio les entraba la risa, porque cuando llega a una estación deja pasajeros y da marcha atrás para aparcarse en una vía secundaria y aquello puede ser de hasta media hora.

El poco probable infarto es sustituido por una somnolencia con bajada de tensión y el culo marcado por las maderas paralelas.

Al contrario que en otros países, aquí no se ve gente pidiendo, salvo en el tren slow que también tenía un abuelito tamil que nos pasaba la mano varias veces, era como que iba en el mismo lote del tren: veinticinco km dos horas y cuarto, el que no disfruta del paisaje es porque no quiere, y era de disfrutarlo: selva, plataneros y montañas cubiertas de plantas de té con mujeres recolectándolo vestidas de colorines: lento pero bonito.

 

las gentes 01.13

No se si con la edad me estoy volviendo mas exquisito, pero encuentro a la gente bastante fea.

Mucho mas oscuros que los indonesios, peludos y sin afeitar y con unos dientes que llegan a casa mucho antes que ellos.

Ellas, más arregladitas se salvan con el aprobado justito.

Sonrien con frecuencia y son muy amables cuando les preguntas y no se ven situaciones de violencia por la calle.

La guerra civil con los tamiles del norte acabó creo que en 2008 y no tienen mas ganas de gresca.

Mayoritariamente hinduistas, que es una religión muy relajante y de mucha paz.

Hay una minoría musulmana que casi no se le ve y los pocos cristianos que hay pasan desapercibidos.

No tienen costumbre de ir a bares o restaurantes que prácticamente no existen, a veces, ni siquiera en las estaciones importantes de buses o trenes resulta difícil hacerse un café.

Los restaurantes existen solo para los extranjeros, y casi todos los hoteles dan de comer, así que a los cingaleses les resulta de lo más exótico comer fuera de casa,

Los domingos, si la familia se va a cualquier lugar se llevan con ellos la comida.

Al contrario que Thailandia, donde todo el mundo come en la calle, aquí, lamentablemente, eso no existe.

El que vende las piñas o los mangos no ha llegado a imaginar el dinero que ganaría vendiendo la fruta peladita a los turistas, como los thai hacen en cualquier lugar.

Pescadores de red desde la playa, cuando recogen la pesca, se ponen en la carretera a venderla con una máquina de pesar y a nadie se le ocurre ponerse a hacerlo a la plancha.

Son ingenuos en los tratos, siempre tienes que regatear, pero ellos generalmente salen perdiendo o piden demasiado porque no conocen o no controlan la industria turística.

Hoy, en la playa de Matara, han acudido en manada a celebrar una fiesta y se han bañado casi todos: ellas vestidas y ellos, mas homologados con la ropa de baño europea jugaban como niños con neumáticos hinchados a la manera infantil.

Éramos los únicos turistas (ahora viajo con dos mujeres españolas),  y cuando me he bañado todos han venido dentro del agua a presentarse y a preguntarme de todo.

Donde el turismo no es habitual como en este lugar, van perdidos, no conocen los códigos para sacarle con gracia la pasta al extranjero, pero les encanta saludar y sonreír.

Ayer, en la estación de buses de Matara, había una sentada con pancartas, y sin darme cuenta de que éramos los únicos guiris, me senté en la escalera para liarme un cigarrillo, me vino un guardia a decirme algo que no entendí, como que me quitara de ahí y que de fumar nada.

Conforme me iba apartando me preguntó si quería un hotel y se me ofrecía para ayudarme. No hay quien los entienda.

En lugares donde no hay turistas todos te observan y cualquier cosa que hagas les da risa.

Te pasas el día saludando y siendo saludado por todos,  como en Godelleta.  ¿para que venir tan lejos?

Destinos exóticos

Cuando los europeos venimos por estas tierras no nos libramos de las etiquetas ni de las comparaciones. De esta manera le colgamos el cartel de ‘’exótico’’ a cualquier lugar donde hay cocoteros, playas guapas y gentes que visten raro.

En esta zona los cocoteros, plataneros o mangos crecen como por maldición y los hay en todas partes.

Me estoy trabajando el oeste y sur de Sri Lanka y el verde te estalla en los ojos.

También los bichos, ese que no se sabe si es familia de las arañas y aparece saliendo del desagüe de la ducha y aunque le enchufas el grifo y se va por el agujero, después vuelve a salir: al final amigos para siempre.

Ayer, en una terracita de las pocas que hay me cayó encima una lluvia discreta de hormigas rojas y gordas, y, hasta que el camarero me dijo que aquellas no picaban se me paró el pulso.

De una extensión aproximada del doble del País Valenciá y con mas de veinte millones de habitantes, como hace calor están todos en la calle o subidos en cualquier tipo de vehículo organizando el caos en carreteras o calles transitadas.

No he visto ningún accidente todavía y no me lo puedo explicar: todo transcurre como una danza donde se adelantan o se cruzan rozándose sin tocarse.

Al viajero solitario que solo le gustan los animales en su estado natural o en el plato, se le aceleran los latidos viendo a una especie de cocodrilo pequeño cruzando la carretera sin que nadie lo despachurre. Debe tratarse de una especie diferente porque, al contrario del cocodrilo tiene la piel fina y todos son del mismo tamaño, como de un metro, porque esta mañana, visitando las murallas de Galle ha salido otro a saludarnos. La gente no se hace ni puto caso o sea que no debe morder. Yo, por si acaso, no pido carne en los restaurantes.

 

 

Palermo 04.12

Tengo que pasar unas horas en Palermo esperando un bus para Trápani donde cogeré el avión.

Aunque ya había estado antes, me sorprende el ’’ambiente’’ del barrio de la estación de trenes, donde se pasa mas miedo a mediodía que en otros lugares de la ciudad por la noche.

Tras una visita al barrio, me voy a comer algo a la terraza de un pequeño restaurante donde solo hay dos mesas en la calle.

La otra mesa la ocupa un abuelo que en una primera ojeada clasifico como enfermo de parkinson por sus movimientos repetitivos de su mano derecha, pero la comida tarda en salir y en una segunda aproximación veo que tiene la mano dentro del bolsillo y que los supuestos movimientos parkinson son una paja con todas las de la ley.

Como aquello funciona a sacudidas trato de ver y encuentro la relación entre las sacudidas y el paso junto a nosotros de jovencitas estudiantes que están saliendo del instituto jugueteando despreocupadas.

Efectivamente, el abuelito (mas abuelito que yo), reanuda su masturbación cada vez que junto a el pasa alguna muchachita a la vez que las acompaña con una mirada poco inocente.

Nadie parece darse cuenta o es que ya lo conocen y no le dan importancia, pero a mi me resulta curioso visionar una película tan realista mientras doy cuenta de unos spaguetti carbonara, muy cargados de tocino, por cierto-

Me viene al pensamiento una escena parecida en un pequeño jardín de Napoli donde, un señor mucho mas joven, hacía lo mismo pero en vivo, es decir, con la cosa al aire, cubriéndose de vez en cuando con un sueter que llevaba en la otra mano.

Estaba sentado en un banco cerca de unas niñas (esta vez mas pequeñas que las jovencitas de Palermo) y no reparó en que en el otro banco yo  estaba mirando la escena.

Debe ser el agua del sur de Italia la causante de estas calenturas repentinas, o tal vez el clima, pero no he visto algo así en ninguno de mis viajes.

Si que lo he visto varias veces en Valencia, pero es que en esta ciudad yo hago muchas mas horas.

Las islas eolias 04.12

En un segundo asalto de Sicilia, me voy directamente a las Islas Eolias (de Eolo, dios de los vientos), que están según se sube a la derecha.

Todas ellas volcánicas, todas mediterráneas, con sus higueras y sus limoneros y, de vez en cuando, un chute de azahar que ahora toca. Igualito que nuestra tierra, o mejor, como quisiéramos que estuviera nuestra tierra y, sobre todo nuestras islas.

Aunque bien es cierto que son patrimonio de la humanidad y todas ellas parques naturales, también hay que reconocer que no han edificado ninguna finca de altura y, posiblemente por la difícil situación, están poco habitadas, pero la realidad es que están pero que muy bien conservadas.

Lipari es la mas poblada y los sicilianos no han perdido el tiempo para ordeñarla turísticamente todo lo posible, aunque los precios en abril  son ligeramente contenidos no quiero ni pensar como deben ser aquí los veranos con el rosario de turistas que vienen.

Cada isla tiene su volcán y sus cositas. Así Vulcano goza de unos lodos de azufre bien calentitos que te dejan la toalla para tirarla a la basura y el cuerpo oliendo unos días, pero la mar de terapéuticos. Panarea con su vegetación singular, y, sobre todo Strómboli que es indiscutiblemente la reina de la fiesta, con un volcán activo permanentemente con sus escupitajos de lava y sus humos todo el rato.

Después de haber disfrutado en el Amazonas de un ‘’crucero de pobres’’, decido ascender de clase social y contrato una excursión que resulta ser un ‘’crucero de clase media’’, mayormente de jubilados europeos que, con la excusa de llegar desde Lipari a Strómboli, pasando por Panarea, se para en todas las calas bonitas y rodea los islotes rocosos con el objetivo principal de buscar lugares que fotografiar porque la clase media hace fotos de todo.

El día no sale muy favorable, llueve de vez en cuando y el mar está un poco nervioso. Hay varias ocasiones en que se cumple a rajatabla lo del barco como una cáscara de nuez en el océano, en este caso el Mediterráneo, porque la Principessa, que así se llama el barquito, aunque moderno y de clase media, es mas bien pequeño.

Mi visita a Strómboli estaba pendiente desde hace mas de veinte años cuando ví la peli y este viaje demuestra que no hay que desesperar, que todo llega.

La isla es magnífica, la han conservado de forma espléndida, con sus placas solares, sus pocas calles estrechas y sus coches eléctricos. En la parte oeste, Ginostra es un pueblo al que no se puede acceder mas que en burro, donde todos los vehículos, incluso los eléctricos, están vetados.

El crucero tiene previsto que se haga de noche en Strómboli para poder ver, y sobre todo fotografiar alguna que otra fuente de lava que por la noche se ve mejor y mola mas, pero el tiempo no acompaña y, cuando la Principessa se para bajo el volcán para que las clases medias apunten con sus cámaras para llevarse los escupitajos de lava a casa en formato digital, el mar se cabrea y comienza la montaña rusa donde no sabes si encarar la cámara o protegerte de la vomitona de una vieja de mi edad, de mas arriba de Hamburgo que se acaba de poner blanca tirando a azulada y ha puesto los ojos en blanco.

El tiempo va pasando y el volcán solo nos ha regalado una llamarada, así que todo el mundo sigue preparado con sus cámaras esperando otra que no llega.

El volcán que aseguran tira una vez fuego cada diez minutos lleva mas de media hora con una sola llamarada (¿habrán llegado hasta aquí los recortes?).

La Principessa ya se ha convertido en el balancín de la feria.

Il capitano advierte que puede entrar agua por la puerta de atrás y que estemos preparados.

Me dirijo al contramaestre y le pregunto ¿ siamo securi? A lo que sin pensarlo me responde: ‘’secura, la morte’’.

Miro a mi alrededor buscando la presencia de chalecos salvavidas de esos que te ponen en la Golondrina del puerto y no veo nada.

Cuando ya te habías emocionado con la naturaleza sostenible y el respeto al medio ambiente, piensas que estas en Sicilia, que el cumplimiento de las leyes en esta parte del mundo está como está y que, salvo la muerte, nada es seguro.

 

 

 

Gran Canaria 03.12

Medellín-2 12.11

Nuestras autoridades legislan los temas de tráfico a golpe de estadística, es decir, si más de la mitad de los muertos que no llevaban cinturón, se obliga a ponerlo y así sucesivamente para reducir el número de accidentes.

En Medellín se hace lo mismo: si las últimas muertes por disparo en la calle han estado protagonizadas por jóvenes varones sentados en la parte de atrás de una moto, se prohíbe ir dos chicos en moto.

Que ha entrado alguno de los malos amparando su anonimato dentro de un casco de moto, a partir del anochecer, en ese barrio se entra con el casco fuera de la cabeza. Toda norma es poca para reducir las muertes violentas.

Pero esta filosofía de legislar aplicando la estadística tiene algunos aciertos que podríamos copiar:

Si un político en ejercicio de sus funciones es imputado en un asunto de corrupción, automáticamente deja su lugar y no puede ser ocupado por otro, de esta manera, el partido responsable de ese individuo pierde un escaño.

A esto le llaman ‘la ley de la silla vacía’. A ver si cunde el ejemplo.

Si esta ley se aplicara en la Comunidad Valenciana las Cortes iban a estar bastante cambiadas.

Una de las cosas que más sorprende en Medellín al visitante primerizo es lo acostumbrados que han estado a la violencia. Cosas que nos parecen extraordinarias a ellos les parecen normales, porque han tenido tiempos mucho peores.

 Aunque son extremadamente cuidadosos en advertirte que no debes ir solo por determinados sitios una vez anochecido (en realidad por casi todos los sitios).

La llegada de la noche, al menos por el centro, da salida a  una fauna de ‘ratas de la noche’ que por el día deben estar durmiendo por algún rincón y salen todos a la vez.

Los organizadores del festival de teatro ponen un guía a cada una de las compañías extranjeras que vienen y les acompañan constantemente.

Si son altas horas de la noche y vas a necesitar un taxi, no dejan que te vayas con cualquiera y te facilitan uno de ‘confianza’.

La televisión local dando instrucciones para las navidades, sugiere que no nos fiemos de los taxis y que si hay sospecha le hagamos una foto al taxista y la enviemos por móvil a un familiar para tomar precauciones.

 

La verdad es que no se puede venir solito si no quieres hacer turismo-aventura pero de verdad.

 

Los teleféricos que han puesto en dos cerros de gente pobre ha permitido integrarlos en el transporte de la ciudad y al visitante le permite contemplar por encima de los tejados de uralitas unas zonas por las que no se atrevería nunca a transitar, en una especie de voyeurismo de ver la intimidad de los otros sin ser visto, desde la cabina encristalada pasando sobre todos ellos como en un reportaje de la tele.

Mientras escribo esto, recién traída la cena al hotel antes de que sea peligroso salir a cenar, en las noticias afirman como resumen de las últimas elecciones que los asesinatos a candidatos a alcalde han disminuido desde las anteriores elecciones un veinte por ciento: esto está mejorando.

No es un asunto exclusivo de Colombia, porque se repite en casi todos los países pobres. Se trata de las trampillas metálicas del agua y el alcantarillado cuando lo hay. Es un bien codiciado, es decir, que se las llevan supongo que para venderlas. En las calles principales de las ciudades las reponen pero en el resto se deja tal cual.

Esto te obliga a ir mirando el suelo constantemente por que está lleno de agujeros.

Lo que si parece exclusivo de este lugar es la existencia de candados en las trampillas para evitar su desaparición, lo que te obliga también a mirar al suelo: o metes el pie o tropiezas con el candado.

También hay que llevar cuidado en no pisar a los que duermen en las aceras o simplemente están tumbados o quien sabe.

Cuando se pone a llover (estamos en temporada de lluvias) y te toca correr por las aceras, la cosa se pone más delicada y parece un deporte de riesgo.

La navidad les encanta: el último día de noviembre, Medellín se pone a tirar petardos y cohetes (que están prohibidos) para celebrar que llega diciembre y el día uno, los políticos empiezan a felicitar a todo el mundo las navidades por la televisión.

La prohibición de la pólvora parece que tiene que ver con que los malos aprovechan los festejos para camuflar los disparos entre tanto ruido.

Las autoridades insisten en que no se utilice pólvora y como aviso final dicen que los disparos al aire serán castigados.